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Hablar pocas veces de la profesión militar es una de las pruebas de gran desidia e ineptitud para la carrera de las armas. (Del art. 14 de las RR.OO de las FAs)

06 octubre 2024

DEJÉMONOS DE MARICONADAS

El jueves por la noche tuve un sueño; bueno, una pesadilla realmente. Me desperté cansadísimo, consecuencia, sin duda, de la intensidad con la que esos pensamientos nocturnos me habían debido de atormentar durante toda la noche.

A primera hora de la mañana no conseguía recordar el sueño. Sabía que algo tenía que ver con uniformes militares, pero no conseguía descifrar el enigma. Ni siquiera tras mi primer café mañanero conseguía recordar de qué se trataba. 

Pensarán mis pocos pero leales lectores que menudas vueltas le estoy dando a un simple sueño, pero es que, primero, soy un tío muy disciplinado y cuando hay que dormir, duermo y no me entero de nada a mi alrededor, de ahí mi extrañeza, y, segundo, sabía que el sueño había sido sobre algo interesante o, al menos, inquietante para mí. 

Bueno, el caso es que había ido olvidando el asunto y mi leal compañero SIMENDEF —que, por cierto, está a punto de pasar a la reserva y otros vendrán que bueno lo harán— consiguió, como todas las mañanas, ponerme las pilas y despertarme del todo.

Así iba pasando el tiempo y a media mañana salí de mi despacho para dar una vuelta por el Museo Militar que tengo la gran suerte de dirigir. Respiro hondo y huelo a historia; esa historia de la Milicia de España que me relaja porque me apasiona y, además, me abstrae del mundo actual haciéndome olvidar lo que tenemos...

En una de las salas me encontré con un compañero del colegio que hacía años que no veía. Me presentó a su mujer y ésta hizo el ademán de darme dos besos, pero de golpe se quedó paralizada y me djo "te iba a dar dos besos, pero como vas de uniforme no sé si es correcto". Por supuesto, le di dos besos y en ese preciso instante fue como si todo ese sueño nocturno pasara como una película por mi pantalla cerebral en décimas de segundo.

Tras charlar un rato, volví a mi despacho, me senté y fui recordando el sueño enteretico, como dicen en  mi tierra. No me extraña que me levantara cansado; lo que no entiendo es que no me levantara de mala uva. O sí...

El sueño consistía en que llegaba a un acto militar en el que, fuera de formación, nos íbamos colocando los militares en el corralillo a modo de tetris intentando guardar la rigurosa antigüedad. No sé ni dónde ni con motivo de qué era ese acto, pero el caso es que había muchas más mujeres militares de las que por proporción suele haber. Empiezo a ver que ya no hay saludo militar, o si lo hay es algo leve y casi disimulado, entre hombres y mujeres y todo el saludo se reduce a dos besos. ¡Dos besos entre militares de uniforme! Menos mal que sólo era un sueño... 

Un coronel dando dos besos a una capitán mientras la llama, por supuesto, por su nombre de pila. Una teniente coronel que le da dos besos a un comandante. Menos mal que sólo era un sueño... 

Como si hubiera sido la formación más rápida del mundo, acababa el acto militar rápidamente y un grupo decidía hacerse una foto de familia con el monumento a los Caídos de fondo y, como si de un equipo de fútbol se tratara, echándose los brazos por encima de los hombros unos de otros, sin importar empleos ni antigüedades. Menos mal que sólo era un sueño... 

Sí, menos mal que era un sueño, porque son cosas que jamás ocurren en la realidad ¿no? No creo que nadie haya visto jamás esa imagen de dos militares de uniforme saludándose con un par de besos, pues no son los adecuados signos externos de la disciplina y de la cortesía militar de los que habla el artículo 52 de las RR.OO para las FAs:

Pondrá gran cuidado en observar y exigir los signos externos de disciplina, cortesía militar y policía, muestras de su formación militar. Se esforzará en poner de manifiesto la atención y respeto a otras personas, sean militares o civiles, en destacar por la corrección y energía en el saludo y por vestir el uniforme con orgullo y propiedad. Tendrá presente que el saludo militar constituye expresión de respeto mutuo, disciplina y unión entre todos los miembros de las Fuerzas Armadas.

Pues eso, que son cosas que nunca ocurren pues todo el mundo sabe que no es muy correcto porque devalúan el significado del saludo militar si se acompaña de dos besos. Hasta la mujer de mi compañero del colegio, una civil que nada sabe de uniformes, dudó si era correcto dar dos besos a un militar de uniforme. 

No sé qué haría si viera un par de militares de uniforme saludándose con un par de besos. Pero ¡bah! qué más da; eso nunca ocurrirá en el Ejército Español porque todo el mundo sabe que es de lo más anti marcial. Sólo pasa en los sueños. 

Si es que ni entre padre e hija se dan dos besos quienes, aunque no lo vistan todos los días, tienen respeto al uniforme y respeto a las formas que materializan externamente la disciplina y el valor de la jerarquía.


Ya puestos, espero no tener ninguna pesadilla con una pareja de militares de uniforme paseando cogidos tiernamente de la mano como si fueran Dora la Exploradora y Hello Kitty.

También es cierto que muchas veces la realidad supera la ficción. Tal es el caso que he recordado mientras escribía, y esto no fue un sueño. Siendo teniente, estaba en una base aérea esperando a que cambiaran las condiciones climatológicas para poder realizar el lanzamiento paracaidista que se había suspendido momentáneamente por exceso de viento. Nos dirigimos unos cuantos a tomar un café a la cantina de la base con el objetivo de hacer tiempo. Al llegar a la puerta la abrí y dos soldados mujeres hicieron el ademán de salir. Se ve que creían que yo les abría la puerta para dejarles pasar. Por supuesto me dispuse a entrar yo y, claro, ellas se quedaron de piedra viendo que no les dejaba pasar. Entonces les dije bastante serio: "igual es que estáis muy acostumbradas a que un teniente os ceda el paso, pero yo no estoy acostumbrado a ceder el paso a los soldados" y entré teniéndose ellas que apartar. Tremenda era la cara de asombro que se le quedó a las dos soldados. No sé a qué estarían acostumbradas, pero está claro que culpa no era de ellas, sino de quien les había acostumbrado a eso. 

Y como todos los sueños tienen moraleja... Seamos serios, joé, y no confundamos los signos externos de la disciplina y de cortesía con las muestras externas de cariño. El moderno cede el paso al antiguo y se saluda militarmente y con estrechón de manos; dejémonos de mariconadas y de querer ser tan guays


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