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Hablar pocas veces de la profesión militar es una de las pruebas de gran desidia e ineptitud para la carrera de las armas. (Del art. 14 de las RR.OO de las FAs)

02 marzo 2025

50 AÑOS DE INSTRUCCIÓN. NI UN DÍA MÁS.

Hace unas semanas escribía en el artículo sobre el BIP que hace tiempo me comprometí a hablar del Batallón de Instrucción Paracaidista y del porqué de su disolución. En él conté la historia del BIP desde su nacimiento como Unidad de Depósito e Instrucción hasta su disolución como Unidad de Formación Paracaidista. Hoy hablaremos de las vicisitudes sufridas por esta unidad en sus últimos años de existencia.

La creación de la UDI en 1961 inició una historia que cumpliría cincuenta años en 2011, justo el año en el que se disolvió la UFPAC. Entre UDI, BIP y UFPAC fueron cincuenta años instruyendo principalmente a a paracaidistas, pero también a otro gran número de soldados y legionarios. Fueron 50 años instruyendo, ni un día más.

Durante décadas el BIP era la unidad de instrucción de la Brigada Paracaidista, una unidad que se salía un poco de la norma, al igual que La Legión, en cuanto a las condiciones de servicio de su tropa. La firma de un compromiso semi-profesional, con mayor sueldo que el soldado de remplazo corriente y la mayor posibilidad de reenganche no cabe duda de que marcaban unas de las muchas diferencias entre una CLP y un soldadito de reemplazo en otra unidad. 

Pero claro, esa diferencia de condiciones de alistamiento y de sueldo era consecuencia de las exigencias de esta unidad, no al revés. Lo mismo ocurría en La Legión: no era exigente porque se cobrara más, se cobraba más porque era más exigente.

Pues bien, indudablemente una mayor exigencia en las unidades requería una mayor exigencia en la instrucción. No era lo mismo la instrucción de un recluta en un CIR (Centro de Instrucción de Reclutas) que en el BIP, donde todo el que entraba por su puerta lo hacía voluntariamente. Hasta los años 80 en el BIP aún existía el Pelotón de Castigo, coloquialmente llamado el pelote. 

En el BIP se daba caña, mucha caña. El paracaidista llegaba en las mejores condiciones posibles a su unidad de destino en Alcalá —como se resumía comúnmente a todas las unidades de la BRIPAC alojadas en Alcalá de Henares—. Hay que recordar que la UDI se creó con oficiales, suboficiales y auxiliares de instrucción que poco tiempo antes habían estado combatiendo en Ifni. Su conocimiento de la realidad del combate les llevaba a instruir con exigencia a los futuros paracaidistas, de los que nadie sabía qué les depararía el destino, pero muy probablemente les podía conducir a otra guerra. 

El caso es que esa forma de instruir se fue heredando año tras año tanto por los oficiales y suboficiales como por los auxiliares de instrucción destinados en el BIP. Es cierto que los que estábamos destinados en unidades de Alcalá veíamos cómo venían de Murcia los celepés y criticábamos la instrucción por la tan extendida y odiosa máxima del militar español de hablar mal del trabajo de otras unidades sin conocerlas. No éramos conscientes de las condiciones en las que trabajaban los instructores para conseguir que un gran puñado de civiles se convirtieran en soldados en un par de meses y tuvieran agallas para bajarse de un avión en marcha con armamento y equipo, por la noche y al límite de viento.

Así fueron sucediéndose los años en una época en la que los reemplazos anuales llenaban los cuarteles. Pero llegó la hora de los insumisos de mierda y de los objetores de conciencia que se multiplicaban año a año, comenzando a crear problemas en las plantillas de los cuarteles. En esas estábamos cuando se crearon y se sucedieron distintos formatos de compromiso profesional empezando por el Voluntariado Especial, siguiendo por los Militares de Empleo de Tropa hasta los Militares Profesionales de Tropa. 

En un principio esta profesionalización era algo testimonial por dos motivos principalmente: la carga que podría suponer a los presupuestos Generales del Estado una profesionalización total de la tropa con un ejército de más de 300.000 tíos y el miedo de los políticos de finales de los 80 a un ejército totalmente profesional. No olvidemos que cuando entró en vigor la Ley 17/89 Reguladora del Régimen del Personal Militar Profesional sólo hacía ocho años que se había producido el golpe de estado del 23-F y muchos políticos de cierta tendencia odiaban —o temían— a cualquier persona vestida de uniforme. 

Las vacas flacas cada vez fueron más flacas porque los jóvenes españoles cada vez eran más insumisos y más objetores. Por ello la profesionalización de la tropa dejó de ser algo testimonial (cuatro o cinco voluntarios especiales por compañía) para incrementarse considerablemente la oferta de plazas para Metopa (Militar de empleo de Tropa Profesional). 

Seguro que fue recompensado con alguna Cruz del Mérito Militar por su magnífico trabajo quien parió el sistema , pero lo que creó fue una birria al no prever las consecuencias de lo que ocurriría en caso de cumplirse la hipótesis más desfavorable, que se cumplió. Cuando ya se estaba fraguando y mucho se hablaba a finales de los 90 sobre el fin de la Mili, empezaron a publicarse plazas de soldado en un gran número para todas las unidades de las Fuerzas Armadas. Algunos —el condecorado y el que lo condecoró— se creían que las condiciones para ser soldado eran la panacea y que iba a haber tortas para entrar y que una vez dentro iba a haber tortas por llevar una vida dura. Nada más lejos de la realidad: no se cubrían las plazas y un gran número de los que ingresaban pedían la baja porque nadie les llevaba el desayuno a la cama a las once de la mañana. 


Pero en el BIP se seguía con el nivel de exigencia de siempre. La mentalidad de la BRIPAC seguía siendo realista y el propósito era formar a los mejores soldados de la Patria, a sabiendas de que en cualquier momento habría que demostrarlo, como ocurrió en Ifni, Sáhara o Bosnia.

Y llegó la suspensión del Servicio Militar a final de 2001 y se produjo un grandísimo problema que no hacía falta ser muy listo ni tener ningún curso de altos estudios militares pasa saber que iba a producirse. Las Fuerzas Armadas empezaban a tener una grandísima carencia de tropa y marinería.

El Mando de Personal del Ejército de Tierra —y de los otros dos ejércitos, supongo— empezó a preocuparse y necesitaba cantidad; las unidades, conscientes de la realidad de las unidades que en esos años estaban ya desplegadas en Bosnia y Kosovo, necesitaban calidad. Por ello el Ejército comenzó un proceso de suavización de la instrucción con el fin de suprimir una instrucción exigente que impidiera que no se cubrieran las plazas ofertadas. 

Por ejemplo, hasta entonces en los centros de formación de tropa, existía una nota final resultante de la evaluación práctica y teórica, más una nota de "concepto", como existía en cualquier centro de formación de oficiales o de suboficiales. Esta nota de concepto, que se basaba en una serie de parámetros como la disciplina, el sacrificio, la voluntariedad, etc., no era una nota arbitraria pues el jefe de la compañía debía justificar cada nota. En esa época el aspirante a soldado profesional, en el ingreso, sólo elegía arma o cuerpo y su destino dependía de su nota final. La nota de concepto menor a 5 suponía la baja automática en el centro de formación con derecho a repetir toda la instrucción una sola vez.

Evidentemente, entre la instrucción que no llegaba a suavizarse como se pretendía y que a algunos no les gustaba el destino que les había llegado por su puesto obtenido, se producía un elevadísimo número de bajas voluntarias. En algunos casos, como el BIP, este número de alumnos que se piraban a su casa se acercaba a veces al 40%. Estaba claro que las FAs no podían funcionar con el 60% de la tropa. 

Compañías desactivadas por falta de tropa o activadas y con sólo un par de cabos fue una tónica demasiado habitual en la mayoría de unidades del Ejército Español. Y por ahí algunos, no políticos precisamente, se vanagloriaban del éxito de la profesionalización de las FAs. En fin, Serafín...

Llegó enero de 2003 y todos los centros de formación de tropa pasaron a depender de la Dirección de Enseñanza, en la que se se creó la Subdirección de Formación de Tropa —al mando de un General de Brigada— y se comenzó a tutorizar a todos los centros de forma homogénea, aunque los resultados no resultaron ser todo lo homogéneos que se deseaba. 

El BIP dejó de estar encuadrado en la BRIPAC para pasar a integrarse en la Academia de Infantería con el nombre de Unidad de Formación Paracaidista. Todas las academias especiales tenían su centro de formación de tropa y, además, estaban los CIMOV 1 y 2 (actuales CEFOT)  y el Centro de Formación de Tropa de Canarias. La Academia de Infantería tenía dos: el suyo propio en Toledo y la UFPAC en Javalí Nuevo (Murcia), donde seguíamos vistiendo de paracaidistas, con exigencia del curso y pasando de ser instructores a ser profesores (con huevo frito de profesor en el uniforme incluido), como ya conté el otro día en este artículo.


Se pretendió dar un giro a la formación de tropa que se consiguió en parte; se pasó a tener "alumnos", los profesores hacíamos el Curso de Aptitud Pedagógica y se creó el Curso Avanzado de Instructor —incongruente nombre cuando se empeñaban en que éramos profesores, no instructores—. Pero seguía existiendo el problema de la cantidad. Ni aumentando cada vez más la oferta a extranjeros —cursimente y tontamente llamados no nacionales— se acababa con el problema. Tampoco que el soldado eligiera su unidad de destino cuando solicitaba ingresar en las FAs ni que la nota de concepto ya no pudiera se inferior a 5 lo solucionaban. 

Es cierto que en algunos centros de formación el problema se redujo bastante, pero no del todo. Donde no se redujo esa falta de cantidad fue en la UFPAC, donde seguíamos mentalizados de la importancia de la calidad. Convivíamos con una unidad paracaidista, la III BPAC, cuyos oficiales y suboficiales necesitaban calidad, ya que comenzaron los despliegues en Afganistán y esa carencia de tropa hacía que CLPs recién llegados tuvieran que desplegar en pocos meses en Afganistán, donde nosotros sabíamos que se estaban pegando y recibiendo tiros, pero que no teníamos tan claro que lo supieran los que seguían prefiriendo cantidad.

Por eso los profesores destinados en la UFPAC, reforzados por oficiales y suboficiales de la BRIPAC y del MOE en cada ciclo, teníamos claro que a nuestros compañeros de empleo de las unidades no les podíamos enviar, para ir a pegar tiros a Afganistán, mucha gente aunque fueran pegándose tiros en su propias botas. El nivel de exigencia no se mantuvo, se incrementó.

Una prueba de ello es que el Gral. Bataller Alventosa, a la sazón Subdirector del Tropa de la DIEN, organizó una visita de los jefes de los centros de formación a la UFPAC —no recuerdo si fue 2008 o por ahí—. Durante la misma llegamos a sonrojarnos, pues el General decía abiertamente que el modelo de la UFPAC era el que debían seguir los demás centros y que podían ver los resultados (pruebas físicas, tiro, campo, etc.). Recuerdo que el TCol. Jefe del CEFOT de la Academia de Ingenieros, que había sido unos años antes mi profesor de Táctica de Zapadores, me decía que no se creía que tuvieran esas puntuaciones en tiro a 100 m y que habíamos perforado los blancos antes; o el Coronel de la Academia de Artillería, que decía que ese campo medía menos de 100 m. Se les demostró su error poniendo blancos nuevos y midiendo delante de ellos el campo. El Gral. Bataller, con una mentalidad militar forjada durante muchos años de Legión y de Operaciones Especiales, tenía claro que se necesitaba calidad por encima de cantidad.


Cuando un alumno pedía la baja voluntaria, los jefes de pelotón, sección y compañía debíamos hablar con él e intentar convencerle de que se lo pensara mejor, que aguantara un poco más, etc. En la UFPAC, si el tío pedía la renuncia a media mañana, para la hora de comer estaba ya fuera del cuartel de paisano y esperando al autobús para volver a su casa. Si un tío renunciaba una vez, era una tontería perder el tiempo intentando convencerle, porque volvería a querer irse a la semana y, si no, cuando llegara a la unidad se daría de baja psicológica. De modo que lo teníamos claro: ¿te quieres ir? pues ya estás tardando en entregar las sábanas...

En esos años las bajas durante la formación en la UFPAC ascendían al 43 % y aún así, se colaron todavía algunos que no se merecían haber aprobado. Finalmente, a pesar de todos los intentos del Gral. Jefe de la BRIPAC por evitarlo, la UFPAC fue disuelta el 31 de diciembre de 2011. 

50 años, ni un día más...

09 febrero 2025

CUANTO MÁS SUDOR EN TIEMPO DE PAZ, MENOS SANGRE EN TIEMPO DE GUERRA

 

"Cuanto más sudor en tiempo de paz, menos sangre en tiempo de guerra". Así rezaba el lema del Batallón de Instrucción Paracaidista (BIP). Este lema se encontraba colgado en un letrero en la puerta junto al polvorín por la que las compañías salíamos a instrucción, siempre a paso ligero, y que todas las compañías o secciones que pasaban por debajo gritábamos.

Lema del BIP bajo el que se salía hacia la zona de instrucción

No recuerdo en cuál de los artículos de El Furriel dije algo así como que ya contaría algún día por qué disolvieron el BIP. Hace unos días me lo recordaron y me he decidido a contarlo, pero antes de contar los motivos de su disolución hay que hacer historia contando qué era y cómo funcionaba esa unidad.

El BIP era el sucesor de la Unidad de Depósito e Instrucción (UDI) de la Agrupación de Banderas Paracaidistas del Ejército de Tierra y el antecesor de la Unidad de Formación Paracaidista (UFPAC). En 1960, en base a la 1ª Compañía Paracaidista, se formó lo que sería el germen de la Bandera "Ortiz de Zárate", III de Paracaidistas, instalándose en el Acuartelamiento “Jaime I el Conquistador” en Murcia, ubicación elegida por su proximidad a la Escuela Militar de Paracaidismo en Alcantarilla. En un principio se encomendó la misión del encuadramiento de los aspirantes a una compañía de la III Bandera; para ello se creó en julio de 1960 la Compañía de Aspirantes, como queda reflejado este punto del Diario de Operaciones de la Agrupación de Banderas Paracaidistas con el siguiente texto: “Día 21: La Agrupación cumplimenta el programa y horario vigente. Se incorporan a la III Bandera 202 aspirantes con lo que se constituye la Cía. de Aspirantes al mando del Teniente López Pinto”. 

Pero pronto se vio la necesidad de no distraer de sus misiones a esta nueva Bandera con la instrucción de los aspirantes —en Paracaidistas no gustaba el término recluta, pues su tropa no procedía de reclutarlos ya que todos eran voluntarios—, y así, en febrero de 1961, se creaba la UDI. 

La UDI nació con personal de la 12 Compañía de la III Bandera Paracaidista y las razones de su fundación quedan definidas en el escrito de su puesta en marcha: "Con el fin de cumplir las misiones de reclutamiento, organización, formación y desarrollo de los nuevos cursos de paracaidistas se organiza una nueva unidad, la Unidad de Depósito e Instrucción, que asumirá también el cometido de servir de enlace en la Escuela Militar de Paracaidismo del Ejército del Aire, centro que seguirá recibiendo los aspirantes a paracaidistas para realizar el curso correspondiente”. 

Emblema de la UDI

También pasaban a depender de la UDI los ya existentes Banderines de Enganche, similares a los que poseía La Legión. Las misiones de los Banderines de Enganche Paracaidista eran participar en la difusión de la propaganda paracaidista, proporcionar información sobre alistamiento en Fuerzas Paracaidistas al personal militar o civil que la pidiera y captar y alistar al personal civil que lo solicitara siempre que reuniera las condiciones físicas necesarias. Además, asesoraban al personal transeúnte perteneciente a las Fuerzas Paracaidistas del E.T., en lo que pudiesen necesitar. 

La UDI, encuadrada en la III BPAC y con  mando de capitán, adquirió tal envergadura que en 1965 se designó a un comandante para su mando, el Cte. Juan Castellanos, y pasó a depender directamente del General Jefe de la Brigada Paracaidista, constituida ese mismo año. Contaba ya con dos compañías, la 18, de Plana Mayor y la 19, de Instrucción.

Banderín de la 19 Cía

A la UDI iban llegando aspirantes procedentes de captación en otras unidades militares o de los banderines de enganche en los que se habían alistado voluntarios. Según iban llegando, entraban en depósito y en esa situación esperaban, a veces semanas, a que hubiera un número adecuado para llevarlos a la Escuela Militar de Paracaidismo a realizar el Curso de Paracaidista. 

En 1968 la 19 Cía, al mando del entonces Cap. Colldefors, se instaló en tiendas cónicas en el Campamento "Santa Bárbara" (Javalí Nuevo, Murcia), hasta entonces campo de instrucción y desde ese momento origen del actual Acuartelamiento "Santa Bárbara", sede actual del Regimiento "Zaragoza" N.º 5 de Paracaidistas.

Santa Bárbara en 1968

El incremento experimentado por las Fuerzas Paracaidistas como consecuencia de la creación de la Brigada Paracaidista supuso que la Unidad de Depósito e Instrucción tuviera dificultad para desarrollar sus cometidos, tales como recibir, equipar, instruir y encuadrar en los distintos cursos a los voluntarios, aspirantes a Caballero Legionario Paracaidista (CLP), el enlace y coordinación con la Escuela Militar de Paracaidistas Méndez Parada y el enlace con la propia Brigada Paracaidista y, a la vez, hacerse cargo de otras no operativas, como las que debían realizar los Banderines de Enganche. Por este motivo la UDI se transformó en BIP en 1971 ya con mando de teniente coronel.

Emblema del BIP

El carácter de tropa semiprofesional y la necesidad de realizar el Curso de Paracaidista eran los motivos por los que la Brigada Paracaidista tenía su propia unidad de instrucción en vez de instruir a sus CLP,s en los CIR,s. (Centro de Instrucción de Reclutas) junto a los reclutas del resto del Ejército. Esta circunstancia, sin duda, daba un carácter un tanto especial a la instrucción; era, por qué no decirlo, una instrucción más dura y exigente que la del soldado de reemplazo corriente.

Así fueron pasando los años instruyendo a paracaidistas y, a partir del inicio de la profesionalización, también a los soldados que iban destinados al Cuartel General de la Fuerza de Acción Rápida (FAR), quienes también debían superar el Curso de Paracaidista. En 1998 se reguló la formación de la Tropa Profesional del ET y se decidió que el BIP fuera la unidad encargada de instruir a paracaidistas y a legionarios. En 1999, como la BRILAT también formaba parte de la FAR, se empezó también a instruir a su tropa. 

Legionarios y paracaidistas formándose juntos en el BIP en 1998

El Batallón de Instrucción Paracaidista pasaba a convertirse en centro de formación de tropa profesional de la FAR, lo que le daba un carácter más diferenciador aún. Era tal el volumen de aspirantes que había que instruir, que La Legión (tercios africanos incluidos) y la BRILAT tenían que enviarnos agregados a oficiales, suboficiales y cabos para reforzar la plantilla de instructores del BIP. Juras de Bandera de 1.200 tíos con tres banderas no es nuevo de ahora, como algunos se creen en los centros de formación de tropa actuales; ya entonces eran así.

Legionarios, paracaidistas y aerotransportados en el BIP en 1999

Pero llega el 31 de diciembre de  2002 y la formación de tropa, que hasta entonces tenía dependencia sólo funcional de la Dirección de Enseñanza (DIEN), pasa a depender de ella orgánicamente encuadrados los centros de formación en las academias de las armas, más los centros de formación de tropa números 1 y 2, que dependían directamente del General Subdirector de Formación de Tropa de la DIEN y el BIP que pasaba a integrarse en la Academia de Infantería con el nombre de Unidad de Formación Paracaidista de la Academia de Infantería (UFPAC). 

Desde ese 1 de enero de 2003 los destinados en el BIP —yo ya estaba destinado desde julio de 2000—dejábamos de pertenecer a la Brigada Paracaidista y pasábamos a estar destinados en la Academia de Infantería (Murcia). Nos reconvirtieron las vacantes por adaptaciones orgánicas y pasamos a ocupar vacante de profesor, con huevo frito en el uniforme incluido. Seguíamos teniendo vacante con exigencia del Curso de Paracaidista, seguíamos saltando y vestíamos de paracaidista, pero con el escudo del MADOC en el brazo y con un nuevo emblema. 

Escudo de armas de la Unidad de Formación Paracaidista

Aunque algunos éramos de Artillería o de Ingenieros, éramos los paracas de la Academia de Infantería, y por ese motivo la Jura de Bandera del 1º Ciclo de cada año íbamos a celebrarla en Toledo para, supongo, que no olvidáramos a dónde pertenecíamos, aunque no pegábamos allí ni con cola.

Jura de Bandera en el patio de la ACINF

Desde 2003 ya no instruíamos a legionarios ni a aerotransportados, pero empezamos a instruir a soldados del Mando de Operaciones Especiales (MOE), quienes también debían obtener el Curso de Paracaidista para superar su formación. Desde ese año ya no eran aspirantes, sino AMTP (Alumno Militar de Tropa Profesional), los coloquialmente conocidos como metopas.

Paracaidistas y guerrilleros

El plan de formación consistía en una primera Fase de Formación General Militar, de nueve semanas de duración, en la que se adquirían las condiciones de combatiente general y se realizaba el Curso de Paracaidista, y una Fase de Formación Específica, de cinco semanas, en la que se adquirían los conocimientos básicos de cada Especialidad Fundamental. Durante la FFG instruíamos en la UFPAC a todos los alumnos que habían obtenido destino en la BRIPAC y en el MOE, independientemente de su especialidad. Durante la FFE nos quedábamos sólo con los de Infantería Ligera, pues los  de Artillería de Campaña, Ingenieros y Transmisiones se iban a hacer su FFE en la Academia de Artillería y en la Academia de Ingenieros, respectivamente. 

La UFPAC se organizaba en PLMM y una Compañía de Instrucción que, a su vez se estructuraba en secciones, cada una con un ciclo.

Durante la época de UDI y BIP los soldados de reciente incorporación, como se les llama de forma tan cursi actualmente, se dividían en cursos, con el número del de paracaidista que les correspondiera. Desde 1998 se dividían en incorporaciones, habiendo tres al año. Y desde 2002 se llamaban ciclos, habiendo los primeros años once al año (en 2002 hubo 12 ciclos) y desde 2010 sólo un par de ellos anualmente. Con once ciclos al año repartidos en nueve meses (no había incorporación de ciclos en verano ni en diciembre) se solapaban siempre entre dos o tres ciclos, unos en su primera semana, otros finalizando la FFG y otros en la FFE. Eso hacía que las Compañía de Instrucción llegara a tener hasta 600 alumnos en alguna ocasión y las secciones estaban compuestas muchas veces por alrededor de 120 o 140 alumnos.

En aquel diciembre de 2002, la III Bandera Paracaidista, que en los años 70 se había trasladado a Alcalá de Henares, volvía a su natal Murcia, también en el Acuartelamiento Santa Bárbara, donde convivíamos las dos unidades. Esta fue una medida que proporcionó grandes ventajas al funcionamiento de la reciente UFPAC ya que nos proporcionaban apoyos de armamento, vehículos y material de los que otros centros de formación de tropa carecían. Por ejemplo, en la Compañía de Instrucción teníamos 600 fusiles, de los que 200 eran agregados de la III BPAC. También los vehículos ligeros y camiones eran suyos y el apoyo de su Sección de Plegados de Paracaídas nos permitía hacer uso de su torre de lanzamiento y de sus atalajes para preparar el primer salto con equipo y armamento de nuestros alumnos tras realizar el curso; el que los alumnos llamaban salto de combate y que quitaba el sueño la noche antes a más de uno.

La adaptación orgánica que transformó el BIP en UFPAC supuso una gran reducción de plantilla, por lo que constantemente teníamos que tener personal de la BRIPAC y del MOE agregados como profesores asociados. Los tenientes pasamos de mandar secciones de 30 o 40 aspirantes a mandar secciones de entre 120 y 140 alumnos. Incluso se nos llegaban a solapar ciclos, por lo que en  varias ocasiones estábamos al mando de un ciclo en FFE ya terminando y otro ciclo en FFG empezando.

Vídeo sobre la UFPAC del programa Código Alfa. 2004

En diciembre de 2011 se perpetró la disolución de la UFPAC. Pero esta es ya otra historia que queda pendiente para otro domingo...



12 enero 2025

INGENIEROS ESPAÑOLES EN TÚNEZ

El otro día me llegó un vídeo del canal de youtube La Mecedora, del Coronel Sarmiento, sobre la misión militar española que realizaron los zapadores españoles en Túnez en 1969. Yo había oído hablar muchas veces a mi padre sobre esa misión, pero nunca había profundizado y no sabía mucho de ella. Por eso me dispuse a investigar y a enterarme de en qué consistió aquella misión tan desconocida.

Sin necesidad de profundizar mucho ya surge una primera idea, que es el Arma de Ingenieros, con sus unidades de Zapadores y sus unidades de Especialidades, como protagonista de la presencia española en Túnez en 1969.

En 1965 se había reorganizado el Ejército tomando como referencia la organización del Ejército Francés y desechando el hasta entonces modelo norteamericano. Las unidades de la fuerza del ET se habían dividido en dos grandes bloques: la Fuerza de Intervención Inmediata, de nivel Cuerpo de Ejército con cinco divisiones, la Defensa Operativa del Territorio (DOT) repartida en brigadas entre las once Capitanías y Comandancias Generales.

En aquella época, el Ejército contaba con cinco divisiones, cada una con dos brigadas y con su Núcleo de Tropas Divisionario en el que se encuadraba un Regimiento Mixto de Ingenieros (Batallón de Zapadores y Batallón de Transmisiones). En cada Brigada había un Batallón Mixto de Ingenieros, excepto en la Brigada de Alta Montaña que tenía una Agrupación Mixta de Ingenieros. 

Por otro lado, el Ejército de Tierra contaba con el Regimiento Zapadores de Cuerpo de Ejército (actual REI nº 11 de Salamanca), el Regimiento de Pontoneros y Especialidades de Ingenieros (RPEI nº 12), el Regimiento de Zapadores Ferroviarios (RZFC nº 13) y el Regimiento de Movilización y Prácticas de Ferrocarriles (RMPFC nº 14).

En esos años, concretamente en 1969, tienen lugar unas graves inundaciones en Túnez. El 26 de septiembre comenzaron unas torrenciales lluvias en todo el país. Hubo poblaciones que quedaron totalmente aisladas por las aguas, quedando casi la totalidad del país convertido en un gran lago (diez de las once provincias estaban inundadas). Todas las carreteras y vías férreas quedaron cortadas e inutilizadas. 

El 14 de octubre continuaba lloviendo y el gobierno tunecino pidió auxilio internacional. España fue la primera nación en acudir en su ayuda —sí, 1969, seis años antes de 1975...—.

El Ministro del Ejército, General Juan Castañón de Mena, quien había tomado posesión del ministerio sólo unos días antes, quiso ir él personalmente a Túnez a establecer los primeros contactos. Franco le dijo algo así como ni de coña, manda a un general que hable francés y que conozca África y tú quédate aquí que acabas de llegar...

Julio Coloma Gallegos, Jefe de la División Mecanizada "Guzmán el Bueno" nº 2 (Sevilla), quien hasta el año anterior había sido el primer General Jefe de la Brigada Paracaidista y quien había estado en la Legión en todos sus empleos de teniente a coronel, fue el designado para visitar Túnez y establecer el primer contacto con su gobierno. 

Se le asigna a España el restablecimiento de los puentes sobre el río Sed (Saad actualmente), tanto de carretera como de ferrocarril, y otro puente de ferrocarril sobre el río Zeroud, así como la reparación de algunos tramos de vía destrozados por la crecida. Inmediatamente se crea un contingente en base a unidades de Ingenieros. Su composición era: 

- Jefe de Contingente: Cte. José Gómez Torres, del RZFC (Madrid). 

- Cía. de Puente Bailey, del RMING nº3 (Valencia). 

- Cía. de Puente de Ferrocarril HG 30, del RZFC (Madrid). 

- Cía. de Pontoneros, del RPEI (Zaragoza). 

- Unidad de Intendencia de la Div. Motorizada "Maestrazgo" nº3 (Valencia). 

          - Sc. de Transportes e la Reserva General (Madrid) 

- Servicio Sanitario: Capitán Médico de la Escuela de Aplicación de Sanidad Militar (Madrid). 

- Relaciones públicas y pagador: Capitán de Intendencia del Ministerio del Ejército (Madrid).

En total: 243 militares —odio esa forma tan impersonal y tan poco marcial de "pax"— (10 oficiales, 9 suboficiales y 224 de tropa).

El 18 de octubre se organiza la 1º Expedición de Ayuda a Túnez. Esta primera expedición partió del Puerto de Valencia en el Buque de Transporte “Aragón”. En dicho buque se transportaría a una Cía. de Zapadores del RMING nº3 con material de puente Bailey, automóviles de la Reserva General y varias máquinas de movimiento de tierras. El destino de este Buque sería el Puerto de la Goleta (Túnez), lugar de triste recuerdo para los españoles casi cuatrocientos años antes.

Durante los reconocimientos del terreno, se dan cuenta de que la brecha a salvar en la crecida del río Sed era realmente de 500 metros de longitud y el Cte. Gómez reconoce que sólo contaría, cuando llegara el barco con el material, con 48 metros de puente Bailey doble doble clase 80 para reabrir el paso (1)

Brecha a salvar sobre al río Sed

Ante el apremio de los tunecinos se le exigió al jefe de la misión dar una solución. La rápida solución que aportó el comandante español, haciendo gala del dicho de que Ingenieros viene de ingenio, fue volver a construir un dique para disminuir la anchura del cauce y, apoyándose en los puentes flotantes del RPEI, crear una península en la primera orilla, lanzar el primer puente, abrir el paso del agua, continuar el dique apoyándose en la península, construir una segunda península hasta la orilla contraria, lanzar el segundo puente, dar paso al agua por debajo del segundo puente y continuar el dique hasta la segunda orilla. Además, se realizaría en una alineación curva para dejar libre el trazado recto del puente definitivo. Finalmente, el plan fue aprobado.

 Solución del Cte. Gómez Torres a la brecha

El 29 de octubre llega a la Goleta el Aragón. Debido a la gran cantidad de agua, fue imposible iniciar la construcción del dique inmediatamente, por lo que iniciaron una serie de reconocimientos para buscar algún paso hacia el sur. El día 30 por fin salió el sol y se comentaba que los tunecinos decían “¡Los españoles han traído el sol!”. A partir de ese momento comenzaron los trabajos de construcción del dique y preparación del terreno. Mientras tanto, se realizaron los cálculos exactos de los dos puentes y el resultado fue de dos puentes de 24 metros de estructura doble-doble, tal como había previsto, con las manos en los bolsillos, el Cte. Gómez. Los dos puentes finalmente fueron montados y lanzados con 60 hombres del RMING nº 3. 

Primer puente Bailey lanzado y lanzamiento del segundo

Los tunecinos solicitaron también un puente de ferrocarril de 100 metros de longitud en Sidi Bou Alí y otro más sobre el río Zaroud, de longitud todavía no precisada. Costó trabajo convencer a los tunecinos de que sólo se disponía de 3 tramos de 30 metros de los que solo se podrían construir dos tramos de 36 metros unidos entre sí en un pilar intermedio. Finalmente se decidió construir solamente el puente de Sidi Bou Alí. 

El día 22 de noviembre llega, procedentte de Cartagena, el Buque "Almirante Lobo" con la segunda rotación, al puerto de la Goleta con todo el material del puente de ferrocarril y compuerta sobre flotantes. Al mando de la Cía. de Pontoneros se encontraba el Capitán Trallero, que llevaba material para realizar el montaje de una compuerta sobre 6 flotantes del puente PF-50, además de una compuerta de embarque en base a material del puente PL-10. Se llevaron también motores fuera borda para navegar con la compuerta. En sólo cuatro días se restablece el paso por medio de una compuerta sobre flotantes.

Compuerta sobre flotantes en Sidi Bou Alí

A cargo de la Cía. de Puente H.G.30 se encontraba el Cap. Adolfo Dalda Mourón con 79 hombres. Su unidad contaba con 90 metros de puente H.G. 30, puente de construcción española, proyectado por dos ingenieros militares, Hernández y Grande (H.G.) y fabricado en el Centro Electrotécnico de Ingenieros de Guadalajara, actual Parque y Centro de Mantenimiento de Material de Ingenieros (PCMMI). 

En Túnez se plantea el interrogante de qué método de construcción se iba a utilizar. Teniendo en cuenta la altura sobre el cauce y la cantidad de agua que circulaba por el mismo, se toma la decisión de montaje en primera orilla y empuje. Otro problema a resolver fue la alineación y nivel de la vía férrea, ya que el nuevo puente debería coincidir en alineación y nivel con la antigua infraestructura. Para ello se marcaría el eje de 100 metros de vía delante de la estación de Sidi Bou Alí, donde se construiría el puente. Para realizar dicho montaje se tuvo que construir una vía de 4 hilos (carriles), ya que los medios llevados de España eran ancho ibérico, y se utilizaron alternamente con medios tunecinos de vía estrecha. La progresión de los trabajos fue excepcional, terminando la construcción de los 72 metros de puente en tan solo 8 días. 

Premontaje del Puente HG30 para FF.CC, véase el detalle de la vía de 4 hilos

Inesperadamente las autoridades tunecinas solicitaron adelantar la apertura del paso ferroviario al 25 de diciembre, dos días antes de lo previsto. En esos momentos difíciles, el personal que componía la misión puso todo el esfuerzo y empeño para cumplir con los plazos, pero debido a la laboriosa y lenta maniobra de bajada del puente a los estribos, aun haciendo turnos de 24 horas, no se terminó hasta la mañana del 26.

Puente HG todavía sobre sus gatos y compuerta de PF50 con motor fuera borda

Al día siguiente, a las 9 de la mañana, personal de la Cía. de Puentes H.G.30 realizaron como pasajeros el primer paso del puente por ferrocarril, o eso creían ellos, ya que más tarde se enteraron de que durante la tarde del día anterior ya habían circulado sobre él algunos trenes de mercancías.  

Finalmente, el día 3 de enero se realiza la entrega oficial, con la visita del Ministro de Asuntos Exteriores, acompañado por el Embajador de España en Túnez y personalidades del gobierno tunecino, haciéndoles entrega de la foto oficial, firmada por todos los Oficiales de la misión. 

Fotografía dedicada por los oficiales españoles para el gobierno tunecino

A partir de ese momento, entre la población tunecina se conoció al puente de ferrocarril,  como “Puente Español”. La misión había sido un éxito rotundo y la labor de todos los miembros de la misión no pasó desapercibida. Como reconocimiento a su dedicación, todos los miembros de la misión recibieron la Medalla de la Orden de la República Tunecina, la más alta distinción otorgada por aquel país.

El lunes, día 5 de enero salía el barco con la misión española rumbo a Valencia. En una entrevista, realizada al Cte. Gómez Torres se resume lo que fue el espíritu de la primera misión de ayuda humanitaria, tal y como las conocemos en la actualidad. “… Y, para terminar, os diré que nuestro mayor orgullo y nuestra mayor satisfacción ha sido, no solo cumplir con nuestra misión específicamente técnica, sino que, en toda Tunicia, el uniforme del soldado español valga tanto como un pasaporte y sobre todo que el nombre de España fuese conocido, querido y respetado por todo el mundo.”

Finalmente, las palabras que dijo el Cap. Pérez Gallego, del RMING nº3, en una conferencia tras finalizar la misión, son un claro ejemplo de la valía del soldado de Ingenieros: "Con esto quiero rendir un pequeño tributo a ese soldado anónimo Zapador, que hace lo que le mandan, pero que resuelve pequeños problemas y da ideas, a veces geniales; si se le hace participar de verdad y con cariño en la operación, ellos realizan el trabajo”.


(1) Para los que no conocen el puente Bailey (o el actual Mabey), su configuración dependerá de la brecha a salvar y de la clase que se necesite (peso que puede soportar). Puede ser de varias categorías en base a los paneles que deban utilizarse para su construcción. Simple es un panel y doble, dos paneles. Simple-simple, por ejemplo, es cuando hay sólo una fila de paneles. Si añadimos una fila de paneles a cada lado de la estructura, se convertiría en doble-simple. Si doblamos la estructura encima de la anterior, sería doble-doble, y así sucesivamente para conseguir mayor resistencia. Ver montaje de puente Mabey.


22 diciembre 2024

FELIZ NAVIDAD

 A dos días de celebrar la Nochebuena, El Furriel no se va a enrollar hoy con fallos en los actos militares, ni va a contar batallitas, ni va a echar moralinas nostálgicas. Hoy toca felicitar estas entrañables fiestas a la gran familia militar, sobre todo a los que están desplegados en operaciones internacionales y a los que van a estar de servicio en las fechas más señaladas de estos días. 

Y este año, muy especialmente, a los que están quitando barro en Valencia alejados de sus familias. Ellos son la muestra de que el Ejército siempre arregla los desastres de los políticos. Las guerras las crean los políticos y los militares las sufrimos. En este caso los políticos crearon el caos y ahora son los soldados de España los que tienen que mancharse las manos doblando el espinazo, separados de sus familias para lavar la imagen y la conciencia de muchos políticos, aunque no creo que su imagen tenga ya limpieza. Pero bueno, como dice el Credo Legionario, obedecerá hasta morir y trabajará en lo que le manden, pero... manda eggs.

Y no, no voy a seguir porque la puedo liar y puesto que hace un año ya conté más o menos todos mis sentimientos sobre estas fechas desde el punto de vista militar, vuelvo a recuperar aquel artículo de la Navidad de 2023, sobre todo para los que no lo leyeron: LA NAVIDAD CUARTELERA

Como cada artículo lleva su foto, la de hoy es la del Nacimiento del belén de mi casa. Cada año escolta al Niño Jesús un legionario o un paracaidista de los que tengo de recuerdo de las unidades, pero este año, como homenaje a los 50 años de la creación de la Escala Básica de Suboficiales, le toca cubrir tan alto servicio a un Caballero Alumno de la AGBS.



Deseo muchísimas felicidades a los pocos pero leales lectores de El Furriel, sobre todo a los que se encuentran separados de la familia por motivos del servicio a España. 

¡FELIZ NAVIDAD!

15 diciembre 2024

LOS PEQUEÑOS NICOLÁS

 Para quien no lo recuerde, el Pequeño Nicolás era un joven impostor que se infiltró en las altas esferas del poder político y económico español, llegando incluso a colarse como invitado en el besamanos celebrado en el Palacio Real tras la proclamación de Felipe VI como Rey de España.


Pues bien, hoy traigo a El Furriel a esos variopintos personajillos de medio pelo que han proliferado considerablemente en los últimos años en cuantos actos y celebraciones militares se suceden a lo largo y ancho de este mundo y cuya desvergüenza merece un profundo estudio.

Los Pequeños Nicolás son unos personajes que suelen juntarse con otros de la misma condición y que te los encuentras en cualquier sarao donde haya uniformes. Suelen pertenecer a asociaciones y hermandades de veteranos, aunque no lo hayan sido, y hasta llegan a crear sus propias asociaciones (algunas con un solo asociado) en las que, casi siempre, se inventan una prenda de cabeza y se cuelgan más medallas que un general coreano, la mayoría diseñadas por ellos mismos.

Su ciclo de vida, más o menos largo según su habilidad y su morro, es sencillo: nacen y se dan a conocer, se reproducen introduciendo a otros semejantes en los círculos protocolarios de las unidades que se dejan engañar y, finalmente, mueren al ser descubiertos cuando llega un nuevo jefe a una unidad que pregunta quién y qué hace aquí ese tío.

Pero claro, la cuestión es cómo se introducen en este mundillo. Hay dos formas, una directa y otra residual.

La directa consiste en que, con todo el morro del mundo, el Pequeño Nicolás se pone en contacto con el responsable de protocolo de una unidad, cuando no con el jefe directamente, y le dice que es el presidente de la hermandad de antiguos hoplitas o de la asociación de veteranos de la Guerra de la Independencia —son capaces de todo— y manifiestan su interés por asistir a un acto determinado. Como los tíos suelen hacerlo bien y el responsable de protocolo a veces no sabe hacerlo tan bien, pues listo, ya está en la base de datos de protocolo de esa unidad y a partir de ese momento pasa a ser invitado imprescindible en todos los actos. 

Que es verdad, que no estoy de coña. Esto pasa; vamos que si pasa. Hace unos meses recibí un correo electrónico del secretario de una supuesta asociación de veteranos o antiguos no sé qué, diciéndome que, por indicación del presidente, solicitaba que lo incluyera en la base de datos de protocolo del Museo que dirijo. Sin preocuparme por indagar sobre esa asociación le contesté diciéndole —con toda la educación del mundo, lo aseguro— que ni de coña, que yo solo invitaba, además de a las autoridades militares, a quien tenía relación con el museo o a quien me invita a sus actos y que su asociación era totalmente desconocida para mí por lo que no existía relación ninguna. 

Comentado este asunto con algunos militares me dijeron de quién se trataba y pude ver que, efectivamente, asistía a bastantes actos. Eso sí, en alguna unidad de la Armada en Cartagena ya lo tienen calado y el jefe le ha prohibido el acceso para siempre tras invitarle a pirarse del cuartel a mitad de un acto en el que, sin habérsele invitado, se había colado el tío en el acotado de autoridades civiles.

Luego están los que nacen como Pequeños Nicolás de forma residual, es decir, que aprovechan su pertenencia a una determinada asociación (totalmente reconocida y con miembros perfectamente dignos) para ir ganándose la confianza de quien maneja el protocolo. Inicialmente acceden como componentes de esa asociación, pero finalmente ganan su fila particular en la base de datos. 

En estos casos suele ocurrir que los jefes de unidad tardan en conocerlos por su fugaz tiempo de mando de un par de años o tres, tiempo en el que los Pequeños Nicolás saben derrochar toda su simpatía para ganarse su confianza, como se ganaron la de sus predecesores. 

Hacia 2003 o 2004 o por ahí, un grupo de veteranos paracaidistas de la zona de Elche que habían integrado años antes una asociación de veteranos paracaidistas acabaron por discrepancias fuera de la estructura de FENASVPE (Federación Nacional de Asociaciones de Veteranos Paracaidistas de España). Estos veteranos eran de esos veteranos que tenemos a veces hasta en la sopa en los cuarteles y, por proximidad, el cuartel que más solían frecuentar era el del Acuartelamiento Santa Bárbara, en Javalí Nuevo (Murcia) —sí, Javalí con uve—, sede en esos años de la Bandera Ortiz de Zárate III de Paracaidistas y de la Unidad de Formación Paracaidista, UFPAC, es decir, el antiguo Batallón de Instrucción Paracaidista. Yo me encontraba entonces destinado como teniente instructor en la UFPAC.

Era época de carencia de tropa en las Fuerzas Armadas tras la suspensión de la Mili. No estaba de moda ser militar y las plazas en los centros de formación de Tropa no se cubrían en ninguno de los once ciclos de ingreso que había al año. En la UFPAC, donde teníamos claro que preferíamos calidad antes que cantidad, además de no cubrirse las plazas, había un gran número de bajas por renuncia voluntaria a lo largo de los meses de instrucción y en aquella época terminábamos el año con poco más del 50% de cobertura de las plazas que necesitaba la Brigada Paracaidista.



En esta situación, este grupo de veteranos paracaidistas de la zona de Elche propuso al entonces General Jefe de la BRIPAC, Gral. Gómez-Hortigüela, crear unos equipos para captar a jóvenes en la zona de Alicante con el fin de que ingresaran en el Ejército. El Gral. Gómez-Hortigüela no les puso pegas; a fin de cuentas no había nada que perder y cualquier idea era bienvenida si podía colaborar a paliar la falta de Tropa. El presidente de esta asociación, una tal "Y", se vino arriba creyéndose yo qué sé qué y hasta le pidió al General que se les hiciera un carné de captadores. Este carné, por supuesto, no tenía ninguna validez oficial, pero ellos iban por ahí tan felices con él.

El señor Y, que durante el Servicio Militar fue escribiente en la PLMM del BIP, pero que hablaba como si hubiera mandado él solito el batallón, frecuentaba cada vez más el murciano cuartel de paracaidistas con cada vez mayor altanería, fruto, supongo, de su todopoderoso carné de captador. Vamos, un auténtico Pequeño Nicolás. En una de las seis juras de Bandera que celebrábamos al año incluso quiso estar en la tribuna presidencial por ser el "jefe de los captadores de la BRIPAC". Por descontado que el Capitán encargado de protocolo le dijo que no.

Se dedicaba este personaje a escribir mucho en foros y blogs de internet de temática militar, en la mayoría de los cuales solía tener acaloradas discusiones con otros internautas. Uno de estos internautas, llamémosle "G", era uno de mis alumnos que había sido antes legionario y en ese momento había vuelto a ingresar en el Ejército para ir destinado a la Brigada Paracaidista. Tuvieron discusiones bastante fuertes entre ellos y una mañana en la que me encontraba con mi sección en la pista de aplicación, apareció el señor Y por allí y, dándome una voz desde la carretera, me gritó que le mandara al alumno G que tenía que hablar con él. Yo, que no podía creerme lo que había oído, lo miré y, sin hacerle ni puñetero caso, seguí a lo mío. Volvió a gritarme, de forma más autoritaria, que le enviara inmediatamente a G. Entonces ya me fui para él y lo mandé a la mierda. Nada de con forma educada ni con eufemismos; lo mandé literalmente a la mierda y le dije que quién se creía que era para ir exigiendo y dando órdenes a un teniente. Él me dijo que era un captador designado por el General de la Brigada. Así se lo tenía creído el tío.

Inmediatamente se fue a ver a mi Teniente Coronel y le contó lo ocurrido. El Teniente Coronel, sin necesidad de esperar a mi versión, le echó del cuartel y le prohibió la entrada indefinidamente al mismo. A partir de ese momento fui protagonista casi principal de sus escritos en foros de internet. El Gral. Gómez-Hortigüela no quiso volver a hablar con él.

Personajillos como éste hay muchos. Tal vez no con tanta soberbia como el señor Y, pero son una especie de tarados que necesitan su dosis de protagonismo cuartelero y que no terminan de extinguirse. 

No los soporto.


24 noviembre 2024

YA NO HAY HÉROES... NI LOS HABRÁ

 Un soldado pidió permiso a su teniente para adelantarse en el frente para rescatar a su camarada que había caído herido por el fuego enemigo. Su teniente no le autorizó porque su compañero ya habría muerto y no podía poner en riesgo una vida más. El soldado obedeció y volvió a su puesto, pero una fuerza interior le recomía: no podía abandonar a su camarada. Saltó de la trinchera y corrió hacia su camarada, lo recogió del suelo y echándoselo a la espalda, regresó con él a la posición. Al verlo llegar con el cuerpo ya sin vida de su compañero, el teniente le llamó la atención: te dije que no fueras, que estaría muerto; has desobedecido y has arriesgado tu vida sin necesidad. Entonces el soldado le contestó: cuando llegué aún vivía y antes de morir le dio tiempo a decirme "estaba seguro de que vendrías a por mí"

Esta historia, conocida en diferentes versiones, describe perfectamente al héroe. Pero realmente ¿qué es un héroe? Pues hay mucho escrito y muchas las definiciones y teorías sobre lo que es un héroe, pero podríamos resumirlas en esa persona cuya actitud, virtud o capacidad sobresaliente le hacen enfrentarse con valentía al peligro o a la adversidad en bien de otros, sin importarle sus propios riesgos. 

El concepto de héroe está íntimamente ligado al de honor, por eso a lo largo de la historia muchos héroes lo han sido porque su honor les llevó a actuar mucho más allá de lo que era su obligación. Nunca un héroe lo será si se limita a cumplir órdenes estrictamente, pues éstas tienen mucha parte de razonamiento y poca de alma, que es la que empuja al honor. Uno decide cómo actuar y actúa, pero el aséptico análisis de su acción se convertirá después en una Laureada o en un pelotón de fusilamiento, según cómo acabe la cosa. Cuando uno decide actuar escrupulosamente conforme a las órdenes, normas, tácticas, técnicas y procedimientos sin la más mínima capacidad de ejecución ni la más elemental libertad de acción y sin salirse ni un milímetro de lo estipulado, sin duda estará actuando de forma oficialmente correcta y nada se la podrá reprochar; será un buen cumplidor de órdenes y un gran disciplinado. Pero este tipo de personas jamás serán héroes. No se puede ser un héroe si sólo te limitas a cumplir lo que está escrito. 

Y no es que esté mal ser un exacto cumplidor de normas y demás literatura reglamentaria, pero hay ocasiones en las que tanto tu responsabilidad por el puesto que ocupas como por lo que tantos esperan de ti te obligan a tomar decisiones en cuestión de minutos. Para tomar la decisión de hacer lo que está escrito no hace falta todo un teniente general, por poner un ejemplo; es suficiente con tener a alguien que sepa leer e interpretar bien lo que está legislado. 

El cargo desempañado al alcanzar determinado empleo militar implica responsabilidad; mayor cuanto mayor es el empleo. Pero esta responsabilidad no se exterioriza únicamente con el estricto cumplimiento de lo que está escrito ni con la justificación de la nómina ante tus superiores, mucho menos cuando tus superiores son políticos, que nada entienden de estos valores de los que estamos hablando hoy.

La responsabilidad basada en el estricto cumplimiento de lo escrito no responde a ninguna capacidad de decisión, sino a saber leer, ser muy obediente... y poco más. La responsabilidad debe basarse en la disposición a asumir los riesgos derivados de una decisión, sean los que sean, y esas decisiones deberán estar guiadas por el sentido del deber, que no siempre está escrito.

El sentido del deber debe ser una de las líneas de acción del militar actuando como militar, que es por lo que cobra. Para mandar a unos miles de hombres a base de órdenes que no se salen ni un ápice de lo que está escrito —y más cuando está escrito por políticos— no hace falta ser, otra vez por ejemplo, teniente general. Mandar implica tomar decisiones y cuando éstas pueden no estar completamente recogidas en órdenes ministeriales, leyes y demás palabrería política, es cuando reviste verdadero valor el ejercicio del mando. 

La responsabilidad está íntimamente ligada al ejercicio del mando pues implica tomar decisiones a sabiendas de que pueden suponer el fin de tu carrera. Se decide actuar de determinada manera asumiendo toda la responsabilidad, para bien o para mal. Eso es mandar militarmente; lo contrario es ser un simple gestor de recursos humanos y recursos materiales. Y para evitar que la arbitrariedad o el error vayan unidos a la acción del mando sólo hay una fórmula: actuar con sentido del deber.

Pero claro, habrá que entender qué es el sentido del deber. Para ello no debemos circunscribirnos a reglamentos, sino que debemos abrir la mente hacia algo más grande, la verdadera esencia del Ejército reflejada en sus Reales Ordenanzas, escritas por militares para militares con una gran alusión a  nuestros valores.

Según rezaban las Reales Ordenanzas de 1978, la razón de ser de los Ejércitos es la defensa militar de España, pero también las de 2009 nos obligan a los militares a poner el máximo empeño en preservar la seguridad y bienestar de los ciudadanos en supuestos de grave riesgo, catástrofe, calamidad u otras necesidades públicas, esforzándose en que la rápida intervención de las Fuerzas Armadas suponga una respuesta eficaz que infunda confianza y tranquilidad a la población.

Pongamos un ejemplo de lo que es actuar con sentido del deber. Imaginemos que, en un lugar próximo a una base militar, se produce un incendio en el que el fuego está cercando a las viviendas próximas. De ellas salen despavoridos los vecinos para alejarse del peligro. La brigada alojada en esa base tiene personal y medios que rápidamente podrían salir en ayuda de la población civil para preservar su seguridad, pero el jefe de esa brigada pierde el tiempo preguntando a su Estado Mayor qué dicen las normas sobre cómo intervenir o a quién debe pedir permiso para actuar. En ese tiempo el presidente de la comunidad autónoma pide ayuda al Gobierno de España, la Ministra de Defensa da la orden de intervenir al JEME y así hacia abajo llega por fin la orden de intervenir al jefe de la brigada, pero ya es tarde; el incendio se ha cobrado más de doscientos muertos... En este ficticio ejemplo ya sólo habría faltado que el general hubiera declarado a la prensa que su brigada estaba preparada, pero que estaba esperando órdenes.

Todo muy reglamentario y con un estricto cumplimiento de los protocolos de actuación ante estas emergencias naturales. Una gran muestra de disciplina, pero hay más de doscientos muertos.

Este ejemplo, aunque parezca que es una exageración y que jamás podría darse, sería una muestra de no actuar con la responsabilidad de tomar decisiones adecuadas para el cumplimiento del deber. ¿Qué deber? El de preservar la seguridad y bienestar de los ciudadanos esforzándose en que la rápida intervención de las Fuerzas Armadas suponga una respuesta eficaz.

Está claro que el Ejército se rige por el exacto cumplimiento de las órdenes, pero ante situaciones extremas es cuando surge el héroe cuyo honor le empuja a actuar con rapidez para alcanzar las más altas misiones que tienen encomendadas las Fuerzas Armadas. Luego ya veremos cómo se justifica esto, pero de momento, se actúa.

Por eso ya no hay héroes, ni los habrá. Cada vez más se está configurando un estilo de mando de gestores de grupos de hombres, cuyo éxito profesional viene definido por actuaciones que no se salen ni un milímetro de lo que está escrito en normas y procedimientos. ¿Esta falta de capacidad de ejecución es la base del tan manido últimamente mando orientado a la misión? ¿Este es el tipo de líder que queremos? Pues eso, que ya no hay héroes... ni los habrá.

No hay mayor recompensa que la satisfacción del deber cumplido, pero siempre con honor. Qué bonito debe de ser que te recuerden por tu gran sentido del deber. No me acuerdo de nadie a quien recuerden por haber sido un estricto cumplidor de órdenes —bueno, a algunos sí se les recuerda, pero no precisamente como ejemplo de nada bueno—.

Qué pobre habría sido la historia militar de España si siempre se hubiera actuado con tan poco sentido del deber y del honor. 

Termino con la famosa frase del Alcalde de Zalamea: Al Rey la hacienda y la vida se ha de dar, pero el honor es patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios.


Los héroes del Baler.

 


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03 noviembre 2024

LA UME

Tras unos días bastante complicados por motivos personales, hoy El Furriel quiere escribir. Y el tema de triste actualidad de la DANA de esta semana da pie a contar algunas cosas que sé que muchos desconocen o, al menos, no conocen a fondo. No olvidemos que este blog nació para dar a conocer cuestiones, creo que importantes, que están olvidadas o que han quedado en desuso y son desconocidas por los jóvenes militares, que son los principales destinatarios de los pensamientos de este viejo soldado.

Desde 2005, año de creación de la Unidad Militar de Emergencias, no hay incendio, inundación, terremoto, nevada o cualquier otro tipo de situación de emergencia natural, en la que la UME no haya participado de forma exitosa. Incluso fuera de España. Tampoco ha habido ni una de estas intervenciones de la que no se haya hecho eco en los medios de comunicación por su impecable actuación. No hay desgracia natural en la que la sola presencia de los hombres de negro con sus camiones rojos no haya sido un soplo de esperanza y tranquilidad para los afectados por estas emergencias. No podía ser de otra forma, son militares. 

El 26 de diciembre de 2004, una gran nevada colapsó la provincia de Burgos, hubo que evacuar a más de 6.000 personas y varios pueblos quedaron aislados. Hubo un fallecido. Nada comparable con lo ocurrido en Valencia esa semana, pero el entonces Presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, sí se preocupó por esta emergencia sin necesidad de esperar a que el Gobierno de Castilla-León solicitara ayuda y empezó a pensar que España necesitaba un moderno sistema de emergencias y un potencial adecuado tanto en personal como en medios. 

Unos meses después, entre el 16 y el 20 de julio de 2005, un incendio en Guadalajara costó la vida de once bomberos forestales. Este fue el detonante que confirmaba que España necesitaba hacer las cosas de otra forma a como se venían haciendo. A pesar de que se podían haber adoptado otras medidas, como una legislación adecuada, potenciación y mejora en la formación del personal de emergencias, adecuación de medios o mayor y mejor coordinación entre administraciones, se decidió que fuera el estamento militar, acostumbrado a hacer bien las cosas, quien diera solución a este problema. Supongo que Margarita Robles no recuerda cómo se creó la UME cuando dice eso de que el Ejército no puede hacerlo todo y que cada administración tiene su responsabilidad. 

No cabe duda de que era una magnífica idea contar con personal militar dedicado en exclusiva a llevar a cabo con éxito lo que civiles, en la mayoría de los casos voluntarios pero sin la formación adecuada, no podían garantizar. Para ello, en octubre de ese mismo año —qué rapidez legislativa cuando se quiere— se creó la UME en un Consejo de Ministros, aunque no es hasta junio de 2007 cuando se define su encuadramiento y su funcionamiento.

Pero claro, había prisa y no había tiempo para convocar plazas de personal de nueva incorporación ni para comprar todo el material necesario, por lo que la UME se creó detrayendo personal, y en bastantes más casos de los que se cuenta, material de las unidades de los tres ejércitos que se dedicaban a la defensa militar de España, razón de ser de los ejércitos —no lo digo yo, lo decían las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas de 1978, en vigor aún en esos años—.

Así vimos cómo se iban publicando vacantes en la UME que eximían del plazo de mínima permanencia en la unidad de destino, cómo se le iba asignado material en uso en unidades y cómo se dedicó una ingente cantidad del presupuesto de Defensa para crearla sin apenas incremento de dicho presupuesto. Los que seguimos en las unidades para las que el enemigo seguía siendo el mismo que siempre y no el fuego, fuimos sufriendo una merma en personal y en medios, sobre todo las unidades de Ingenieros, y en los créditos asignados, con la consiguiente disminución, por ejemplo, de repuestos para el mantenimiento de vehículos. Aún estamos sin recuperarnos de aquello...


A pesar de que, repito, era una idea de la que el tiempo ha demostrado su eficacia, la creación de la UME produjo un gran malestar en los ejércitos, sobre todo en el de Tierra por ser el más afectado. No era la UME lo que no gustaba, a pesar de que muchos columnistas de los que suelen escribir sobre temas militares sin tener ni repajolera idea quisieron verlo así; lo que no gustó fue la forma en la que se creó la UME. 

Y la forma no fue sólo el asunto del personal y material detraído de las unidades militares, sino la forma política de querer dar una visibilidad no bélica a una unidad militar que era la joya de la corona. Hacía pocos meses que Zapatero había ordenado unilateralmente el vergonzoso repliegue de las tropas españolas de Irak. Los militares no comulgábamos con esa postura tan anti belicista de la que hizo gala el propio Zapatero con el asunto de Irak e, incluso, para alabar a la UME. Con esta situación, ya me dirán ustedes...

Esta publicidad "oficial" que se preocupó por vender la imagen de la UME como algo parecido a una ONG era un tema peliagudo en aquellos años pues veníamos de una época de misiones internacionales en las que el prestigio de nuestro Ejército se vio salpicado en varias ocasiones por la imagen política de querernos convertir en una oenegé. Tal fue el empeño de Zapatero en la UME como nueva imagen de las FAs, que pronto se empezó a hablar de ella como la Guardia Pretoriana de ZP o la División ZP —os recuerdo que la UME la creó el mismo Ministro de Defensa que ordenó quitar el lema A España servir hasta morir del monte de Constampla en la AGBS—.

Aquí hago un inciso en el relato para confesar públicamente que me equivoqué. Cuando se empezó a oír hablar sobre la nueva UME yo decía que iba a ser un fracaso porque estaba convencido de que serían pocos los militares que querrían cambiar el fusil por la manguera. Pero no, tuvo toda la aceptación que yo no habría imaginado jamás. No sé si el mayor atractivo para pertenecer a la UME fue hacer algo diferente, una experiencia nueva, querer ser más "útil" a la sociedad que haciendo maniobras en San Gregorio o pegando tiros en Afganistán, o la diferencia de sueldo, pero está claro que me equivoqué. 

De esta unidad destacaría unos aspectos muy positivos. En primer lugar, con la UME se ha evitado tener que participar en extinciones de fuegos o en inundaciones con personal militar con poca o nula preparación para ello como nos pasaba hasta entonces donde nos jugábamos la vida por falta de instrucción adecuada por muchas ganas que le echáramos. En segundo lugar, que se ha ampliado el abanico de situaciones en las que se puede intervenir de forma militar, haciendo bien las cosas, por la gran variedad de cometidos de emergencias para los que los úmedos están preparados. Y en tercer lugar, y muy importante, que ha crecido la valoración que de las FAs tiene el pueblo español.

Pero también tiene su lado menos positivo para mí. En primer lugar que da mucha pena que las unidades tengan considerables carencias en la cantidad y calidad de los materiales para prepararnos para la guerra mientras la UME tiene otro nivel. En segundo lugar que el personal de la UME proceda de los tres ejércitos y no sea un cuarto ejército independiente cuyo personal se dedicara para siempre a los cometidos para los que ha recibido tan específica formación y de los que ha adquirido tan extraordinaria experiencia. Y en tercer lugar, que ya muchos se olvidan de que antes de la existencia de la UME también en el Ejército apagábamos incendios, quitábamos barro o apaleábamos nieve. 

En fin, que fuera como fuere que nació la UME e independientemente de que nos gustara o no en aquel momento —o en el actual— hay que reconocer el extraordinario trabajo de todos y cada uno de los componentes de esta Unidad Militar de Emergencias que tantas vidas ha salvado y tanto ha ayudado a los desprotegidos a causa de las turbulencias de la naturaleza. Saben hacer las cosas bien, no olvidemos que son militares.

Pero como en todo en la vida, no todo es blanco y negro, hay muchos colores intermedios. Como en Valencia, donde además del color negro del uniforme de la UME está el minerizado boscoso del ET, o el mimetizado árido del EA (y del viento) y de la Armada, porque cuando la cosa se pone tan fea como se ha puesto en Valencia, al final hay que tirar de abnegados soldados que por unos días han cambiado el fusil por una pala o por un escobón y se están hinchando a quitar barro.

13 octubre 2024

DESFILE DEL DFN DE 2024

 Hoy, como es natural, El Furriel quiere hablar del tradicional desfile que con motivo del Día de la Fiesta Nacional de España se celebró ayer en Madrid. Al igual que el año pasado, por haber asistido a la celebración de la patrona de la Benemérita, no he podido ver el desfile en directo, por lo que lo he visto en diferido por la tarde. Esta circunstancia te permite ver las cosas con más detalle al poder rebobinar y volver a ver una imagen. 

En condiciones normales me habría sentado frente a la pantalla espectante por saber cuál sería la sorpresa con la que nos sorprenden cada año, pero esta vez iba ya alertado pues al finalizar con la Guardia Civil e ir hacia mi coche vi que tenía 192 mensajes de WhatsApp sin leer. Echando un vistazo rápido a alguno de los distintos grupos que comparto con militares ya fui teniendo una idea de lo que había pasado, pero no quería dejar de verlo con mis propios ojos.

Por la mañana pensé que poco habría que escribir sobre el desfile, ya que sería, más o menos, lo mismo que escribí el año pasado en EL DESFILE DE LA FIESTA NACIONAL. Que si hace falta más orden cerrado, que si algunos oficiales entran a matar con el sable en el vista a la derecha, que si las alineaciones, que si la retransmisión es una birria, etc. Vamos, lo que tristemente se ve habitualmente en los desfiles actuales. Sin embargo, viendo lo que ha ocurrido en este desfile de 2024, merece la pena hacer un análisis concreto.

Aunque estoy seguro de que si no hubiera llovido podríamos hablar de todas esas cuestiones que deslucen los desfiles habitualmente, sí llovió, y mucho, por lo que habrá que ser benevolente con el análisis técnico del desfile.


Varias y razonables fueron las medidas adoptadas como consecuencia de la lluvia, como fueron suspender el desfile aéreo y el lanzamiento paracaidista con la Bandera o que no desfilaran las banderas de todas las unidades, de gran valor, para evitar su deterioro. Hasta ahí todo natural y lógico.

Pero ya es otra cosa lo que se le hizo a La Legión... y a los españoles que esperaban bajo la lluvia para verla pasar a su paso característico. Los militares, y los legionarios como los que más, tenemos la rara y trasnochada costumbre de ser disciplinados; cuando se nos da una orden la hacemos nuestra y la cumplimos, pero el pueblo que está viendo el desfile no entiende ciertas cosas y ésta es una de ellas, según me llega de alguien que vio el desfile in situ y oyó los comentarios de mucha gente del público.

Supongo que la orden se daría tras un profundo estudio de la situación y según los datos que se tuviera en ese momento. Esto es como la guerra, que no es una ciencia exacta, sino un arte, y a veces se acierta y a veces no.

El motivo para que La Legión y los Regulares no desfilaran a su paso específico no fue otro que reducir el tiempo de exposición bajo la lluvia de, supongo, políticos e invitados, porque el público permanecía estoico e impasible bajo la lluvia, pudiéndose haber ido a sus casas cuando le hubiera dado la real gana, y los militares llevaban mojándose desde las 8 o 9 de la mañana —algunos incluso desde bastante antes—.

Gracias a Youtube es fácil comprobar que en 2023 el desfile a pie, desde el Coronel Jefe de la Guardia Real hasta la última compañía de La Legión, tardó en pasar por delante de la tribuna presidencial 18 minutos y en 2024 ha tardado 15 minutos. Es decir, lo que se ganaron fueron sólo 3 minutos, 180 segundos. 


¿Realmente valió la pena que La Legión no desfilara a su paso por 3 minutos? ¿Por 180 segundos valió la pena que el público no pudiera ver el desfile a paso legionario que es, sin lugar a dudas, el que más pasiones levanta en estos desfiles?

No hace falta ser un experto en desfiles, ni siquiera en cinemática, para saber que habitualmente La Legión deja espacio con la unidad anterior para alcanzarla, a su velocidad, al final del recorrido. Es decir, en caso de haber desfilado a 160 pasos por minuto estos 3 minutos, al final del recorrido, habrían sido CERO.

Claro, dirán algunos ¿y los Regulares que van detrás? Pues sin acritud, y teniendo en cuenta que el desfile regular sí es más lento, la solución habría sido fácil: se pasa a los Regulares a desfilar delante de La Legión a 124 pasos por minuto y listo. En vez de cambiar el paso a dos unidades se lo cambias a una sola y el daño moral es bastante menor. 

Sí, daño moral. El legionario, como todo el mundo, tiene sus virtudes y sus defectos; más de unos que de otros según quién hable de ellos —la envidia es muy mala—, pero no cabe duda de que lo que es máximo en La Legión es el orgullo que tiene le legionario por todas y cada una de sus características diferenciadoras, incluido el desfile a 160 pasos por minuto. 

A pesar de todo, este desfile será inolvidable para los que han tenido la gran suerte de desfilar en estas condiciones. El soldado español se crece ante las adversidades y el orgullo que han debido de sentir al desfilar así bajo la lluvia y con los charcos por encima de los tobillos. El Ideario Paracaidista dice que "por encima de todo está la misión; el calor, el frío, el hambre, el sueño y el cansancio para mí serán estimulantes". Estoy seguro de que la lluvia de ayer fue un estimulante para todos y cada uno de los soldados que tuvieron la gran fortuna de desfilar calados hasta los huesos. Qué envidia.


Para terminar, sigo pensando como el año pasado: aunque sea la Fiesta Nacional, la fiesta de todos los españoles civiles y militares, no deberíamos olvidar que es un desfile MILITAR. No me gusta ver en un desfile militar a los de Vigilancia Aduanera ni a Protección Civil ni al SAMUR. ¿Por qué no desfilan también, por ejemplo, los guardas forestales, los celadores de hospitales, los maestros, los panaderos o los barrenderos con sus camiones de recogida de basura? A su manera también hacen Patria...