28 enero 2024

ARENGAS

Los que bien me conocen saben que soy un romántico de la Milicia, un nostálgico de otros tiempos en los que muchas cosas eran más... militares. ¡Ojo!, que no soy de los que afirman categóricamente que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero sí soy de los que afirman que de tiempos pasados se han perdido muchas cosas que no deberían haberse perdido por muchos motivos, pero, sobre todo, porque ha desaparecido con ellas parte de la esencia misma de la Milicia en España.

Hay muchas situaciones en las que habitualmente echo de menos algunas cosas. Cosas que, como he dicho antes, se han perdido y ya no volverán. Hoy me voy a referir, de entre ellas, a las alocuciones, a las genuinas y alentadoras arengas que te ponían la sangre en presenten y que se han ido perdiendo para dejar paso a los correctísimos discursos leídos que te ponen la sangre... en descanso


Mi primer destino al salir de la AGBS fue en la División Acorazada "Brunete", que mandaba el General Don Máximo de Miguel Paje —a nadie se le ocurría en esos tiempos hablar de un general, ni coloquialmente, sin ponerle el don—. Pues bien, Don Máximo, con su voz rota por herida de proyectil de fuego enemigo en Ifni y con la seriedad y flema de un general de los de antes, fue de los que más mella hicieron en mi joven conciencia militar por las arengas que echaba. Era de los que se plantaba en medio del patio de armas, sin micrófono, si la ocasión y la magnitud de la formación lo permitía, y, por supuestísimo, ni un solo papel. Don Máximo no leía, hablaba, a voces, para que lo entendiera hasta el último soldadito, de España, de la disciplina, del sacrificio, de la abnegación, del servicio, del compañerismo, etc, pero siempre con un tono enérgico que te calaba en lo más hondo. ¡Ah! y las alocuciones se oían en firmes en esa época. Tras la alocución no hacía falta esa tan fresita moda de "jefe de la línea: mande firmes, por favor". ¿Por favor? En fin... mejor me callo.

Tte. Gral. De Miguel Page siendo Capitán General de la VI Región Militar.

Don Máximo no hablaba, con las tropas formadas, de objetivos alcanzados en el año anterior, ni de los objetivos previstos para el año en curso o el siguiente. Tampoco hablaba de programas anuales de preparación, ni hacía un resumen de los ejercicios y maniobras de la unidad durante el último año. 

Don Máximo no perdía más tiempo del educadamente imprescindible en agradecer la asistencia al acto de nadie, ni de políticos ni de militares, sólo de las familias cuando se trataba de una jura de bandera. Iba al grano y para él ir al grano era hablar para el soldado. 

Las arengas y alocuciones destinadas a elevar la moral y el espíritu de unidad de las tropas son páginas ya olvidadas de nuestra historia. Ya, salvo algún raro romántico, nadie arenga durante los actos y paradas militares. Ya nadie habla tirando de corazón "en directo", ya sólo se preparan discursos escritos que quedan muy correctos tras leerlos, releerlos y corregirlos decenas de veces buscando esa bonita palabra o esa frase eufemística que, con un gran giro semántico, consiga ser muy elegante y muy socialmente correcta.

Una vez más recurrimos al General José Almirante para ver qué dice sobre todo esto en su Diccionario Militar y encontramos que es la arenga que un jefe dirige a sus tropas para animarlas y conmoverlas antes del combate; o para felicitarlas después de la victoria; o para alentarlas, instruirlas y reprenderlas. 

Ahora es muy difícil encontrar a algún militar cuyo discurso leído anime, conmueva, aliente ni, mucho menos, reprenda.

Don Máximo es sólo un ejemplo de otros tantos que arengaban y ponían el corazón en presenten. Gracias a Dios conocí a otros en las unidades en las que he tenido el honor de servir, como aquel Teniente Coronel Mayoral, Jefe de la PLMM del Tercio Don Juan de Austria, 3º de La Legión, que mandaba la formación de una Jura de Bandera en la Brigada de La Legión en 1996. Arengó a los nuevos legionarios, sin un solo papel, por supuesto, desgranando y explicando uno por uno los doce espíritus del Credo Legionario con una magnífica y elocuente retórica. Una pena que no consiga encontrar el vídeo de aquella Jura de Bandera.

Creo que confundimos una alocución ante una unidad formada con un discurso en, por ejemplo, la apertura de un curso académico. Las alocuciones en una parada militar deben ser auténticas arengas que tengan al soldadito tenso y no pueden ser aburridas lecturas que sólo llevan al que está en formación a estar pensando si habrá superado ya los siete minutos de duración de las alocuciones recomendados por cierto jefe de FUTER hace unos años.


Mucho se habla de liderazgo ahora, pero ¿de liderazgo de PowerPoint o de liderazgo al estilo del Almirante Cervera?