22 octubre 2023

ORGULLO DE EJÉRCITO.

Ni nosotros somos tan buenos como nos creemos ni los demás son tan malos como nos creemos. Esta frase la he dicho muchas veces y creo que es importante tener en cuenta la idea que transmite.

Los que estudiamos las Reales Ordenanzas para las FAs de 1978 recordamos, sin duda, aquel artículo que decía: "Todo militar se sentirá orgulloso de la unidad en que sirve. Se esforzará en que ésta alcance los más altos niveles de preparación y por ello merezca ser designada para las más importantes y arriesgadas misiones". También las actualmente en vigor de 2009 hablan de forma similar en cuanto al sentimiento de orgullo de pertenencia a una unidad, aunque de una forma más funcional, al menos para mí: "El militar velará por el prestigio de las Fuerzas Armadas y por el suyo propio en cuanto miembro de ellas. Se esforzará en que con su aportación personal su unidad, de la que se sentirá orgulloso, mantenga los mayores niveles de preparación, eficacia, eficiencia y cohesión, con objeto de que merezca ser designada para las más importantes y arriesgadas misiones". 

Sin entrar muy a fondo en la diferencia de estilo de redacción entre ambas reales ordenanzas, ya que ambas dicen prácticamente lo mismo, y teniendo en cuenta que las ordenanzas son órdenes al fin y al cabo, debemos recordar que las órdenes deben ser legítimas, lógicas, oportunas, claras, precisas y concisas, por lo que creo que me parece mucho más clara, precisa y concisa la redacción de 1978.

Pero bueno, intentaré no irme por las ramas y sí centrarme en el propósito de este escrito de hoy. Dejando de lado la forma y hablando del fondo, las Reales Ordenanzas dejan claro que el militar se sentirá orgulloso de la unidad en la que sirve. Este sentimiento es una virtud y una adecuada conducta moral del militar, pero tiene su miga porque se trata de sentirse orgulloso de la propia unidad sin menoscabo de las demás. No podemos quedar los primeros en una carrera poniendo zancadillas a los demás corredores; para ser el mejor soldado de la Patria, debemos serlo por nuestras virtudes, nuestros esfuerzos y los resultados del buen empleo de nuestras capacidades. Es decir, no podemos creernos los mejores en base a devaluar el prestigio de los demás. Y es que ya saben, aunque muchos no lo crean: ni somos tan buenos como nos creemos ni los demás son tan malos como nos creemos. 

Formamos parte de una gran ejército, el Ejército Español, que ha demostrado mucho valor, ha derramado mucha sangre y ha alcanzado, con honor, mucha gloria a lo largo de los siglos. Y lo ha hecho con todas y cada una de sus unidades, las presentes herederas de tantas otras y las pasadas que con el tiempo fueron desapareciendo, pero todas han trabajado con la mayor abnegación y el mayor sacrificio por la grandeza de España y de sus ejércitos. Nadie puede erigirse en evaluador del nivel de excelencia de las unidades; más que nada porque si estableciéramos una tabla con todas las variables precisas para determinar las cualidades necesarias para ser una buena unidad, muchos se llevarían una sorpresa, posiblemente.

Lo peor de este asunto se da cuando se habla de unidades que no se conocen. Por ejemplo, el tan conocido pique entre legionarios y paracaidistas es en la mayoría de los casos fruto del desconocimiento del otro. Los que hemos tenido la grandísima fortuna de servir en ambas unidades, sabemos y conocemos las bondades y los defectos de unos y de otros, porque de todo hay en la viña del Señor; ni unos son tan buenos ni los otros tan malos. Otro ejemplo me viene a la memoria y es de cuando, por ascenso, pedí destino a una unidad de la que muchos rajaban sin conocerla. Yo tampoco la conocía, pero no podía (ni quería) creerme que en nuestro Ejército existiera algo tan desastroso como me lo pintaban compañeros que jamás habían estado ni trabajado con esa unidad y realmente, tras conocerla, me di cuenta de que yo había acertado: es una magnífica unidad compuesta por militares como todos los demás, amantes de España y de la Milicia, implicados en el servicio y cumplidores de su deber dispuestos a darlo todo por la Patria. Me siento orgulloso de haber servido en dicha unidad.

Dicen que viajar te da cultura y siempre he pensado que cambiar de destino te da cultura militar. De todo hay en nuestro Ejército: los que han viajado mucho y han conocido distintas unidades y los que no han salido de casa y no conocen más allá de su calle. Cada uno tendrá sus motivos o habrá vivido de la forma que sus circunstancias le hayan ido marcando a lo largo de su carrera, pero generalmente son los que menos han viajado los que más ensalzan su unidad comparándola, siempre al alza, con otras unidades que no conocen.

Sin entrar a valorar el glorioso historial de tantas unidades en las diversas acciones en el cumplimiento de su deber a lo largo de la historia de España, debemos pensar que en la actualidad existen muchas unidades que han tenido caídos, heridos y cruces rojas en operaciones recientes. ¿Alguien de verdad puede tener respaldo moral para dudar del prestigio de esas unidades?

Ya dijo algo similar a todo esto Millán-Astray cuando escribió el Credo Legionario dejando claro que todos los hombres legionarios son bravos, que cada nación tiene fama de bravura y que es preciso demostrar qué pueblo es el más valiente. DEMOSTRAR, esta es la cuestión, porque todas las unidades españolas son bravas...

Igual que nos sentimos orgullosos de nuestro pueblo, pero, sobre todo, nos sentimos orgullosos de España, sintámonos orgullosos de nuestra unidad, pero, sobre todo, sintámonos orgullosos de nuestro ejército.

No olvidemos que España siempre alcanzó sus glorias con el esfuerzo común de todos sus soldados.