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Hablar pocas veces de la profesión militar es una de las pruebas de gran desidia e ineptitud para la carrera de las armas. (Del art. 14 de las RR.OO de las FAs)

31 diciembre 2023

ESPAÑOLES POR EL MUNDO. BOSNIA.

Hoy acaba 2023, año en el que se cumplen 30 años del despliegue en Bosnia-Herzegovina de la Agrupación Táctica "Canarias" en la Operación A/B como parte de la Fuerza de Protección de Naciones Unidas (UNPROFOR), a la que tuve el inmenso honor de pertenecer siendo Sargento de la Compañía de Zapadores del Batallón de Ingenieros Paracaidista I.

Aunque hablaremos de la guerra en general, me centraré en la AGT "Canarias" que es la que conozco y, para mí más importante, fue esta agrupación táctica la que sufrió el mayor número de bajas españolas como consecuencia del recrudecimiento de la guerra en su Área de Responsabilidad. Para hacerse a la idea de lo que supuso la situación de esta agrupación es imprescindible destacar que, de los 23 (más un intérprete) fallecidos españoles en Bosnia durante y después de la guerra, 10 lo fueron de la AGT "Canarias", además de 58 heridos.



Sería muy largo relatar el desarrollo de la Guerra de Bosnia, también conocida como de los Balcanes, y cómo evolucionó e influyó en el Ejército Español, pero, de forma muy resumida, debemos tener muy en cuenta que estalló como consecuencia de una combinación de factores políticos y religiosos, exaltación nacionalista, crisis políticas, sociales y de seguridad que siguieron al final de la Guerra Fría y la caída del comunismo en la antigua Yugoslavia.

En 1991 se desencadenaron conflictos armados en Eslovenia y Croacia, que pronto cesaron en esos países, trasladándose a Bosnia-Herzegovina, donde serbios por un lado y croatas bosnios y musulmanes por otro peleaban por el control del país. El Ejército Serbio era el antiguo Ejército Federal Yugoslavo, más o menos potente, jerarquizado y disciplinado; en cambio los croatas y musulmanes no llegaban a constituir un ejército, sino unas milicias con casi nula formación militar. En estas condiciones, los Serbios tenían controlada la mayor parte del país, pero la guerra de guerrillas (por darle un nombre más militar a los sabotajes e, incluso, al crimen organizado practicados por los grupos extremistas croatas y musulmanes) la compensaban con el esfuerzo principal centrado en la artillería y los morteros machacando constantemente las poblaciones que, una vez casi desoladas, tomarían sin mucho esfuerzo. La población sufrió mucho en esas zonas bombardeadas y sitiadas por los serbios, por lo que la ONU decidió intervenir forzando unos acuerdos de paz y poniendo en marcha una misión de ayuda humanitaria. España envió en noviembre de 1992 el primer contingente, la AGT. "Málaga", que se integró en UNPROFOR con la doble misión de vigilar el cumplimiento de los acuerdos de paz y de proteger los convoyes de ayuda humanitaria –qué sorpresa para muchos que creen que se dice convois–.

Zonas controladas por cada bando

A principio de 1993 los croatas y musulmanes, hasta entonces aliados, pasaron de amigos a enemigos y a combatir entre ellos, sobre todo en la zona de Sarajevo. En abril, durante la semana de relevo entre las agrupaciones "Málaga" y "Canarias", la guerra se extendió al sector asignado a las fuerzas españolas en el valle de río Neretva, principalmente Mostar, donde se registraron los combates más violentos. Desde ese momento se añadía a las misiones de la agrupación la de fuerza de interposición entre los bandos. La Guerra de Bosnia se había convertido en un conflicto con tres bandos enfrentados. Y los Cascos Azules de la "Canarias", en medio de aquel todos contra todos.

Destacamentos españoles

La AGT "Canarias", al igual que su antecesora la "Málaga", estaba formada, en su mayoría por legionarios y paracaidistas. En 1992 aún no existía la Brigada de La Legión, por lo que no existían unidades legionarias de apoyo de fuegos, de apoyo al combate ni de apoyo logístico, por lo que fue la Brigada Paracaidista la designada para proporcionar las unidades de apoyo a los tercios legionarios que eran, únicamente, unidades de Infantería. La agrupación la componían un grupo táctico mecanizado en base a la VIII Bandera "Colón" (del 3er Tercio) y con una compañía de Zapadores y una sección de Transmisiones de la BRIPAC, además de un escuadrón de Caballería, una pequeña unidad de Operaciones Especiales y una compañía de Transmisiones. Al mando de la AGT se encontraba el Coronel Jefe del Tercio Don Juan de Austria 3º de La Legión auxiliado por su PLMM (Plana Mayor de Mando), y por la compañía de PLM y un pequeño Equipo de Apoyo al Mando (capellán, asesor jurídico, etc).



Aquellos seis meses de la "Canarias", de abril a octubre de 1993, fueron de una violencia terrible en la zona española. Los bombardeos, los combates, las minas, los francotiradores y todo esto alimentado por un inmenso odio y una desorbitada sed de venganza entre los contendientes convirtieron el trabajo de los españoles en una misión dura. 

Y creo que fue dura, entre otras cosas, porque teníamos unas reglas de enfrentamiento bastante exigentes impuestas por la ONU cuando realmente estábamos en medio de un fregao tremendo y nos quedábamos con el culo al aire muchas veces. Lo podemos llamar miedo o como queramos llamarlo, pero fuera lo que fuera, se superó cumpliendo el Credo Legionario y el Ideario Paracaidista. Acongojaba bastante cuando por la noche se patrullaba con BMRs blancos por una ciudad a oscuras, con francotiradores en cualquier ventana y RPG-7 en cualquier esquina que sabías perfectamente que te estaban apuntando. Cuando te disparaban una granada de RPG entre dos vehículos de la patrulla para asustarte con el fin de que te fueras y, aún así, te fiabas de la eficacia de los sacos terreros atados con cuerdas sobre el BMR.Cuando entrabas en Mostar de interposición para 24 horas, aunque con raciones y munición para 72, y sabías cuándo entrabas pero no cuándo saldrías. Cuando te hostigaban con fusilería y tenías que contar los impactos en tu BMR a la hora de dar novedades. Cuando con tu VCZ tenías que apartar una barricada que no sabías si tenía minas o trampas porque ni podías sacar la cabeza ni podías bajarte del vehículo para reconocerla pues estaría batida por el fuego de un francotirador. Cuando viajabas por la Ruta Alternativa y recordabas el VEC de Caballería que por esa zona pisó una mina contracarro. Cuando ibas hacia Jablanica y en el check-point del puente de Alexis Jan te paraba un miliciano medio borracho y te daban ganas de bajar y quitarlo de en medio de un guantazo, pero veías arriba a tus once, en el túnel de la vía férrea, un cañón bitubo de 20 mm apuntándote. Hasta cuando tenías que ir a la ducha en albornoz y con el casco y el chaleco puestos pues la situación estaba chunga. Y sobre todo, cuando recordabas que una granada de mortero mató al Tte. Muñoz Castellanos y un francotirador acabó con la vida del Tte Aguilar, ambos en lugares por donde pasábamos a diario varias veces.  

Cruzando el puente de Alexis Jan sobre el Neretva

Por la Ruta Alternativa

Móstar

En mi Z-22 saliendo del destacamento de Dracevo

Podría seguir contando más de estas situaciones, porque hubo muchas. Cualquier componente de La Canarias podría seguir una larga relación de situaciones similares o peores. pero no es cuestión de aburrir. Otro día tal vez siga hablando de Bosnia.

También fue dura por las condiciones de vida y la situación logística, para las que no estábamos perfectamente preparados en el ejército de los 90. Pero pronto el E.T. se puso las pilas y empezó a sacar provechosas lecciones aprendidas de aquella operación Alfa/Bravo.

En diciembre de 1995 se firmaron en París los Acuerdos de Dayton, que pusieron fin a la guerra. Fue entonces cuando intervino la OTAN con la IFOR (Fuerza de Implementación de los acuerdos), que reemplazaba a UNPROFOR, y en 1996 la SFOR (Fuerza de Estabilización). En diciembre de 2004 la SFOR dio paso a la EUFOR, operación militar de la Unión Europea, que en octubre de 2010 se transformó en una misión de asesoramiento a las Fuerzas Armadas de Bosnia-Herzegovina con cuatro militares españoles en Sarajevo (Operación Althea).

La participación española en la Guerra de Bosnia es la gran olvidada. Vivimos una sociedad, tanto civil como militar, con una memoria muy corta. Si ya casi no se habla de Afganistán, pues como para querer que se hable de Bosnia... Pues yo me niego a dejar caer en el olvido aquella operación tan importante para España y que, como excepción, consiguió sus objetivos al 100 % acabando con un conflicto tan salvajemente encarnizado y pacificando aquel país. Me niego, también, a olvidar aquella operación de la que tanto aprendió el Ejército Español y que fue el germen del cambio de tantas tácticas, técnicas y procedimientos.

Pero, sobre todo, me niego a no hacer nada por evitar que caiga en el olvido el merecido recuerdo a nuestros compatriotas que cayeron cumpliendo su deber a miles de kilómetros de España:

Españoles caídos en Bosnia (con su ascenso honorífico a título póstumo)


Hoy hace 30 años que la tercera agrupación, la AGT "Madrid" (generada por la BRIPAC), se comía las uvas en Bosnia.
¡FELIZ 2024!

24 diciembre 2023

LA NAVIDAD CUARTELERA

 

Esta noche es Nochebuena

 y mañana Navidad; 

saca la bota, María, 

que me voy a emborrachar...


En España pocas cosas hay más tradicionales que un villancico en Navidad. La civilización occidental cristiana de la que procedemos, en la que vivimos y a la que defendemos tanto en suelo patrio —ahora llamado territorio nacional— como en la mayoría de las misiones internacionales en las que participamos, tiene su germen en la civilización cristiana, la que nació hace más de dos mil años y conmemoramos cada Navidad. Y por la gran carga de sentimiento tradicional que tenemos los militares en nuestra forma de ser, no dejamos que llegue esta época sin que los cuarteles se vistan de espíritu navideño.


Concursos de belenes entre las compañías, villancicos y pasacalles de las bandas de guerra, algún que otro copazo de Chinchón para pasar mejor los polvorones, cabalgatas de Reyes sobre vehículos militares, campañas de recogida de alimentos y de juguetes para los más necesitados y las despedidas y felicitaciones previas a los días de permiso que todos nos guardamos para viajar a encontrarnos con la familia, crean un entrañable ambiente navideño muy distinto al que se respira en los cuarteles el resto del año con tantas y tan apretadas actividades de instrucción y adiestramiento. El Ejército es tradición...    



Pero la vida no para porque justo antes de estas fechas se haya finalizado el año operativo con las tradicionales maniobras del turrón; aunque estemos en Navidad se deben cubrir unos servicios mínimos. Las unidades deben seguir manteniendo su disponibilidad, para lo que existe el personal de servicio. El nombramiento de las guardias de orden (para dar continuidad a la acción del mando) y el de las guardias de seguridad (para garantizar la de las personas, instalaciones y materiales) es inevitable y, como en otras tantas profesiones y oficios, cuando te toca... te ha tocado. Ya lo dice la letrilla del toque de Asamblea: si tienes guardia, jódete...

Decía antes que el Ejército es tradición y una que creo que se ha perdido casi del todo es la tradición de acompañar en las cenas de Nochebuena y de Nochevieja al personal de servicio. Tanto la actual facilidad para viajar, que ha hecho que en época navideña muchos militares estemos con nuestras familias lejos de nuestro lugar de destino, como el actual desapego que muchos militares tienen a estar en el cuartel fuera de las horas de trabajo, han ido dejando para el recuerdo el acompañamiento en esas cenas al personal de servicio. 


Recuerdo cuando de niño esperábamos en casa, con la mesa puesta y todo preparado, a que mi padre volviera del cuartel a donde habían ido todos los mandos a tomarse un vino o una copa de cava —llamado por todos champán en esa época— con el personal de servicio que, con horario cuartelero, cenaban a las 8 de la tarde. Posteriormente he tenido servicio varias nochebuenas y nocheviejas. De hecho, mi mujer estuvo a punto de pedir el cuadrante de servicios pues me tocó, durante tres años seguidos, Oficial de Cuartel en Nochevieja y ella no se lo creía. Reconfortaba que alguien se acordara de ti cuando llegaban los mandos a tomarse contigo algo y hacerte un poco "más familiar" la cena. También yo mismo he ido muchas veces a acompañar un rato a los de servicio cuando me ha pillado en mi lugar de destino; y cuando me ha pillado fuera, he llamado por teléfono para felicitarles la Navidad o el Año Nuevo. 

Como digo, esta bonita tradición es cada vez más un recuerdo. Desconozco lo que ocurre en todos los cuarteles de España, pero me da a mí que ya, como mucho, se acerca el Jefe y poco más. Una pena...

Esta noche es Nochebuena, buena ocasión para demostrar que somos la gran familia militar y quien no pueda acercarse al cuartel, que al menos les llame. Lo agradecerán.

Con un recuerdo especial a todos nuestros compañeros que están de servicio y a los que están desplegados en el extranjero, os deseo a todos ¡FELIZ NAVIDAD!



17 diciembre 2023

LA BOLSA DE BOMBONES

La extensa historia de nuestro Ejército conlleva la existencia de una gran cantidad de tradiciones. Algunas se perdieron con el tiempo, pero otras se mantienen. De estas últimas hoy hablaremos de la entrega de la bolsa de bombones a los oficiales del Arma de Ingenieros.

Se trata de una bolsa con bombones, morada, por supuesto, que se entrega a todos los alumnos de las diferentes escalas de oficiales que han existido a lo largo de la historia al despedirse de la Academia de Ingenieros cuando finalizan su formación unos días antes de su entrega de despachos en la Academia General Militar. 

El origen de esta tradición se remonta al primer cuarto del siglo XX durante los duros años de la guerra de Marruecos. Eran años en los que la polémica por los ascensos por méritos de guerra se mascaba día a día en las salas de banderas, sobre todo en las de los cuarteles de la Península. Muchos oficiales eran recompensados con ascensos por méritos de guerra que, si bien estaban justificados en muchos casos, sabemos de sobras que en otros muchos se concedían sin plenas garantías de justicia ni de que el ascendido realmente fuera merecedor de ello. En muchos casos estos ascensos se concedían para elevar el caché de una unidad tras acciones no demasiado relevantes ni, mucho menos, heroicas.

Mucho se ha escrito sobre las Juntas de Defensa, pero creo que poco se ha leído sobre ellas, visto lo visto. Una opinión muy extendida sobre estas juntas militares es que nacieron entre los oficiales destinados en la península en oposición a los ascensos por méritos de los que tanto se beneficiaban los oficiales destinados en África, cuando la realidad es que, aunque el asunto de los ascensos honoríficos fue también uno de los caballos de batalla de las juntas, no fue su origen. Su nacimiento se produjo, en 1916, como grupos de presión contra de la reforma militar de 1915 que pretendía un plan de reducción del excesivo número de oficiales mediante retiros anticipados que suponían la amortización de unos 4800 jefes y oficiales que quedarían sin destino y cobrando la mitad. Algo muy similar fue la Reserva Transitoria de 1986, pero en esta ocasión el de tan triste recuerdo Ministro de Defensa Narciso Serra aprendió la lección del fracaso de la época del gobierno de Eduardo Dato y la estableció con carácter voluntario y con unas condiciones económicas mucho más atractivas. 

En 1916 se creó la Junta de Defensa del aún denominado Cuerpo de Ingenieros, primera de todas ellas, e inmediatamente después los oficiales de Infantería crearon su propia junta. Lo primero que reclamó la de Ingenieros fue poder compatibilizar la Milicia con el ejercicio de la ingeniería a nivel particular y fue la de Infantería la primera en oponerse a los ascensos por méritos de guerra y al favoritismo en su concesión. A partir de ese momento empezaron a generalizarse las juntas de defensa en todas las armas y cuerpos del Ejército. Es decir, muy alejada de la realidad queda la absurda opinión tan generalizada de que las Juntas de Defensa fueron creadas por artilleros e ingenieros contra los ascensos por méritos de guerra que beneficiaban a infantes y a jinetes; así, como suena, como si en la Guerra de Marruecos no hubieran combatido artilleros e ingenieros...

Cuando las distintas juntas crecieron tuvieron un papel trascendental en la política española y unificaron ya sus reclamaciones, sobre todo en cuanto a retribuciones y a ascensos por méritos de guerra. En este sentido, la Junta de Defensa de Ingenieros se negó a este tipo de ascensos por un motivo lógico: este tipo de ascensos rápidos propiciaban que oficiales sin suficientes años de experiencia alcanzasen empleos superiores que les permitían hacer dictámenes y firmar proyectos técnicos de envergadura sin el suficiente aval de estudios y experiencia, lo que iba en detrimento del buen nombre y bien hacer del Cuerpo de Ingenieros. 

Por ello, en el momento de recibir sus despachos de teniente, los cadetes de la Academia de Ingenieros de Guadalajara eran reunidos por el director en presencia de todo el claustro de profesores y les instaba a firmar su renuncia a los ascensos por méritos de guerra en un libro que se guardaba en la Academia como testigo de su voluntad de renuncia. Mientras se realizaba el acto de la renuncia, en el exterior de la sala donde se realiza la firma, personal de la Academia repartía bombones a las madres, novias y demás familia de los cadetes, para hacer más dulce la espera.

Desde entonces, todas las promociones de oficiales del Arma de Ingenieros reciben una bolsa de bombones el día que se despiden de la Academia de Ingenieros y de su Bandera rumbo a la Academia General Militar para recoger sus despachos. 

Foto de mi bolsa de bombones que aún conservo (sin bombones, claro).


10 diciembre 2023

LA MÚSICA MILITAR (y III). Toques de ordenanza.

Tras el artículo del domingo pasado, que daba para mucho más pero que en algún momento había que cortar, hoy hablaremos de los toques de ordenanza o, al menos, de algunos toques de ordenanza, ya que sería largo y complejo hablar de todos los que ha habido a lo largo de la impresionante historia militar de España. 

Como ya escribí en la primera parte de esta serie dedicada a la Música Militar, para conocer el origen de nuestros toques de ordenanza nos tenemos que remontar a los comienzos de la más elemental historia bélica en la que las señales acústicas eran el vehículo transmisor de órdenes. Y de eso se trata, de transmitir órdenes mediante los sonidos de una corneta, generalmente el cornetín de órdenes.


En la página Caballipedia, además de otros muchos asuntos muy interesantes y, aunque con alguna carencia, bastante fieles a la realidad, podemos oír prácticamente todos los toques de ordenanza españoles actuales, que están bastante bien explicados en el RE7-001 Reglamento de Empleo. Toques Militares.

Según el RE7-001, los toques militares se clasifican en:

  • Toques para actos de Régimen Interior.
  • Toques de Orden Cerrado.
  • Toques de Instrucción y Campaña.
  • Toques para la rendición de Honores.
A su vez, estos toques pueden ser:
  • Toques de carácter general (son generalmente todos los de Régimen Interior).
  • Toques de corneta y tambor de Infantería (son prácticamente todos los de Orden Cerrado).
  • Toques comunes de unidades montadas (casi todos referentes a actos de Régimen Interior).
  • Toques de la Caballería.
  • Toques de Artillería Ligera y de Artillería de Montaña (conceptos ya en desuso).

Los de Instrucción y Campaña están totalmente en desuso, aunque llegué a conocer a un romántico que mandaba asaltar a toque de cornetín, como el Teniente Coronel de los paracaidistas británicos en la película Un puente lejano. También lo están los comunes a unidades montadas y para las artillerías Ligera y de Montaña. Por ello, me centraré en los toques de la vida diaria cuartelera (de Régimen Interior) y, sobre todo, en los de Orden Cerrado y Rendición de Honores, pero como no se trata de un resumen del reglamento y como casi todo en El Furriel tiene su pero, comentaré algunos toques concretos de los que muchas veces se desconoce su significado o su correcto y oportuno empleo. 

Una buena costumbre, a veces no demasiado practicada por los militares, es empezar por el principio, y el principio de casi todo toque militar es el toque de Atención en su versión simple o en su versión de Atención General, por lo que comenzaremos hablando de este toque. Todo toque de Régimen Interior debe ir precedido por el toque de Atención, salvo el de Silencio, que suena directamente sin preámbulo. En Orden Cerrado queda a criterio del mando su uso, pero teniendo en cuenta que el criterio debe ser coherente según el significado de cada toque y a quién va dirigido. 

Aquí es donde surge el primer pero. Desde hace muchos años el soldadito español tenía costumbre de poner letra a cada toque para recordar su significado —las letrillas—. El escaso nivel de conocimiento de un soldado de reemplazo sobre el verdadero significado de cada toque les llevó a creer, porque así lo solían oír en una época en la que había muchos generales pululando por los cuarteles casi seguro por la ausencia de SIMENDEF, que el toque de Atención General quería decir que había que prestar atención porque llegaba o estaba presente un general, componiendo su correspondiente letrilla como atención EL general. Sin embargo, en una época en la que sonaban varios toques de Régimen Interior para el ganado, para el personal, para la instrucción, para las teóricas —llamadas academias en esa época—, etc. Se diferenciaba si era un toque para una determinada facción del cuartel o de la unidad, en cuyo caso correspondía el toque simple de Atención o si era un toque para todo quisqui presente, en cuyo caso correspondía el de Atención General. Es decir, el origen del toque no era alertar de la presencia de un general, sino que era un toque con una orden general, vamos, para todo el mundo. 

Hasta antes de 2006 estaba oficialmente claro este concepto, aunque la gente (y no sólo soldados de reemplazo) siguiera creyendo que era el toque de atención EL general, pero aquel año entró en vigor el RE7-001 tergiversando oficialmente el sentido de este toque dando credibilidad al antiguo bulo de que se tocaría en presencia de un general. Y la prueba de que con este reglamento de 2006 se metió a martillazos este concepto —no sé si por desconocimiento— es que en el mismo reglamento, al hablar de la letrilla del toque, dice que puede ser Coronel... a...tención.. lo que demuestra que se dio esa letrilla porque también se tocaba ante la presencia de un coronel. 

En resumen, si se hiciera con lógica, en una acto militar se debería tocar Atención cuando es una orden para el personal formado (alto, alinearse, sobre el hombro, etc) y Atención General para alertar de un toque que afecta a todos los presentes, estén dentro o fuera de formación e independientemente de si preside un general, un coronel o alguien de cualquier otro empleo, como por ejemplo para el Himno Nacional al entrar la Bandera en formación o para el toque de Oración en el acto de homenaje a los Caídos, que afectan a todos los presentes. De hecho así era en mis primeros años de Milicia cuando en las paradas militares se diferenciaba entre el toque de Atención y el de Atención General en función de a quién iba dirigida la orden, no de quién presidiera el acto.

Y otro pero que se da prácticamente siempre actualmente es el del, para mí, incorrecto empleo del toque de Batallón y Llamada. En primer lugar, y a pesar que en todas las normas, circulares o instrucciones que se redactan actualmente de cara a una parada militar, se pone que se interpretará el toque de Batallón y Llamada —o la unión de estos dos toques—, cuando lo que realmente se interpreta es el toque de Batallón, Llamada y Tropa —o la unión de los tres— seguido por una marcha militar que es el momento en el que las unidades pasan a ocupar su puesto en formación. Por cierto, este toque, que es una orden para todas las unidades en formación, debe escucharse en la posición de firmes pues se está recibiendo una orden vía turuta, que para eso va precedido de Atención, no a discreción como tristemente se ve por ahí tantas veces...

En el siguiente vídeo se puede escuchar el toque que actualmente siempre se denomina Batallón y Llamada, cuando realmente es Batallón, Llamada y Tropa:


Para conocer qué parte es cada toque, en los tres siguientes vídeos se puede escuchar:

Atención y Batallón:

Llamada:

Y Tropa:

¿Y qué pasa cuando la unidad que compone una fuerza es una compañía, escuadrón o batería? Pues pasa que esto es otro banco pintado. Como el militar actual dedica muy poco tiempo a estas cosas,  no cae en que si la unidad que forma es una compañía no se puede tocar Batallón. Bueno, sí se puede, porque se oye todos los días, pero no se debe. Cada unidad tiene su toque en base a su entidad por lo que lo que debería interpretarse en ese momento previo a ocupar los puestos en formación cuando es una unidad de entidad compañía es el toque de Compañía, Llamada y Tropa.

Este es el toque de Compañía:

Y este sería el de Compañía, Llamada y tropa:

Y ya, para rematar el asunto de la errónea idea que se tiene sobre los toques de ordenanza, nos encontramos con los casos en los que, al ser unidades de Artillería o de Caballería, al Batallón, Llamada y Tropa le llaman Grupo y Llamada. También nos encontramos en La Legión con el invento del Bandera y Llamada —ignoro si los Regulares hablan de  Tabor y LlamadaEn estos casos es una muestra del total desconocimiento de esta materia. 

A ver, que nos gusta demasiado ser distintos. Un grupo, batallón, bandera o tabor es una unidad tipo batallón, guste o no guste. El toque con nombre propio Batallón no es sólo para uso de los batallones de Infantería o de Ingenieros, sino para uso de los grupos de Artillería, los de Caballería, los tabores de Regulares y las banderas de La Legión. Este toque no tiene diferentes nombres según el emblema que lleve cada unidad en el pecho, se llama toque de Batallón.

Todo tiene su razón de ser. En Artillería, por ejemplo, llamar Grupo al toque de Batallón deriva en llamar Batería al toque de Compañía. Pero resulta que ya existe otro toque distinto llamado Grupo y otro también llamado Batería, ambos con carácter táctico. También existe un toque denominado Escuadrón. Estos toques tienen su finalidad muy distinta a los de Batallón o Compañía por lo que cambiarles el nombre implica que se ejecuta un toque que no corresponde al que figura en la orden de preparación de la parada militar.

En fin, que como puede ver el lector, hasta una cosa tan simple como es el correcto empleo de cada toque de ordenanza lo tergiversamos, y es una pena. Menos mal que ya no se usan estos toques para el combate, pues con este guirigay y desconocimiento de los toques, menuda catástrofe.

¡Ay! qué buenos seríamos si nos preocupáramos por ser buenos en todo...


P.D.- Feliz patrona a los aviadores.


03 diciembre 2023

LA MÚSICA MILITAR (II). Marchas y canciones militares.

Tras la publicación de la semana pasada hablando un poco de música con el fin de reconocer la tan necesaria labor de nuestros músicos militares, me di cuenta de que es un tema que da para mucho más que para una sola parte; por ello me meto en el charco de escribir una segunda.

Y aquí tenemos que empezar a categorizar, porque la Música Militar debe estar constituida por marchas, toques de ordenanza y canciones. Supongo que todos tenemos claro cuáles son las marchas de desfile, cuáles los toques —aunque muchos no tienen ni repajolera idea de su significado— y cuáles las canciones, a pesar de que demasiadas veces se le llama a todo marchas militares. También es cierto que estas tres categorías no son estancas y hay canciones que también son marchas y toques que también son marchas o parte de ellas.

Una marcha es esa composición musical, con aire más o menos marcial dependiendo de la mentalidad del compositor, que se utiliza para desfilar. Una canción es la pieza que se canta, como ya dije en La Música Militar (I) el domingo pasado, para exteriorizar sentimientos de alegría por la victoria o de identificación de un ideal. Un toque es la transmisión de órdenes a través de instrumentos musicales con mayor o menor complejidad en su composición.

Como decía, estas tres categorías no son estancas, por lo que nos encontramos con canciones que sirven para desfilar, como la Canción del Legionario, o himnos que directamente son denominados como canción-marcha, como es el caso del Himno de Ingenieros. También hay casos en los que un toque de ordenanza se convierte en algún momento en marcha, como puede ser el caso del de Fajina una vez finalizado un desfile.

Lo de meterme en un charco que decía en el primer párrafo, lo digo porque creo que este del que voy a hablar hoy es un tema muy subjetivo en cuanto a gustos, aunque también hablaré de aspectos que creo totalmente objetivos, como los que son, por ejemplo, los relativos al correcto empleo y significado de los toques militares, principalmente en paradas y desfiles. Esta parte la dejaré para el domingo que viene que, por cierto, será el día de Nuestra Señora de Loreto, patrona de nuestros aviadores y... astronautas del Ejército del Aire... y del Espacio.

La parte subjetiva de este asunto es en la que cualquier aficionado a la Música Militar puede pegarse horas debatiendo sobre qué marcha militar le gusta más o qué canción le gusta menos. Yo que, como ya dije y según mi padre, aprendí a desfilar antes que a andar, soy un gran aficionado a oír y escuchar —que no es lo mismo— Música Militar. En mis largos, nocturnos y solitarios viajes en coche los domingos, cuando en la radio sólo hay fúrboh, hacia Zaragoza, Hoyo de Manzanares, Cerro Muriano o Viator, he sobrevivido al sueño y al cansancio gracias a horas y horas de marchas y canciones militares, de las que llevo casi un giga en el coche. 

Por eso tengo claro cuáles son para mí las mejores marchas y las más bonitas canciones militares. En el caso de las canciones la clasificación es la resultante de música y letra, de tal forma que la música tenga su carácter marcial y la letra sea, de verdad, la de una canción de guerra. No me cabe duda de que la más bonita canción, la que más me dice y la que más me llena es El Novio de la Muerte; la solemnidad de su música y el sentimiento de su letra son inigualables; pero me refiero al Novio de la Muerte de verdad, al cantado por las rotas voces de los legionarios y no por las dulces voces de coro que se oyen en ciertas desacertadas grabaciones. A partir de aquí ya sí me cabe duda de cuál es la siguiente en la lista, pues hay varias que, sin este orden necesariamente, me gustan mucho: Tercios HeroicosEl Zapador, el Himno de la Academia General Militar, el Himno de Caballería, el Himno de Intendencia, el Himno de la Armada (antiguo himno de la Escuela Naval Militar), Yo tenía un camarada o El Maestro (himno del desaparecido Regimiento de Infantería Jaén N.º 25). Es difícil hacer una lista completa y exacta pues, gracias a Dios, es extraordinaria la cantidad de canciones militares que tenemos en España.



Mención especial requiere el recitado de la Canción del Soldado que, aunque el resto de la canción no llegue a tanto, despierta en mí sentimientos muy similares a los que me produce el Novio de la Muerte:


¡SOLDADOS!

La Patria entera, 

para nosotros sagrada, 

palpita en esa Bandera

que nos entrega la Nación.

Traidor es quien la abandona

o la vuelve mancillada

y la Patria no perdona

el crimen de la traición.


Y, por supuesto, pocas cosas me hacen vibrar tanto como el Himno Nacional de España por lo que significa, no por su belleza musical ni por su marcialidad, ya que actualmente se ha convertido en algo rápido como de que acabe pronto. No hay ni una vez que lo oiga que no recuerde esa majestuosa y elegante versión anterior a 1997. Ahora se ve a las banderas entrar en formación corriendo para llegar a a su puesto mientras suena el escaso tiempo que dura; sin embargo, antes entraba la Bandera tan solemnemente que la tan larga interpretación del Himno no nos cansaba a los que manteníamos el pesado CETME C en Presenten. Lo siento, pero no me gusta el arreglo que hizo el, para mí, excesivamente elogiado y primer músico militar que llegó a general cuando el empleo máximo a alcanzar en ese cuerpo estaba fijado en teniente coronel. Pero esta es otra historia...

¿Y las marchas? Pues si canciones hay muchas, marchas ya ni te digo... Cuando oigo una marcha militar siempre, siempre, la imagino desfilándola. Soy militar, no músico, por lo que mi valoración de la calidad de una marcha está siempre definida por su capacidad de invitar a desfilar. Una buena marcha, además de que sea bonita, debe hacer que las piernas echen a andar solas y que el braceo salga solo. Y de éstas, no hay tantas. Al igual que me pasa con las canciones, no sé con exactitud cuál es la mejor marcha militar, pero me atrevería a decir que Los Voluntarios está a la cabeza. Muy seguidamente están otras marchas que invitan a mover las piernas: Heroína, San Marcial, Los Generales, Bandera y Patria, El Turuta, San Quintín, Desfilando —no confundir con Desfilar, que no vale nada—, Badajoz, Ganando Barlovento —muy bonita, pero que la Armada debe creer que no existe otra marcha pues casi siempre desfilan con ella— Mares y vientos, compuesta por el abuelo de mi buen amigo Chani, Proa a la mar o Pilotos en vuelo.




Además de todas estas, en España hay muchísimas marchas que, unas por ser muy antiguas cuando los ritmos de desfilen eran más lentos y otras por la poquísima calidad militar aunque tengan una gran calidad musical, no son de las que te ensalzan el espíritu y te hacen desfilar por el pasillo de tu casa. 


26 noviembre 2023

LA MÚSICA MILITAR (I)

El pasado 22 de noviembre se celebró el día de Santa Cecilia, Patrona del Cuerpo de Músicas Militares, por lo que esta semana El Furriel quiere hacer su pequeño homenaje a estos disciplinados y desapercibidos soldados que, además, son músicos. Y qué mejor para hablar de los músicos militares que hablar de la imprescindibilidad de la Música Militar.


Echando la vista atrás, a los orígenes, nos tenemos que remontar a los comienzos de la más elemental historia bélica en la que las señales acústicas eran el vehículo transmisor de órdenes para avisar de la presencia del enemigo, para reunirse o para atacar. Más tarde la melodía unida a la palabra proporcionaba al guerrero una forma de exteriorizar sentimientos de alegría por la victoria o de identificación de un ideal. Finalmente la música también ha servido al soldado para lograr el acompasamiento del paso de tal forma que los desplazamientos de tropas fueran de forma ordenada y uniforme, es decir, de forma militar. 

De una manera muy general se podría definir la Música Militar como una combinación armónica y rítmica de sonidos destinada a estimular la disciplina del cuerpo, así como a despertar en el alma la vibración patriótica y los sentimientos guerreros —Ricardo Fernández de la Torre. Historia de la Música Militar de España. Publicaciones de Defensa—. 

La faceta de proporcionar la posibilidad de desfilar es la que parece que la define en la actualidad, aunque de una manera muy simplona, ya que, además de las marchas de desfile, todo el repertorio de canciones que se cantan en las unidades militares, incluidos los himnos, así como los toques de ordenanza, son Música Militar. También canciones cuarteleras no oficiales como la ya en desuso Margarita se llama mi amor, la versión española de Lili Marlen o la legionaria Pobrecitos maridos infelices pueden, y deben, ser consideradas parte de la Música Militar de España.

La historia de la Música Militar ha pasado por muy diferentes etapas, desde los primeros usos de rudimentarios instrumentos de percusión, pasando por instrumentos de cuerda de carácter no demasiado guerrero hasta, incluso, la supresión de los tan militares tambores en la I República Española. Sí, aunque parezca mentira, los tambores estuvieron prohibidos en los ejércitos de España desde 1873 hasta 1892. ¡Veinte años sin tambores! Ni la Música Militar se ha escapado de sufrir las absurdas arbitrariedades a las que, desgraciadamente, estamos tan acostumbrados los militares españoles.

¿Y en la actualidad? Pues en la actualidad sobrevivimos con una escasísima existencia de unidades de música ya que la Música Militar se ha relegado a la rendición de honores y paradas, y teniendo en cuenta la poca importancia que se da ahora a conseguir la excelencia en los actos militares, viendo lo que se ve por ahí, es normal la tan pequeña presencia de unidades de música. Ni siquiera a los toques de ordenanza reglamentarios se les da la relevancia que tienen. ¿Cuántos jóvenes soldados conocen y saben qué significa el toque de Llamada, el de Fajina —sí, fajina se debe escribir con jota—, el de Retreta, el de Generala o el de Asamblea? Es más, ¿en cuántos cuarteles ya no se oye por megafonía ningún toque de ordenanza?

A principios del siglo XX había, sólo en el Ejército de Tierra, más de cien bandas de música; cada regimiento y batallón independiente tenía su banda de música. Bandas que, además, estaban mandadas por unos magníficos directores de entre los que sobresalieron reconocidísimos compositores de gran talla en distintos géneros musicales. Actualmente, según dice el Portal de Cultura de Defensa, sólo hay veintiséis unidades de música, sumando las de los tres ejércitos. Incluso las bandas de guerra se han visto tan mermadas que ya sólo existen a nivel brigada y, en muchos casos, ni pueden llegar a cumplir dignamente sus cometidos por falta de personal lo que lleva, en más ocasiones que las deseadas, a tener que usar música enlatada a través de la megafonía.

El problema es que el reducidísimo número actual de unidades de música  no es proporcional al número de actos oficiales en los que se requiere la participación de la Unidad de Música, por lo que nuestros magníficos Músicos Militares tienen una gran carga de participación en cuantos  saraos se organizan en el ámbito de las FAs. Y, a pesar de ello, nunca se quejan —al menos los de las unidades de música que yo conozco—. Cumplen magníficamente y de sobras con las exigentes agendas que tienen y, sin embargo, parece que no se les reconoce su labor tanto como se merecen; quiero decir que pocas veces se habla de la participación de los músicos en una parada militar, parada que sería una ruina si no fuera, también, por la respectiva Unidad de Música y, en su caso, Banda de Guerra. ¿Alguien se imagina un acto de La Legión con música enlatada?


En mis destinos en la Fuerza siempre me ha gustado felicitar a los músicos tras un acto o, incluso, tras un simple ensayo. Siempre me ha parecido admirable su disciplina, su buen hacer y su silencio a pesar del sonido de sus instrumentos. Para mí sus actuaciones son siempre muy brillantes, muy disciplinadas y muy abnegadas —nunca alcanzaré a entender, por ejemplo, qué nivel tienen los músicos legionarios que son capaces de soplar sus instrumentos mientras desfilan a 160 pasos por minuto—. Son la viva imagen del nunca se sabrá de mis hazañas por mis propios labios...

Feliz Patrona y muchas gracias.

19 noviembre 2023

ANECDOTARIO (III)

Pues ya estamos en la tercera entrega de este Anecdotario; vamos, batallitas de toda la vida. Según van pasando los días voy recordando muchas anécdotas vividas en primera persona en algunas ocasiones o de las que fui testigo en otras. De momento no estoy contando casos que me han contado otras personas, pero quién sabe si algún día...

Y entrando en materia recuerdo el caso de las paletas (dientes) del Cabo H. El Cbo. H. era un Auxiliar de Instrucción del Batallón de Instrucción Paracaidista que llevaba las dos paletas postizas. Era un tipo muy disciplinado y buen cumplidor de sus obligaciones, cualidades que le llevaron a perder las paletas en el barro cuando una noche de maniobras, tras oír la voz de alarma, salió tan apresuradamente de la tienda de campaña para formar al pelotón que tropezó con un viento y calló de bruces al suelo. Un instante después salíamos un sargento y yo de la tienda modular próxima y nos encontramos al Cbo. H. a cuatro patas buscando sus paletas entre el barro, sin éxito, por supuesto. 

Tras la alarma, cuya única finalidad era sacar de los sacos de dormir a los alumnos, se trataba de dar un golpe de mano al vivac y el Cbo. H. simulaba que era el equipo de cobertura, que llevaría teóricamente dos ametralladoras MG. Según habíamos convenido en el ensayo de por la tarde, en el momento convenido el Cbo. H. comenzaría a pegar unos potentes silbidos, simulando que las ametralladoras estaban cantando, señal para que el equipo de asalto forzara la entrada en el vivac con la cobertura de las ficticias ametralladoras, pero nada ocurrió. Un silencio sepulcral y todos, cada uno en su puesto, esperando a que el cabo silbara. Pasados unos segundos, que me parecieron minutos y que fueron suficientes para que me cogiera un cabreo descomunal, me fui corriendo hasta donde se encontraba y, tras preguntarle y contarme por qué no silbaba, le dije que por qué no gritaba, por ejemplo, RA TA TA TÁ o FUEGO, FUEGO, FUEGO, o lo que fuera, a lo que me respondió, como buen cumplidor que era, "que se le había ordenado que silbara, no que gritara nada". En ese momento, adivinando la expresión de mi cara en la oscuridad,  el cabo empezó a gritar RA TA TA TA TÁ y, por fin, se pudo atacar el vivac con el sonido de fondo de alguna que otra carcajada. Está claro que sin dientes no se puede silbar y sin iniciativa las cosas suelen salir mal.

Lo que le sucedió al Cbo. H es una de esas cosas del directo de las que es difícil prever que te van a asegurar el fracaso, como lo que le ocurrió a un ranchero tras un apretón de vientre. Última noche de maniobras en San Gregorio y, como no existía aún la actual Zona de Espera, estaba mi compañía instalada frente a la Paridera del Santísimo cuando ese campo de maniobras aún era un paraíso por el que te  podías mover con total libertad, podías poner explosivo donde te diera la gana y podías realizar todas tus necesidades donde te apeteciera con la única condición de tener un simple zapapico y un poco de intimidad. 

Hacía frío y los sargentos nos metimos en la tienda de la cocina ARPA donde el sargento 1º auxiliar de la compañía dirigía la elaboración de la cena. Uno de los rancheros, que vestía mono de trabajo verde, pidió permiso para salir pues le estaba apretando la tripa y salió corriendo. Al rato volvió y empezamos a oler tan mal que decidimos salirnos de la tienda porque preferíamos el frío que tan insoportable peste. El sargento 1º echó al ranchero de la tienda y, al girarse éste para salir, comprobó que llevaba manchada toda la espalda del mono. Resulta que, debido a la prisa que llevaba se quitó la parte de arriba del mono para dejar al aire la blanquecina zona del cuerpo donde termina la camiseta y se puso en cuclillas para cumplir tan urgente misión. Terminó y se volvió a poner la parte de arriba del mono sin darse cuenta de que el interior de la espalda tenía una gran ensaimada que había caído ahí porque, al quitárselo, no lo había recogido, quedándose en el suelo sobre el que fue a parar la materia evacuada del interior de su angustiado cuerpo. 


Y es que hay prendas a las que a uno le cuesta acostumbrarse, como me ocurrió a mí cuando llegué destinado a La Legión en mi primer destino de Oficial. Salía de tomar café en la Residencia de Oficiales para dirigirme a mi compañía —entonces se trabajaba por las tardes— y al salir por la puerta me cubrí con el chapiri mientras bajaba las escaleras exteriores poniéndome las manoplas a continuación. En ese momento giró la esquina del edificio el Comandante X. (actual General X.) y, con esa voz enérgica y ese semblante que impresionaba, me dijo "mi alférez, en La Legión los oficiales nos ponemos las manoplas en el interior del edificio y en el marco de la puerta nos cubrimos"; era mi primer chorreo legionario. 

Como el Cte. X. era el G-2 de la Brigada de La Legión, pasaba frecuentemente de inspección por el Cuerpo de Guardia y, cuando el plantón estaba un poco acarajotao, daba la voz de ¡GUARDIA EL COMANDANTE! cuando éste ya había entrado hasta la cocina y, de esa manera, el Oficial de Guardia se encontraba frente a él poniéndose el gorrillo y con las manoplas en la mano, con el consiguiente chorreo del comandante. Por eso, algún  que otro teniente y alférez cuando entraban de Oficial de Guardia, permanecían en el despacho con las manoplas puestas hasta que el Cabo de Barreras les informaba de que el Cte. X. había salido ya de la base hacia su casa. Desde aquel primer chorreo, siempre que me he puesto las manoplas me he acordado del entonces Cte. X, por muchos años que hayan pasado.

Pero una cosa es acostumbrarse mejor o peor a algunas prendas específicamente militares y otra cosa es no tener ni idea de qué es realmente el uniforme que se tiene. A un militar eso no le ocurre, pero sí a algún civil, como, por ejemplo, el que llamó por teléfono hace unas semanas al Museo Histórico Militar de Cartagena diciendo que quería donar un uniforme de Capitán General. El Subteniente del museo le hizo unas cuantas preguntas para saber de qué tipo de uniforme era, época, ejército, etc y, tras unos minutos de conversación al final el hombre contestó que se trataba el uniforme de capitán general ¡de su primera comunión!


Y luego están los que saben qué es un uniforme y equipo, pero no tienen claro su uso. Siendo alumno en la Academia General Militar íbamos a clase con uniforme de trabajo, es decir, con zapato y calcetín negro. Estando en una de las clases de la tarde sonó por la megafonía el toque de Generala, por lo que rápidamente salimos del aula y nos dirigimos a nuestras respectivas camaretas a cambiarnos de uniforme y a coger armamento y equipo de combate con el pensamiento de que sólo formaríamos, se comprobaría el tiempo total empleado para que la unidad estuviera dispuesta, se darían novedades y se romperían filas volviendo a nuestros quehaceres académicos, ya que a primera hora del día siguiente teníamos examen.

Efectivamente, formamos y se dieron novedades, pero no rompimos filas. Nos repartieron raciones de campaña de cena. Ya teníamos claro que nos llevaban al campo y cenaríamos fuera para volver antes del toque de Silencio, pero no; nos llevaron hasta el vértice Pedos, creo recordar, nos establecimos en línea de vigilancia por binomios y nos dispusimos a pasar la noche turnándonos entre los dos componentes del binomio para descansar. La mayoría de nosotros teníamos una única preocupación, que era el examen que teníamos a primera hora de la mañana y que estábamos seguros de que nadie en la AGM se apiadaría de nosotros cambiándolo de fecha a otro día. Sin embargo otros tenían otras preocupaciones, como por ejemplo, haberse puesto las botas con los calcetines negros que llevábamos puestos antes de la Generala, llevar la mochila medio vacía sin saco de dormir o no llevar el chaquetón en ella. Para algunos la noche se hizo muy muy larga por culpa de su ingenua creencia en la benevolencia de los protos. Y, por supuesto, a primera hora estábamos en la Academia dispuestos a hacer el examen.

No cabe duda de que en las academias militares no suele ser buena idea creer que te lo sabes todo, pues siempre hay un proto, o muchos, que rápidamente te tiran por el suelo todas tus esperanzas, tal como me ocurrió a mí en la Academia General Básica de Suboficiales cuando pretendía pasar a formar parte del coro con la única intención de tener posibilidades de salir los fines de semana aunque fuera a cantar por ahí —en esa época no se salía de fin de semana a no ser que fueras Mención Honorífica o Cuadro de Honor, condiciones que no alcancé nunca—. 

Los pretendientes a coristas fuimos convocados en el salón de actos y se nos hizo empezar a cantar una canción militar detrás de otra mientras el Capitán Páter —de los que iban a diario con uniforme de campaña— pasaba fila por fila y alumno por alumnos oyendo sus habilidades musicales. a unos les decía "quédate" y a otros les decía algo así como "lo siento, no vales, gracias". Cuando se plantó delante de mí levantó la vista, me miró a la cara y con la suya muy seria me dijo "¿con esa voz pretendes estar en el coro? Lárgate ahora mismo o te meto un paquete por escaqueado".

Y esto es todo por hoy.


12 noviembre 2023

ANECDOTARIO (II)

Tras terminar de escribir el Anecdotario de la semana pasada, me siguieron viniendo a la cabeza recuerdos de otras situaciones vividas a lo largo de mi ya larga vida militar y me surgió la duda de si realmente todos esos recuerdos podían considerarse anécdotas. De modo que, con la genuina mentalidad militar, me fui a ver qué decía sobre esto el reglamento. El Diccionario de la Real Academia Española dice, entre otras acepciones, que una anécdota es el relato breve de un hecho curioso que se hace como ilustración, ejemplo o entretenimiento. Bueno, espero ir más o menos encaminado y que esté siendo breve y entretenido.

Como decía el domingo pasado, los alumnos en los centros militares siempre dan mucho juego a la hora de generar anécdotas. Uno de estos casos es el que me ocurrió con un alumno que inventó un nuevo método de orientación en el campo. Durante las primeras maniobras de su vida militar (enmarcadas en la Fase de Formación General Militar cuando llevaban alrededor de mes y medio), realizábamos una noche de soledad en la que se daba una zona a cada sección y de ésta se marcaban itinerarios a los pelotones. A lo largo de ese itinerario el sargento iba dejando a cada lado del camino (metidos entre la maleza y las arboledas y a unos 10/20 metros del camino), separados alrededor de 80/100 metros entre sí a todos los alumnos del pelotón de uno en uno. Así pasaban la noche totalmente aislados y por la mañana, a una hora determinada, deberían todos, individualmente, estar de regreso en el vivac. La noche de soledad casi siempre acababa con alguna novedad que se solventaba con la constante vigilancia de los instructores a lo largo de la zona asignada. Era normal el caraja que se perdía, el asustadizo que no pegaba ojo toda la noche o el sobrao que recuperaba el sueño perdido y no abría el ojo hasta que el sol le pegara ya de lleno en la cara o el sargento le diera un suave buenos días al oído.

Pero una de estas noches ocurrió algo diferente, no porque faltara uno por replegarse sobre el vivac, que era lo normal y había que ir a buscarlo, sino por el lugar hacia donde se encaminó. Estábamos en Las Navetas, zona de la Cresta del Gallo (Murcia), y el tío, en vez de aparecer en el vivac apareció en el cuartel (a unos 20 km del campamento). Entre Las Navetas y Javalí Nuevo —recuerdo, Javalí con V— hay zonas pobladas y polígonos industriales por los que, si no conoces bien el camino, puedes dar varios rodeos. Tras volver al vivac en el vehículo que enviamos al cuartel a recogerlo, el tío dijo que se había despistado con el horario porque no llevaba reloj y que empezó a andar para no llegar tarde y que, sin darse cuenta, apareció en el pueblo del Palmar y de ahí ya pues siguió hasta el cuartel. Preguntado sobre cómo supo el camino para llegar al cuartel, dijo que se había orientado ¡por las farolas! Vamos, que el tío no llevaba reloj, pero sí dinero para un taxi.

Vista de Murcia desde la Cresta del Gallo. Como para orientarse por las farolas...

Y es que, claro, entre dormir en el suelo en invierno o echar un par de horas en la cama tras darte una ducha en el cuartel mientras llegan a recogerte, es sólo superable por tener a tu propia madre viviendo contigo en la camareta, como pretendía la madre de una alumna el día de su incorporación. La señora, que acompañó a su hija al cuartel como tantos otros padres a sus hijos, pretendía que se le diera también alojamiento junto a su hija. La señora no atendía a razones. Ella sólo decía que no podía dejar sola a su hija con tanto hombre y que tenía que vivir con ella. Cuando la paciencia se me iba acabando se lo dije al Teniente Coronel quien, con su acertado superior criterio y conociendo mi no muy abundante paciencia, mandó como parlamentaria a la Teniente Médico, quien, tras otro buen rato de charla, consiguió hacer entrar en razón a la señora. La pobre chica lo pasó mal durante su formación por falta de casi todas las aptitudes necesarias, pero en actitud iba sobrada, pues le echó muchos pares de narices hasta conseguir ser Dama Legionaria Paracaidista. Con esa madre, estoy seguro de que su actitud era el seguro para salir de su casa.

En cuanto a actitud he visto varios casos verdaderamente admirables, como el del chico de familia humilde que, sin tener ropa de deporte, llegó a hacer las pruebas físicas de ingreso en vaqueros y zapatos y, encima, hizo un tiempo estupendo en la carrera de los mil metros. Sí, como lo cuento, zapatos; en esa época aún había jóvenes que tenían zapatos y no iban siempre con zapatillas de deporte...

O también positiva era la actitud de aquel alumno negro de mi sección del que destacaban unos dientes muy blancos y que, tras decirle en broma que de noche no abriera la boca para no ser visto por el enemigo, llegó a la siguiente instrucción nocturna con los dientes pintados con rotulador negro. Tardó un par de semanas en volver a tener los dientes blancos. Actitud positiva, pero mal de la pelota.


También recuerdo otra actitud muy echá palante en un alumno durante los prolegómenos del desfile del Día de la Fiesta Nacional en la Castellana. Ese día la BRIPAC desfilaba con dos compañías de la I BPAC y una compañía del BIP. Para conformar la compañía metimos a unos seis o siete alumnos porque no teníamos suficientes cabos y CLPs destinados. Estando en la posición de inicio del desfile, teníamos detrás a la unidad de La Legión, que ese año era la BOEL. Llegó el momento de cánticos y piques y empezamos a oír gritar ¡pistolos! Creyendo que los gritos procedían de los veteranos legionarios amedrentando a nuestros jovencillos alumnos, fuimos los oficiales hacia atrás y comprobamos que uno de los alumnos, precisamente el más bajito y con más cara de niño, se desgañitaba provocando a los veteranos legías de la BOEL y les hacía peinetas con el dedo corazón extendido. Menos mal que el entonces Jefe de la BOEL —y después JEME— se lo estaba tomando a coña y todos allí se reían. 

Sin embargo, también he conocido casos de falta de actitud, como el de la mayoría de los componentes de un ciclo ante el salto de combate. El Curso Básico de Paracaidismo para Tropa consta de seis saltos diurnos sin equipo ni armamento dirigidos por los instructores de la Escuela Militar de Paracaidismo (EMP) de Alcantarilla. Es decir, sólo seis saltos en los que se adquiere la técnica del salto exclusivamente. Como en las unidades de destino lo normal es saltar con equipo y armamento, en el BIP (y UFPAC) organizábamos el denominado 7º Salto antes de enviarlos a sus respectivas unidades, que era un lanzamiento en el que, ya con sus mandos orgánicos y con mochila y armamento, generalmente era seguido por una marcha con la que se iniciaba un ejercicio Alfa de cinco días de la Fase de Formación Específica. Este salto, aunque no tuviéramos abajo al enemigo haciéndonos fuego, era conocido entre los alumnos como salto de combate. Lo de saltar fuera del colchón de la EMP con fusil y mochila con equipo para cinco días, además de ser menos restrictivo el límite de viento asumible al no ser ya alumnos del curso, le quitaba el sueño a más de uno y ese insomnio se contagiaba a veces. Y una de estas veces el contagio fue absoluto. Una pandemia. 

¡A formar la compañía! gritó el cuartelero y ahí sólo salimos los mandos y unos pocos alumnos preparados para bajar andando hasta la EMP (unos 4 km) y empezar unas maniobras con un salto. Recuerden que es un centro de formación y entre la voz del cuartelero y las de los instructores y auxiliares dando voces por la compañía metiendo prisa a los alumnos pasa medio segundo. Esta vez no había nadie por los pasillos; no nos podíamos creer lo que estaba pasando. Los alumnos estaban metidos en los baños o debajo de las camas suplicando por su miedo al terrible salto de combate. Inusualmente el miedo se había extendido del todo porque la tarde antes, en el Mesón de Tropa, unos veteranos CLP,s de la III Bandera Paracaidista habían pasado una alegre tarde riéndose de los alumnos metiéndoles miedo por el salto de combate, del que contaban la cantidad de nuertos que había tenido. Costó sacarlos, pero haciendo gala de una ejemplar psicología militar, lo conseguimos y llegamos a la hora a la EMP. Finalmente los 120 alumnos que componían ese ciclo saltaron sin novedad. Como para no saltar, con el cabreo que teníamos los mandos...


El domingo que viene, más.

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05 noviembre 2023

ANECDOTARIO (I)

El otro día un compañero de promoción me decía que tenía que escribir en El Furriel las vivencias a lo largo de mi vida militar. Le agradezco la confianza que tiene en mí pensando que puedo escribir una entrada en este blog hablando de mi vida militar con un estilo suficientemente interesante como para conseguir mantener el pequeño número de lectores que tengo. Es verdad que mi vida militar no ha sido nada aburrida, al menos para mí, pero ha sido muy similar a la de muchos, por lo que creo que contarla aquí no sería lo suficientemente interesante ni tendría nada curioso que escribir. En este blog me gusta recordar cosas pasadas, explicar el porqué de muchas cosas y, a veces, intentar hacer nacer la curiosidad por cosas que no terminan de hacerse como deberían. De ahí a contar mi vida, pues hay diferencia. 

En lo que sí he pensado un poco es en algunas cosas concretas, anécdotas, que me han ocurrido o que le han ocurrido a otros a mi alrededor. Por eso he decidido contar aquí algunas de las que recuerdo, intentando redactarlas con la suficiente soltura simpática como para no aburrir.

La primera que me vino a la memoria es la que me ocurrió, allá por 1990 o 1991, siendo joven sargento en mi primer destino tras salir de la Academia, el Regimiento de Ingenieros nº 1 del Núcleo de Tropas Divisionario de la División Acorazada "Brunete", que se encontraba en esos años en Colmenar Viejo. Encontrándose mi compañía (la 2ª de Zapadores) de ejercicio Alfa en el Campo de Maniobras de El Palancar (Hoyo de Manzanares), tocaba a mi pelotón dar la seguridad del vivac esa noche. Distribuí la noche por binomios y nos fuimos a dormir después de finalizar la instrucción nocturna. El Palancar es una zona en la que empieza la sierra madrileña en la que abundan los jabalíes, animales que acuden por las noches a cualquier lugar al que el fuerte olor o la basura les atraiga. Al tratarse de una compañía mecanizada —por cierto, la primera en España en tener en dotación los TOA-VCZ— el fuerte olor que desprendía el combustible quemado atraía a la zona de aparcamiento del vivac a los jabalíes. Por la mañana, al grito de Diana, salí de mi tienda de campaña y vi que el binomio que estaba de servicio en ese momento era el que tenía que haber comenzado los turnos a primera hora de la noche. El enfado que me cogí fue tan descomunal (los que me conocen saben cómo me cabreo cuando me cabreo) que los pobres soldaditos de reemplazo no se atrevieron a dar ni la más mínima explicación. A los pocos minutos un cabo me pidió hablar conmigo para explicarme lo que había ocurrido. Los dos zapadores, siendo la primera vez que tenían contacto con un jabalí, se asustaron cuando los vieron aparecer y se subieron encima de un TOA. Tenían tanto miedo que pasó la hora de su turno, la del turno siguiente y la del siguiente sin tener valor a bajarse para despertar a los siguientes binomios que entraban en turno de actividad, de tal manera que se quedaron toda la noche sobre el vehículo esperando a que llegara la hora de gritar ¡Diana!. Se me pasó el enfado, claro está, y el resto del pelotón agradeció que les dejaran dormir las pocas horas que se duerme en maniobras. 


Pensando en otras anécdotas me han llegado a la memoria unas cuantas de mi periodo de instructor en el Batallón de Instrucción Paracaidista (BIP), cambiado el nombre desde 2003 por el de Unidad de Formación Paracaidista (UFPAC). Este periodo —en mis empleos de teniente y de capitán— da mucho juego a la hora de contar anécdotas porque los alumnos, debido principalmente a su falta de experiencia, ocasionan muchas anécdotas y más teniendo en cuenta que los ciclos de incorporación de tres meses se solapaban unos con otros para completar once ciclos al año en los que una sección tenía alrededor de 100 alumnos y la compañía podía llegar perfectamente a tener más de 400 alumnos aspirantes a CLP (Caballero Legionario Paracaidista) de hasta tres ciclos distintos a la vez (unos recién llegados, otros a mitad de formación y otros a punto de terminarla). Este es el motivo de que esta entrada se llame ANECDOTARIO (I), porque creo puede tener miga como para una segunda parte. 

De aquella época recuerdo cuando a Bea la Legionaria —la posteriormente conocida concursante de Gran Hermano 6— le puse, por casualidad, el mote de La 9 mm. Corría el año 1999 cuando, siendo alférez legionario, fui comisionado al BIP para la instrucción de los aspirantes a Caballeros Legionarios cuya formación se realizaba allí en esa época, como la de toda la Tropa profesional de la Fuerza de Acción Rápida (BRILEG, BRIPAC, BRILAT y MOE). Hasta unos años después en que cambió a los centros de selección de las delegaciones de Defensa, se realizaban en los centros de formación las pruebas de selección y era una semana en la que te pululaban por el cuartel muchos civiles que aún estaban en proceso de selección. En la primera noche de uno de aquellos ciclos, encontrándome de Oficial de Cuartel, me dirigí a un grupo de aspirantes que estaban de charla en un jardín junto a la compañía donde estaban alojados advirtiéndoles de que quedaban diez minutos para el toque de Silencio y que en ese momento debían estar en sus respectivas camas. En ese grupo había una chica que parecía llevar la voz cantante en esa reunión y a la que, por lo visto, le hizo gracia la borla de mi chapiri e hizo un par de comentarios pretendiendo hacerse la graciosa. Le dije que el Suboficial de Cuartel saldría a por ellos si no entraban y ella preguntó "¿el Suboficial de Cuartel es el del culito gracioso?". Fui al Suboficial de Cuartel de esa compañía y le advertí del grupo que no tenía pinta de querer observar el toque de Silencio. Literalmente le dije que "hay un grupo de aspirantes con una chica que tiene una cicatriz redonda en la frente que parece un disparo de calibre 9 mm y que parece tener mucho peligro, vete para allá y que se metan en sus camaretas". Al día siguiente ya todos la conocían por la 9 mm. Fue baja, no recuerdo si voluntaria o médica, y volvió un año después, estando yo ya destinado allí, y consiguió terminar su formación e incorporarse a su destino en la BRILEG.


En asunto de exámenes podía uno encontrarse cualquier cosa, como dar por respuesta "José Luis Rodríguez Zapatero" al ser preguntado por el nombre del Jefe de la Brigada Paracaidista o responder “aguantar despierto para que no te pille el Suboficial de Guardia” al ser preguntado por las misiones del Imaginaria. Son cosillas de novato fruto de la inexperiencia y de la inmadurez de algunos, como el caso en que, no sé si por inmadurez o por cara dura, un alumno se pega dos semanas en paradero desconocido, habiéndose elevado el pertinente parte por el delito de abandono de destino, y cuando regresa al cuartel, pisando moqueta en el despacho del capitán, le pregunta con cara de sorpresa y de incredulidad: "¿es que me va a arrestar? 

En cuanto a ausencias del destino de forma injustificada se producían continuamente en aquella unidad de formación de Tropa. Generalmente, hasta el segundo fin de semana en la unidad no se les permitía obtener el pase de pernocta de fin de semana para pernoctar fuera del cuartel. Tanto de teniente a mi sección como luego de capitán a la compañía siempre les decía lo mismo "me da igual cómo volváis el domingo: en tren, en coche, en autobús, en auto-stop, en bici, andando, a caballo o secuestrando un  avión, pero el domingo a Retreta todo el mundo aquí". Y llegó el momento en el que tuve que dejar de decir esa frase, pues alguno se lo tomó demasiado al pie de la letra. 

Después de tantos años aún recuerdo los apellidos de aquél alumno, M.V. El lunes por la mañana me dio novedades el Suboficial de Cuartel de los retrasos a Control Nocturno de la compañía y de la falta del Alumno M.V. Di novedades a mi Teniente Coronel y así nos plantamos en el martes, que M.V. seguía sin aparecer. El Capitán de la S-1 se puso en contacto con su domicilio en Motril (Granada) y su familia nos dijo que había salido hacia Murcia el domingo por la mañana, pero no sabían en qué medio. La situación empezaba ya a preocupar, por lo que la Plana Mayor empezó a hacer gestiones con la Policía y con la Guardia Civil para localizarlo. Alrededor de la hora de la cena del martes me llamó a mi casa el Suboficial de Cuartel diciéndome que M.V. había llegado al cuartel ¡en bicicleta!

Por la mañana llamé a M.V. a mi despacho a que me explicara los sucedido. Resulta que el viernes se fue a Motril con dos veteranos CLPs de la III Bandera Paracaidista, que está ubicada en el mismo cuartel de Javalí Nuevo —sí, es Javalí con V—, pero que yendo hacia allá les avisaron de que tenían el lunes de vidilla, por lo que le dijeron al Alumno M.V. que no volverían el domingo. Nuestro disciplinado y cumplidor aspirante intentó, sin conseguirlo, sacar billete de vuelta en tren y en autobús, por lo que como máximo cumplidor de las órdenes de su capitán se cogió su destartalada y vieja bicicleta y se vino hasta Murcia (más de 300 km), para lo que tardó tres jornadas, le atracaron por el camino, tuvo varios pinchazos, se extravió varias veces y le pusieron una multa cuando circulaba por la autovía para no perderse más. Ni lo arresté, directamente hablé con la Capitán Médico para que le pasaran reconocimiento psicológico extraordinario y finalmente le dieron la baja en el Ejército. Un tío súper disciplinado, pero no estaba muy bien de la azotea. Menos mal que no le dio por secuestrar un avión diciendo que cumplía órdenes de su capitán...


Como decía antes, con los alumnos muy nuevos te encuentras casos de ingenuidad o de inmadurez, pero también casos que le echan morro. Un ejemplo de ingenuidad de una y del morro del otro es el caso de una alumna que pidió destino a La Legión en Almería porque así se lo dijo su novio, que era CLP en la Brigada Paracaidista, aún en Alcalá de Henares en esos años. Resulta que esta chica, no demasiado agraciada físicamente la pobre, tenía a su novio en los Paracas, ella quería también ser paracaidista e irse junto a él a Alcalá. El novio, supongo que temiendo la que se le venía encima, le dijo que no podía entrar directamente a la BRIPAC procedente de civil y que debía estar al menos tres años en La Legión antes de poder pedir destino a una unidad paracaidista. Ella se fue al Centro de Reclutamiento y solicitó todas las plazas legionarias a las que podía acceder con la esperanza de poder irse a Paracaidistas tras los tres reglamentarios años en La Legión. Cuando llegó al BIP  y se dio cuenta de que muchísimos de sus compañeros se iban a poner la boina negra sin necesidad de llevar tres años el chapiri se llevó un tremendo berrinche al sentir que su novio no quería estar con ella y que la había engañado. El problema es que tardó días en darse cuenta y discutía con todo el mundo, compañeros y mandos, cuando intentábamos hacerle entender que no era necesario ser legionaria antes que paracaidista; ella creía que la engañábamos. Por supuesto pidió la baja y se volvió a su pueblo, no sé si pasando antes por Alcalá de Henares a ajustar cuentas... 

Los alumnos, como digo, dan mucho juego en esto de las anécdotas, como el que pidió la baja porque le habían ofrecido un trabajo de actor porno, o el que exigió que se le pusiera una habitación individual o pedía la baja porque en el contrato no decía nada de que tuviera que vivir en una camareta compartida.

Y de más anécdotas de alumnos y de veteranos hablaremos la semana que viene en el ANECDOTARIO (II).