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Hablar pocas veces de la profesión militar es una de las pruebas de gran desidia e ineptitud para la carrera de las armas. (Del art. 14 de las RR.OO de las FAs)

04 agosto 2024

LA MUERTE NO ES EL FINAL

 No creo que haya nadie en España —español, claro— que no haya oído nunca La muerte no es el final, esa canción que se interpreta antes de cada acto de homenaje a los Caídos y durante la cual suele desplazarse la corona de laurel escoltada por los guiones y los banderines hasta el monolito. ¿Pero cuál es el origen de esta canción y cómo se asentó en el seno de las FAs?

Caballeros Cadetes de la AGM entonan "La muerte no es el final"

La canción, de origen religioso, la compuso el sacerdote Cesáreo Gabaráin a mediados de los setenta en homenaje a un joven organista de su parroquia que murió a los 17 años. Gabaráin fue una estrella de la música para misas y es el único sacerdote que cuenta con un disco de oro. Compuso más de quinientas canciones, muchas de ellas muy conocidas entre las que destacan Pescador de hombres, Vienen con alegríaJuntos como hermanos. Sus canciones se tradujeron a numerosas lenguas y tuvo bastante éxito internacional. Como curiosidad, era amigo personal de varios futbolistas del Real Madrid, fue capellán del equipo ciclista Fagor y capellán de la Vuelta Ciclista a España. Llegó a ser prelado personal del Papa San Juan Pablo II hasta su muerte con tan solo 54 años.

La letra de la canción original de Gabaráin era:

Tú nos dijiste que la muerte
no es el final del camino,
que aunque morimos no somos,
carne de un ciego destino.

Tú nos hiciste, tuyos somos,
nuestro destino es vivir,
siendo felices contigo,
sin padecer ni morir.
Siendo felices contigo,
sin padecer ni morir.

Cuando la pena nos alcanza
por un hermano perdido
cuando el adiós dolorido
busca en la Fe su esperanza.
En Tu palabra confiamos
con la certeza que Tú
ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz.
Ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz

Cuando, Señor, resucitaste,
todos vencimos contigo
nos regalaste la vida,
como en Betania al amigo.
Si caminamos a tu lado,
no va a faltarnos tu amor,
porque muriendo vivimos
vida más clara y mejor.
Porque muriendo vivimos
vida más clara y mejor.


En marzo de 1981 el General Sáenz de Tejada (Jefe del Estado Mayor de la 1ª Región Militar), la escucha en Pamplona en el transcurso del funeral de su cuñado, el Teniente Coronel José Prieto García, acribillado a tiros por los asesinos de ETA, e imagina cómo podría realzar esta canción el traslado de la tradicional corona de laurel hasta el monolito en los actos militares de homenaje a los Caídos.

En septiembre de este mismo año, asciende a General de División y es nombrado Jefe de la División de Montaña "Navarra" nº 6 (nº 5 a partir del Plan META  de 1985). No pasó mucho tiempo en su nuevo destino hasta que encargó al Comandante Tomás Asiaín Magaña, Director de la Unidad de Música de la División, la adaptación del canto de Gabaraín al paso lento de nuestro Ejército. El Cte. Asiaín aceptó muy ilusionado el encargo de Sáenz de Tejada. El resultado, como había previsto el General, fue espectacular. La presentación con carácter interno se llevó a cabo a comienzos de 1982 en el cuartel del Regimiento de Infantería de "América" nº 66 y constituyó un éxito rotundo. El recorrido de la corona hasta la Cruz se había ceñido a la duración de la música, seleccionándose una sola estrofa del texto de Gabaraín para facilitar su memorización a los soldados, que es la que todos conocemos:

“Cuando la pena nos alcanza 
por un hermano perdido,
cuando el adiós dolorido 
busca en la Fe su esperanza;
En Tu palabra confiamos, 
con la certeza que Tú
ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz.
Ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz”.

El Gral. Sáenz de Tejada ordenó que se cantara en el resto de la División y pronto fue imitada por otras muchas unidades, sobre todo del norte de España. La primera vez que se entonó con repercusión nacional fue durante el VI Festival de Música Militar, celebrado en Pamplona en mayo de 1983 con motivo del Día de las Fuerzas Armadas

El Rey Juan Carlos I lo oyó en 1985 durante la Entrega de Despachos a la IX Promoción de la Academia General Básica de Suboficiales e hizo grandes elogios de la canción, interesándose por su origen, por lo que el Ministro de Defensa, Narciso Serra, decidió incorporarlo a las ceremonias oficiales de homenaje a los caídos de los tres ejércitos. Posteriormente la Guardia Civil y la Policía Nacional adoptaron la misma canción. La primera vez que se interpretó con rango oficial fue el 3 de octubre de 1986 sin letra, sólo música, con ocasión de la visita a España del Presidente de la República de Guatemala ante el viejo monumento de la Plaza de la Lealtad de Madrid en la ceremonia de homenaje a los que dieron su vida por la Patria. 

Siempre ha habido, y lo sigue habiendo, un poco de lío en cuanto a si se canta "por un hermano perdido" o "por un compañero perdido", pero la Instrucción General 01/17 CEREMONIAS Y ACTOS MILITARES DEL EJÉRCITO DE TIERRA deja bien claro que debe cantarse "del compañero perdido".

La Brigada Paracaidista adoptó una versión muy particular en la que se cambiaba parte de la letra y el orden de algunas estrofas, pero que, sin duda, su canto tenía muchísimo más impacto que la versión normal. El entonces Comandante Capellán D. Manuel Vicente Linares —nuestro queridísimo Páter Linares, una institución en la BRIPAC del que algún día habrá que hablar aquí—, que en torno a 1985 era el capellán de la Bandera "Ortiz de Zárate" III de Paracaidistas, quiso dar a sus paracas una versión un poco más "militar", pero sin salirse mucho del significado y de la línea de la canción, por lo que adaptó la letra incluyendo lo que el Papa Juan XXIII dijo a los paracaidistas en los años 50: "No quisiera, muchachos, que a fuerza de bajar del cielo olvidarais la forma de subir a él". 

Cuando la pena nos alcanza
por un paraca perdido
cuando el adiós dolorido
busca en la Fe su esperanza.

En Tu palabra confiamos
con la certeza que Tú
ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz.

Tú nos dijiste que la muerte
no es el final del camino,
que aunque morimos no somos,
carne de un ciego destino.

Yo no quisiera que un paraca
cuando descienda del cielo,
este soldado olvidara,
la forma de ir a él.
Este soldado olvidara,
la forma de ir a él. 

Palabras de Juan XXIII a los paracaidistas

El Páter Linares

Esta versión se cantó en todas las unidades paracaidistas hasta el año dos mil y pico —de estas aciagas fechas no suelo acordarme— cuando se ordenó que se cantara la versión normal; eso, sí, cantando "paraca" en vez de "compañero". Menos mal que, al menos, se ha mantenido esta versión para las procesiones de Semana Santa, como se puede ver en este vídeo del malagueño Traslado del Cristo de Ánimas de Ciegos, protector de los paracaidistas:


Esta pérdida es otra de esas cosas que han dejado de existir por inexplicables razones que son contrarias a la variedad de tradiciones en las diferentes unidades militares españolas. Tradiciones que, por cierto, algunas no tienen más de media hora de existencia, pero esas unidades han sabido vender el producto; habrá que hablar de estas tradiciones otro día, porque me da a mí que el concepto de tradición es un poco particular a veces.