01 octubre 2023

VOCABULARIO MILITAR (y II)

Continuando con este asunto del uso incorrecto del vocabulario específico militar, no tenía claro si iba a ser este el VOCABULARIO MILITAR (II) o debería ser directamente el (y II) ya que, aunque este asunto dé para escribir varios días, podría correr el riesgo de convertir este blog en un monográfico, lo que conduciría, irremediablemente, al aburrimiento de mis queridos lectores. Finalmente he decidido escribir la segunda y última parte de estos pensamientos sobre nuestro vocabulario, sabiendo que me dejo en el tintero muchas palabras y expresiones de las que se confunde su significado o nombre.

El hecho de poner algunos ejemplos tiene por finalidad alertar a algunos de los lectores sobre lo que se dice de forma errónea, a sabiendas de que algunos de ustedes usan a veces palabras de las que aquí se está tratando. Y digo esto porque cuando el uso inadecuado de nuestro vocabulario trasciende más allá del lenguaje coloquial y se usa de forma oficial en informes, oficios, normas, órdenes y demás tipos de escritos militares, se corre el riesgo de que su correcta escritura o su verdadero significado se pierdan para siempre. El Furriel no pretende aquí sentar cátedra, sino simplemente refrescar la memoria del porqué de las cosas. De hecho, no estoy muy convencido de que estos dos capítulos sobre lo que El Furriel piensa de todo esto vayan a servir para poco más que entretenerles un rato la tediosa tarde del domingo. 

En fin, ya que estamos, sigamos hablando de Milicia... pero hablemos bien.

Y bien, lo que se dice bien, no es lo que ocurre en la inmensa mayoría de los casos cuando se habla del JEME y del JEM de una GU. Es demasiado generalizado que se diga Jefe DEL Estado Mayor al JEME y Jefe DE Estado Mayor a los JEM,s. de las brigadas, divisiones, etc. Sin embargo es al revés; el JEME es el Jefe DE Estado Mayor del Ejército y el JEM de una Gran Unidad es Jefe DEL Estado Mayor del Cuartel General de esa Gran Unidad. Llamar a algo de forma distinta tiene su aquél, pero riza el rizo que se cambien las nomenclaturas una por otra, como en este caso. El JEME es el Jefe de EM del Ejército, pero no es el Jefe del EM del Ejército (Jefe del EME), pues este cargo recae en el Segundo JEME (SEJEME), que en este caso, al sí ser jefe de un estado mayor, sí es Segundo Jefe DEL Estado Mayor. Lo deja bien claro tanto la Ley 39/2007, de la Carrera Militar, en su artículo 12 como el RD 872/2014 de la organización básica de las FAs en su artículo 3. 


Y ya que estamos hablando de los estados mayores, también podemos tocar un punto que pasa inadvertido muchas veces, pero que también tiene su error. Es el caso del los DEM. De unos años a esta parte se ha cogido la costumbre de decir siempre Diplomado DE Estado Mayor, cuando lo corriente hace años era Diplomado EN Estado Mayor. ¿Por qué esta cambio? Pues yo no le encuentro ninguna explicación ya que el diplomado lo es EN algo, no DE algo (nadie dice diplomado De Montaña), así como un licenciado también lo es EN algo (nadie dice licenciado DE derecho) o como un doctor lo es EN algo (nadie dice doctor DE medicina). Con estas cuestiones me pregunto a veces si es que hay a quien le aburra la monotonía de nuestra lengua y por ello la cambia a su antojo...

También podemos hablar de la BANDERA DE COMBATE. Cuando en una parada militar del Ejército de Tierra se expresa Bandera de Combate al referirse a la Bandera de un regimiento o tercio, tanto en sus documentos de organización y preparación como en las palabras del relator, se está incurriendo en un grave error, ya que desvirtúa el significado de una BANDERA DE COMBATE, además de incumplir las denominaciones oficiales que están reglamentadas. Las banderas de combate única y exclusivamente están en los buques de guerra. Ni siquiera una unidad de Infantería de Marina o la mismísima Escuela Naval Militar tienen concedida Bandera de Combate; toda unidad que no sea un buque de guerra lo que tiene es Bandera, a secas. 

La Directiva nº 3/1982 del Ministro de Defensa determina la Bandera de Combate para los buques de la Armada, que se izará en el pico el día de la entrega. Su uso posterior se limitará a ser únicamente izada en caso de combate frente al enemigo. Deberá exhibirse en una vitrina a bordo, en el lugar de mayor dignidad del buque. Y es que a veces el esnobismo se contagia también en las filas de las FAs pretendiendo dar un nombre más rimbombante a algo ¿Es que acaso las cosas excelentes necesitan de rimbombancia en su denominación? No, las cosas magníficas, por su natural excelencia, no necesitan de renombres. ¿Hay algo más bonito que un regimiento o tercio saque a desfilar a LA BANDERA, a la única que tienen? ¿Es que acaso apellidándola de combate se insinúa que las demás banderas no lo son o no lo eran? Porque es que, además, es mentira que sea su bandera de combate porque esos regimientos o tercios actuales no van a ir al combate con su enseña ya en el siglo XXI. Sin embargo los buques de guerra sí combatirán con su Bandera de Combate izada, por muy metido ya que esté el siglo XXI.

Luego, tenemos palabras que se dicen mal, pero ya no desde un punto de vista etimológico, sino simplemente ortográfico, como pasa con decir convoys en vez de convoyes, bunkers en vez de búnkeres o fagina en vez de fajina. 

También ocurre algo digno de mención cuando al nombrar a la BRILEG se dice Brigada Rey Alfonso XIII SEGUNDA de La Legión. A ver, si no es, por ejemplo Brigada Guadarrama DECIMOSEGUNDA, ni Brigada Galicia SÉPTIMA, tampoco la BRILEG será SEGUNDA. El II no es un ordinal; su nombre es Brigada Rey Alfonso XIII, DOS de La Legión. Igual ocurre al hablar de sus unidades subordinadas GCLAC II, GACALEG II, BZAPLEG II y GLLEG II.  No debemos confundir esto con la nomenclatura de las unidades legionarias y paracaidistas que sí son números ordinales, como Tercio Don Juan de Austria, TERCERO de La Legión o Bandera Roger de Flor, PRIMERA de Paracaidistas. 

En definitiva, y para zanjar estos pensamientos en torno al vocabulario específico militar, podríamos estar días y días escribiendo sobre este asunto, ya que hay infinidad de términos escritos incorrectamente o desvirtuados en su concepto, pero solamente se trataba de dar unas pinceladas con las que remover la curiosidad del lector sobre la correcta forma de usar las palabras en nuestro cotidiano vocabulario militar.