24 septiembre 2023

VOCABULARIO MILITAR (I)

No cabe duda de que los militares tenemos nuestra forma particular de llamar a las cosas, pero no sólo a las cosas específicamente militares, sino que a menudo también damos nombre a cosas o situaciones para las que para el resto de la humanidad utiliza otras palabras. Del primer caso (cosas específicas militares), hay miles de ejemplos, pero del segundo (cosas o situaciones generales), también hay muchos. Un simple ejemplo es el de segunda comida. Nadie en España llama segunda comida a la cena, sin embargo, al menos en el Ejército de Tierra, en la orden diaria al relacionar el menú (o minuta), suele siempre escribirse segunda comida. ¿Por qué? Pues yo no lo sé, pero sería interesante saber el motivo, que seguro que tiene su razón en sus orígenes.

Otro tema es el de la cantidad de palabras y expresiones usadas cotidianamente por la población en general que tienen un origen militar, pero este será un tema para escribir sobre él otro día.

Todas nuestras formas de llamar a las cosas tienen su porqué y sería interesante conocer el origen de todas y cada una de nuestras expresiones. Tenemos la suerte de poder consultar aún el Diccionario militar, etimológico, histórico, tecnológico del General José Almirante –de Ingenieros, por supuesto–. Este diccionario es etimológico, por lo que, además de su definición, explica el origen y la historia de cada palabra, pero al haber sido escrito en 1869 hay algunas palabras más modernas que no están recogidas en él. ¿Hay alguien actualmente con el suficiente nivel de cultura militar como para meterse en ese fregao? Me temo que no...

El Diccionario Militar de Almirante tiene todavía más vigencia de la que muchos se creen, por lo que yo recomiendo comprarlo y consultarlo pues consultándolo a menudo se aprende mucho de Milicia. Este diccionario, junto a Estampa de Capitanes. El Espíritu Militar Español, del General Jorge Vigón, deberían ser de lectura/consulta obligada en las academias militares me juego lo que sea a que muchos de los jóvenes oficiales y suboficiales no saben de qué libros estamos hablando

Pues bien, aún a sabiendas de que la lengua evoluciona y es imposible hablar igual que se hablaba en el siglo XIX, en el vocabulario militar hay muchas palabras que evolucionan, pero lo hacen porque son sustituidas por vulgarismos consecuencia de la falta de culturilla militar. Si leyéramos más en general, y a Almirante en particular, no habríamos llegado actualmente a decir algunas palabras como las decimos ni a cambiar el significado a otras.

Hay muchísimos ejemplos, pero como una cosa es que El Furriel –furrier en los siglos XVI y XVII– os entretenga un rato el domingo y otra es que sea un pesado, veremos algunos ejemplos de palabras o denominaciones actuales que han perdido o variado su verdadero significado o su forma de ser escritas o que han transformado su denominación.

BARBOQUEJO. El barboquejo se llama así porque es la correa que va colocada en la barbilla, ya que si fuera colocada en la garganta, como muchos se la colocan, se llamaría gargantejo. Bromas aparte, el barboquejo evolucionó vulgarmente a barbuquejo que, aunque el Diccionario de la Real Academia Española ya lo contemple remitiendo para su definición a la original de barboquejo, no lo menciona Almirante. Es decir, la palabra original (por no decir la correcta) es barboquejo.

TAHALÍ. Muchos creen que el tahalí es la vaina del machete del fusil, sin embargo, es la pieza de cuero, o de lona actualmente, mediante la que la vaina cuelga del ceñidor.



FAJA. Actualmente, que hasta en escritos oficiales se llama fajín a la faja, ya no me atrevo escribir que esté mal dicho, simplemente puedo apuntar que el desconocimiento de la diferencia entre faja y fajín ha llevado a que se usen indistintamente ambas palabras. Incluso ya hay quien cree que faja está mal dicho. A ver, la faja es la tira de tela (generalmente de seda) que usan nuestros generales y diplomados en Estado Mayor sobre la guerrera del uniforme con sus extremos de los que penden unas borlas. El fajín es el que usan los almirantes y generales de la Armada debajo de la chupa en los uniformes de etiqueta y gran etiqueta y que no lleva borlas. 


INTERVALO Y DISTANCIA. En una formación, el intervalo es la separación entre hombres en la fila o entre unidades en el frente, es decir, entre un hombre y el de su lado. La distancia es la separación entre hombres en la hilera o entre unidades en el fondo, es decir, entre un hombre y el de delante o el de detrás. Por eso cuando se oye –demasiado, desgraciadamente– "reducid las distancias entre unidades" cuando éstas están en línea, se está diciendo bastante mal.

UNIFORME. No creo que haga falta explicar qué es un uniforme. Lo que sí haría falta es que los propios militares estuviéramos convencidos de la importancia espiritual del uniforme y dejáramos de llamar traje a nuestro hábito militar. Un traje lo lleva cualquiera, los militares llevamos uniforme, ni más ni menos.

MIMETA, PIXELADO, PATEADA. No voy a meterme mucho con este asunto que, a pesar de que no me guste mucho que se llame mimeta al uniforme de campaña ni pateada a una marcha, sé que está dentro de la jerga coloquial del militar español. Lo que sí requiere que se preste atención es a que al uniforme de campaña se le llame sólo como pixelado. Es un  caso similar a creer que el sarga es un color. El pixelado es un patrón mimético con cuadraditos a estilo píxel. Hay quien cree que el uniforme de campaña de uso habitual actual, el mimetizado de patrón boscoso, se llama pixelado y que el anterior o usado ahora en Mali, por ejemplo, es el árido. Lo correcto es que uno es uniforme de campaña boscoso y el otro árido, ambos pixelados.


ZAPAPALA. Decir zapapala es como decir palapala porque una zapa es un tipo de pala con empleo similar al de la azada. Es correcto decir zapapico pues es una herramienta compuesta de pico y de zapa, pero no lo es llamar zapapala a una pala. Está claro que hablar de estas herramientas como útiles de mango corto –denominación muy académica– es incómodo y va contra la economía de la lengua, pero no cuesta nada llamar a las cosas por su nombre.

ALAMBRADA CONCERTINA. Ya escribí una entrada tratando sobre el mal uso de la palabra concertina La alambrada concertina.

Y esto es todo por hoy en esta primera entrega del VOCABULARIO MILITAR, que da para más días. 


N.del A.: En Publicaciones de Defensa compré una reedición de 1989 del Diccionario de Almirante (en dos volúmenes), pero seguro que está en las bibliotecas de muchas unidades. Y seguro, también, que es fácil descargarlo en pdf de la red .