26 noviembre 2023

LA MÚSICA MILITAR (I)

El pasado 22 de noviembre se celebró el día de Santa Cecilia, Patrona del Cuerpo de Músicas Militares, por lo que esta semana El Furriel quiere hacer su pequeño homenaje a estos disciplinados y desapercibidos soldados que, además, son músicos. Y qué mejor para hablar de los músicos militares que hablar de la imprescindibilidad de la Música Militar.


Echando la vista atrás, a los orígenes, nos tenemos que remontar a los comienzos de la más elemental historia bélica en la que las señales acústicas eran el vehículo transmisor de órdenes para avisar de la presencia del enemigo, para reunirse o para atacar. Más tarde la melodía unida a la palabra proporcionaba al guerrero una forma de exteriorizar sentimientos de alegría por la victoria o de identificación de un ideal. Finalmente la música también ha servido al soldado para lograr el acompasamiento del paso de tal forma que los desplazamientos de tropas fueran de forma ordenada y uniforme, es decir, de forma militar. 

De una manera muy general se podría definir la Música Militar como una combinación armónica y rítmica de sonidos destinada a estimular la disciplina del cuerpo, así como a despertar en el alma la vibración patriótica y los sentimientos guerreros —Ricardo Fernández de la Torre. Historia de la Música Militar de España. Publicaciones de Defensa—. 

La faceta de proporcionar la posibilidad de desfilar es la que parece que la define en la actualidad, aunque de una manera muy simplona, ya que, además de las marchas de desfile, todo el repertorio de canciones que se cantan en las unidades militares, incluidos los himnos, así como los toques de ordenanza, son Música Militar. También canciones cuarteleras no oficiales como la ya en desuso Margarita se llama mi amor, la versión española de Lili Marlen o la legionaria Pobrecitos maridos infelices pueden, y deben, ser consideradas parte de la Música Militar de España.

La historia de la Música Militar ha pasado por muy diferentes etapas, desde los primeros usos de rudimentarios instrumentos de percusión, pasando por instrumentos de cuerda de carácter no demasiado guerrero hasta, incluso, la supresión de los tan militares tambores en la I República Española. Sí, aunque parezca mentira, los tambores estuvieron prohibidos en los ejércitos de España desde 1873 hasta 1892. ¡Veinte años sin tambores! Ni la Música Militar se ha escapado de sufrir las absurdas arbitrariedades a las que, desgraciadamente, estamos tan acostumbrados los militares españoles.

¿Y en la actualidad? Pues en la actualidad sobrevivimos con una escasísima existencia de unidades de música ya que la Música Militar se ha relegado a la rendición de honores y paradas, y teniendo en cuenta la poca importancia que se da ahora a conseguir la excelencia en los actos militares, viendo lo que se ve por ahí, es normal la tan pequeña presencia de unidades de música. Ni siquiera a los toques de ordenanza reglamentarios se les da la relevancia que tienen. ¿Cuántos jóvenes soldados conocen y saben qué significa el toque de Llamada, el de Fajina —sí, fajina se debe escribir con jota—, el de Retreta, el de Generala o el de Asamblea? Es más, ¿en cuántos cuarteles ya no se oye por megafonía ningún toque de ordenanza?

A principios del siglo XX había, sólo en el Ejército de Tierra, más de cien bandas de música; cada regimiento y batallón independiente tenía su banda de música. Bandas que, además, estaban mandadas por unos magníficos directores de entre los que sobresalieron reconocidísimos compositores de gran talla en distintos géneros musicales. Actualmente, según dice el Portal de Cultura de Defensa, sólo hay veintiséis unidades de música, sumando las de los tres ejércitos. Incluso las bandas de guerra se han visto tan mermadas que ya sólo existen a nivel brigada y, en muchos casos, ni pueden llegar a cumplir dignamente sus cometidos por falta de personal lo que lleva, en más ocasiones que las deseadas, a tener que usar música enlatada a través de la megafonía.

El problema es que el reducidísimo número actual de unidades de música  no es proporcional al número de actos oficiales en los que se requiere la participación de la Unidad de Música, por lo que nuestros magníficos Músicos Militares tienen una gran carga de participación en cuantos  saraos se organizan en el ámbito de las FAs. Y, a pesar de ello, nunca se quejan —al menos los de las unidades de música que yo conozco—. Cumplen magníficamente y de sobras con las exigentes agendas que tienen y, sin embargo, parece que no se les reconoce su labor tanto como se merecen; quiero decir que pocas veces se habla de la participación de los músicos en una parada militar, parada que sería una ruina si no fuera, también, por la respectiva Unidad de Música y, en su caso, Banda de Guerra. ¿Alguien se imagina un acto de La Legión con música enlatada?


En mis destinos en la Fuerza siempre me ha gustado felicitar a los músicos tras un acto o, incluso, tras un simple ensayo. Siempre me ha parecido admirable su disciplina, su buen hacer y su silencio a pesar del sonido de sus instrumentos. Para mí sus actuaciones son siempre muy brillantes, muy disciplinadas y muy abnegadas —nunca alcanzaré a entender, por ejemplo, qué nivel tienen los músicos legionarios que son capaces de soplar sus instrumentos mientras desfilan a 160 pasos por minuto—. Son la viva imagen del nunca se sabrá de mis hazañas por mis propios labios...

Feliz Patrona y muchas gracias.