07 abril 2024

EJÉRCITO Y SEMANA SANTA

Bueno, pues ya se ha reincorporado El Furriel tras el permiso de Semana Santa —ahora llamado vacaciones, como los civiles—. Tal como amenacé el 4 de febrero en mi último ártículo ha llegado el 7 de abril y, habiendo sobrevivido a mi intensísima Semana Santa, aquí estamos de nuevo.

Como no puede ser de otra manera —o sí puede, pero no me apetece—, hoy hablaremos de la participación del Ejército en la Semana Santa. No, no voy a hablar de todos esos impresentables que se disfrazan con uniformes militares para escoltar a una imagen sagrada en las calles de su pueblo tras haber dejado sin existencias de Cruzcampo la tasca del barrio porque ya hablé de ellos en FRIKILEG. Voy a hablar de los militares de verdad, de los que voluntariamente desfilan en procesión representando a sus unidades contribuyendo a mantener la más pura esencia de la tradición española, le pese a quien le pese.

Hay que remontarse a la época de Carlos III para encontrar el origen de las escoltas militares a los cortejos organizados por las cofradías pasionales, si bien hay casos aislados que se remontan al siglo XVII. Estamos hablando de más de doscientos años en los que, salvo en un par de tristes épocas de gobiernos de enanos mentales, los militares hemos formado parte de la configuración estética de las procesiones de Semana Santa. 

Granaderos de Infantería de Marina. Semana Santa de Cartagena. Siglo XVIII.

Hay lugares en los que esta tradición es antiquísima, como el caso de Cartagena, donde las unidades de guarnición escoltaban las procesiones de las cofradías que ya existían, como la Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno o popularmente conocida como la de los Marrajos —la mía—, que es la más antigua y la primera que dispuso de soldados en sus desfiles pasionales en la ciudad y de las primeras en España. Pero no eran unas escoltas con carácter estético, realmente abrían y cerraban el cortejo proporcionando una seguridad disuasoria en una época en la que no siempre lo que representaba algo con carácter religioso tenía el necesario respeto de la gente. Hay que recordar que en aquella época el Ejército tenía misiones de orden público. 

Sin embargo, actualmente la escolta militar tiene sólo carácter estético e institucional. Incluso en los lugares con más fama y trascendencia mediática las cofradías recabaron la presencia de unidades militares para escoltar a sus titulares con carácter únicamente estético ya bien entrado el siglo XX. Hace media hora, más o menos...

Piquete de Infantería de Marina. Viernes Santo. Cartagena.

Escolta de Artillería. Martes Santo. Cartagena.

Pero claro, en estas cosas siempre hay quienes se preguntan por qué ellos no pueden tener sus escoltas militares con lo vistosas que quedan. Yo comprendo que en España hay cofradías que tienen tan poco tirón que necesitan de uniformes a su alrededor para ver si así tienen su minuto de gloria en el telediario de la televisión regional. Esto lleva a que cada vez haya más escoltas incluso en lugares en los que jamás en su historia ha habido unidades militares de guarnición en ellas. Esta distorsión del rigor histórico del motivo original de las escoltas militares ha llevado, por un lado, a que el Ejército —al menos el de Tierra— haya tenido que prohibir nuevos compromisos con cofradías y, por otro lado y consecuencia de lo anterior, que algunas cofradías hayan recurrido a hermandades de veteranos y pandillas de colegas disfrazados de militares de los que, como dije al principio, me niego a dedicarles ni una palabra más.

En cuanto a la configuración de las escoltas militares en las procesiones nos encontramos de todo: desde una simple escuadra de gastadores hasta una compañía entera con escuadra, banda y música. Todo depende de diferentes cuestiones en base al tipo de ciudad, al tipo de procesión, a lo que se escolta o a la pasta que tiene una cofradía para pagar los gastos que se originan. Porque no olvidemos que desde que la difunta ministra Chacón lo reguló, los gastos originados por una escolta militar a una cofradía corren por cuenta de ésta.

Respecto a la unificación de criterios en cuanto a cómo debe ser una escolta o piquete en Semana Santa, no hay tal unificación. Hay lugares en los que un Viernes Santo, escoltando a un Cristo Yacente, se desfila con arma a la funerala y otros en los que se desfila sobre el hombro. En unos lugares se visten de gala, en otros de especial relevancia, en otros de diario y en otros, aunque parezca mentira, en uniforme de campaña; sí, con medallas, galas, cordones, manoplas y demás alteraciones de ese uniforme que lo hacen más molón, pero a fin de cuentas uniforme de campaña.

Hay lugares en los que el piquete lleva su propia música o banda de guerra y otros en los que desfilan a los sones de una banda civil. Este segundo caso es la consecuencia de la época del boom procesionil de hace unos treinta años en los que todo valía con tal de salir en procesión y de que al jefe de unidad le hicieran mayordomo, hermano de honor o cualquier otro título cofrade. 

También hay vinculaciones con cofradías de pueblos en los que, aunque no hubiera unidades de guarnición, sí son zonas habituales de ejercicios y maniobras, por lo que al final nace esa relación. Hay que reconocer, porque así lo he comprobado personalmente durante mis años de Legión, que algunas de estas cofradías llegan a vincularse de tal manera con esa unidad militar que, al final, la procesión de Semana Santa es solo una parte mínima de la vinculación de ese pueblo con ella. Tal es el caso, como muchos otros, del pueblo de Olula del Río (Almería), que no puedo dejar de mencionarlo y que está extraordinariamente hermanado con la Bandera de Zapadores de La Legión como consecuencia de la vinculación a su Cofradía del Cristo de la Buena Muerte. Indescriptible el cariño de este pueblo a la BZAPLEG. 

La BZAPLEG en la ermita del Cristo de la Buena Muerte en Olula del Río

También hay que hablar, por curioso, del caso de la vinculación de las cofradías, sobre todo de la cartagenera Cofradía California —mi eterna rival, con cariño— con las Fuerzas Armadas. El Martes Santo en Cartagena es el día castrense por antonomasia. Los tres apóstoles San Pedro, San Juan Evangelista y Santiago se trasladan, tras el arriado de Bandera y el toque de Oración, desde el recinto militar al que están vinculados hasta la iglesia de Santa María, desde la que saldrán en la procesión del Prendimiento el Miércoles Santo. 

San Pedro en el Arsenal Militar.

San Juan Evangelista en el Parque de Artillería.

Santiago en el Gobierno Militar.

San Pedro sale desde el Arsenal Militar, en el que, incluso, estuvo dado de alta como operario con el nombre de Pedro Marina Cartagena. El Almirante le dirige unas palabras autorizándole a salir de franco de ría —de paseo— hasta la medianoche del Miércoles Santo. Como siempre regresa tarde porque la procesión termina de madrugada, el Almirante lo arresta hasta el Martes Santo del año siguiente. San Juan sale del Parque de Artillería, actual sede del Museo Histórico Militar, donde vive todo el año en su capilla y donde también estuvo contratado en sus talleres como personal civil laboral con el nombre de Juan Zebedeo Salomé; en este caso el Jefe del Parque le despide sin aplicación del Régimen Disciplinario. Por último, Santiago sale desde el Gobierno Militar, donde lo despide el Jefe del RAAA nº 73 y Comandante Militar de la provincia de Murcia. En los tres casos los tronos de los santos van escoltados, respectivamente, por una sección de Infantería de Marina y por sendas escuadras de batidores del RAAA 73. Pero como una imagen vale más que mil palabras, en este enlace se pueden ver las tres salidas del peculiar Martes Santo cartagenero. 

Y el fondo de todo esta cuestión es que ya no es sólo cosa de las cofradías, sino que es el propio pueblo el que lo quiere y es en este pueblo en quien los piquetes y escoltas militares levanta mayor pasión. En fin, que aunque hay a quien no le gusta que el Ejército participe en las procesiones de Semana Santa, es algo tan sumamente asentado en el pueblo español que espero que sigan quejándose muchos siglos más y que sigamos disfrutando, con las peculiaridades de cada ciudad, de la tradicional vinculación de las Fuerzas Armadas con la Semana Santa de España.


Martes Santo de 2024.