05 noviembre 2023

ANECDOTARIO (I)

El otro día un compañero de promoción me decía que tenía que escribir en El Furriel las vivencias a lo largo de mi vida militar. Le agradezco la confianza que tiene en mí pensando que puedo escribir una entrada en este blog hablando de mi vida militar con un estilo suficientemente interesante como para conseguir mantener el pequeño número de lectores que tengo. Es verdad que mi vida militar no ha sido nada aburrida, al menos para mí, pero ha sido muy similar a la de muchos, por lo que creo que contarla aquí no sería lo suficientemente interesante ni tendría nada curioso que escribir. En este blog me gusta recordar cosas pasadas, explicar el porqué de muchas cosas y, a veces, intentar hacer nacer la curiosidad por cosas que no terminan de hacerse como deberían. De ahí a contar mi vida, pues hay diferencia. 

En lo que sí he pensado un poco es en algunas cosas concretas, anécdotas, que me han ocurrido o que le han ocurrido a otros a mi alrededor. Por eso he decidido contar aquí algunas de las que recuerdo, intentando redactarlas con la suficiente soltura simpática como para no aburrir.

La primera que me vino a la memoria es la que me ocurrió, allá por 1990 o 1991, siendo joven sargento en mi primer destino tras salir de la Academia, el Regimiento de Ingenieros nº 1 del Núcleo de Tropas Divisionario de la División Acorazada "Brunete", que se encontraba en esos años en Colmenar Viejo. Encontrándose mi compañía (la 2ª de Zapadores) de ejercicio Alfa en el Campo de Maniobras de El Palancar (Hoyo de Manzanares), tocaba a mi pelotón dar la seguridad del vivac esa noche. Distribuí la noche por binomios y nos fuimos a dormir después de finalizar la instrucción nocturna. El Palancar es una zona en la que empieza la sierra madrileña en la que abundan los jabalíes, animales que acuden por las noches a cualquier lugar al que el fuerte olor o la basura les atraiga. Al tratarse de una compañía mecanizada —por cierto, la primera en España en tener en dotación los TOA-VCZ— el fuerte olor que desprendía el combustible quemado atraía a la zona de aparcamiento del vivac a los jabalíes. Por la mañana, al grito de Diana, salí de mi tienda de campaña y vi que el binomio que estaba de servicio en ese momento era el que tenía que haber comenzado los turnos a primera hora de la noche. El enfado que me cogí fue tan descomunal (los que me conocen saben cómo me cabreo cuando me cabreo) que los pobres soldaditos de reemplazo no se atrevieron a dar ni la más mínima explicación. A los pocos minutos un cabo me pidió hablar conmigo para explicarme lo que había ocurrido. Los dos zapadores, siendo la primera vez que tenían contacto con un jabalí, se asustaron cuando los vieron aparecer y se subieron encima de un TOA. Tenían tanto miedo que pasó la hora de su turno, la del turno siguiente y la del siguiente sin tener valor a bajarse para despertar a los siguientes binomios que entraban en turno de actividad, de tal manera que se quedaron toda la noche sobre el vehículo esperando a que llegara la hora de gritar ¡Diana!. Se me pasó el enfado, claro está, y el resto del pelotón agradeció que les dejaran dormir las pocas horas que se duerme en maniobras. 


Pensando en otras anécdotas me han llegado a la memoria unas cuantas de mi periodo de instructor en el Batallón de Instrucción Paracaidista (BIP), cambiado el nombre desde 2003 por el de Unidad de Formación Paracaidista (UFPAC). Este periodo —en mis empleos de teniente y de capitán— da mucho juego a la hora de contar anécdotas porque los alumnos, debido principalmente a su falta de experiencia, ocasionan muchas anécdotas y más teniendo en cuenta que los ciclos de incorporación de tres meses se solapaban unos con otros para completar once ciclos al año en los que una sección tenía alrededor de 100 alumnos y la compañía podía llegar perfectamente a tener más de 400 alumnos aspirantes a CLP (Caballero Legionario Paracaidista) de hasta tres ciclos distintos a la vez (unos recién llegados, otros a mitad de formación y otros a punto de terminarla). Este es el motivo de que esta entrada se llame ANECDOTARIO (I), porque creo puede tener miga como para una segunda parte. 

De aquella época recuerdo cuando a Bea la Legionaria —la posteriormente conocida concursante de Gran Hermano 6— le puse, por casualidad, el mote de La 9 mm. Corría el año 1999 cuando, siendo alférez legionario, fui comisionado al BIP para la instrucción de los aspirantes a Caballeros Legionarios cuya formación se realizaba allí en esa época, como la de toda la Tropa profesional de la Fuerza de Acción Rápida (BRILEG, BRIPAC, BRILAT y MOE). Hasta unos años después en que cambió a los centros de selección de las delegaciones de Defensa, se realizaban en los centros de formación las pruebas de selección y era una semana en la que te pululaban por el cuartel muchos civiles que aún estaban en proceso de selección. En la primera noche de uno de aquellos ciclos, encontrándome de Oficial de Cuartel, me dirigí a un grupo de aspirantes que estaban de charla en un jardín junto a la compañía donde estaban alojados advirtiéndoles de que quedaban diez minutos para el toque de Silencio y que en ese momento debían estar en sus respectivas camas. En ese grupo había una chica que parecía llevar la voz cantante en esa reunión y a la que, por lo visto, le hizo gracia la borla de mi chapiri e hizo un par de comentarios pretendiendo hacerse la graciosa. Le dije que el Suboficial de Cuartel saldría a por ellos si no entraban y ella preguntó "¿el Suboficial de Cuartel es el del culito gracioso?". Fui al Suboficial de Cuartel de esa compañía y le advertí del grupo que no tenía pinta de querer observar el toque de Silencio. Literalmente le dije que "hay un grupo de aspirantes con una chica que tiene una cicatriz redonda en la frente que parece un disparo de calibre 9 mm y que parece tener mucho peligro, vete para allá y que se metan en sus camaretas". Al día siguiente ya todos la conocían por la 9 mm. Fue baja, no recuerdo si voluntaria o médica, y volvió un año después, estando yo ya destinado allí, y consiguió terminar su formación e incorporarse a su destino en la BRILEG.


En asunto de exámenes podía uno encontrarse cualquier cosa, como dar por respuesta "José Luis Rodríguez Zapatero" al ser preguntado por el nombre del Jefe de la Brigada Paracaidista o responder “aguantar despierto para que no te pille el Suboficial de Guardia” al ser preguntado por las misiones del Imaginaria. Son cosillas de novato fruto de la inexperiencia y de la inmadurez de algunos, como el caso en que, no sé si por inmadurez o por cara dura, un alumno se pega dos semanas en paradero desconocido, habiéndose elevado el pertinente parte por el delito de abandono de destino, y cuando regresa al cuartel, pisando moqueta en el despacho del capitán, le pregunta con cara de sorpresa y de incredulidad: "¿es que me va a arrestar? 

En cuanto a ausencias del destino de forma injustificada se producían continuamente en aquella unidad de formación de Tropa. Generalmente, hasta el segundo fin de semana en la unidad no se les permitía obtener el pase de pernocta de fin de semana para pernoctar fuera del cuartel. Tanto de teniente a mi sección como luego de capitán a la compañía siempre les decía lo mismo "me da igual cómo volváis el domingo: en tren, en coche, en autobús, en auto-stop, en bici, andando, a caballo o secuestrando un  avión, pero el domingo a Retreta todo el mundo aquí". Y llegó el momento en el que tuve que dejar de decir esa frase, pues alguno se lo tomó demasiado al pie de la letra. 

Después de tantos años aún recuerdo los apellidos de aquél alumno, M.V. El lunes por la mañana me dio novedades el Suboficial de Cuartel de los retrasos a Control Nocturno de la compañía y de la falta del Alumno M.V. Di novedades a mi Teniente Coronel y así nos plantamos en el martes, que M.V. seguía sin aparecer. El Capitán de la S-1 se puso en contacto con su domicilio en Motril (Granada) y su familia nos dijo que había salido hacia Murcia el domingo por la mañana, pero no sabían en qué medio. La situación empezaba ya a preocupar, por lo que la Plana Mayor empezó a hacer gestiones con la Policía y con la Guardia Civil para localizarlo. Alrededor de la hora de la cena del martes me llamó a mi casa el Suboficial de Cuartel diciéndome que M.V. había llegado al cuartel ¡en bicicleta!

Por la mañana llamé a M.V. a mi despacho a que me explicara los sucedido. Resulta que el viernes se fue a Motril con dos veteranos CLPs de la III Bandera Paracaidista, que está ubicada en el mismo cuartel de Javalí Nuevo —sí, es Javalí con V—, pero que yendo hacia allá les avisaron de que tenían el lunes de vidilla, por lo que le dijeron al Alumno M.V. que no volverían el domingo. Nuestro disciplinado y cumplidor aspirante intentó, sin conseguirlo, sacar billete de vuelta en tren y en autobús, por lo que como máximo cumplidor de las órdenes de su capitán se cogió su destartalada y vieja bicicleta y se vino hasta Murcia (más de 300 km), para lo que tardó tres jornadas, le atracaron por el camino, tuvo varios pinchazos, se extravió varias veces y le pusieron una multa cuando circulaba por la autovía para no perderse más. Ni lo arresté, directamente hablé con la Capitán Médico para que le pasaran reconocimiento psicológico extraordinario y finalmente le dieron la baja en el Ejército. Un tío súper disciplinado, pero no estaba muy bien de la azotea. Menos mal que no le dio por secuestrar un avión diciendo que cumplía órdenes de su capitán...


Como decía antes, con los alumnos muy nuevos te encuentras casos de ingenuidad o de inmadurez, pero también casos que le echan morro. Un ejemplo de ingenuidad de una y del morro del otro es el caso de una alumna que pidió destino a La Legión en Almería porque así se lo dijo su novio, que era CLP en la Brigada Paracaidista, aún en Alcalá de Henares en esos años. Resulta que esta chica, no demasiado agraciada físicamente la pobre, tenía a su novio en los Paracas, ella quería también ser paracaidista e irse junto a él a Alcalá. El novio, supongo que temiendo la que se le venía encima, le dijo que no podía entrar directamente a la BRIPAC procedente de civil y que debía estar al menos tres años en La Legión antes de poder pedir destino a una unidad paracaidista. Ella se fue al Centro de Reclutamiento y solicitó todas las plazas legionarias a las que podía acceder con la esperanza de poder irse a Paracaidistas tras los tres reglamentarios años en La Legión. Cuando llegó al BIP  y se dio cuenta de que muchísimos de sus compañeros se iban a poner la boina negra sin necesidad de llevar tres años el chapiri se llevó un tremendo berrinche al sentir que su novio no quería estar con ella y que la había engañado. El problema es que tardó días en darse cuenta y discutía con todo el mundo, compañeros y mandos, cuando intentábamos hacerle entender que no era necesario ser legionaria antes que paracaidista; ella creía que la engañábamos. Por supuesto pidió la baja y se volvió a su pueblo, no sé si pasando antes por Alcalá de Henares a ajustar cuentas... 

Los alumnos, como digo, dan mucho juego en esto de las anécdotas, como el que pidió la baja porque le habían ofrecido un trabajo de actor porno, o el que exigió que se le pusiera una habitación individual o pedía la baja porque en el contrato no decía nada de que tuviera que vivir en una camareta compartida.

Y de más anécdotas de alumnos y de veteranos hablaremos la semana que viene en el ANECDOTARIO (II).