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Hablar pocas veces de la profesión militar es una de las pruebas de gran desidia e ineptitud para la carrera de las armas. (Del art. 14 de las RR.OO de las FAs)

18 agosto 2024

EL IHCM

Una mañana de principios de 2022, estando yo felizmente destinado en la BZAPLEG dedicado a esas cosas a las que nos dedicamos los militares en las unidades de la Fuerza y por las que se supone que de jóvenes quisimos ser militares, me llamó el anterior Director del Museo Histórico Militar de Cartagena anunciándome que en unos meses iba a salir la vacante de su puesto pues él ya cesaba. La vacante iba a ser de Libre Designación y desde Madrid le habían pedido que sondeara a posibles peticionarios. Me llevé una gran sorpresa porque jamás había pensado en la posibilidad de ir destinado a ese magnífico museo de mi ciudad natal que tantas veces había visitado. También, por supuesto, me causó una gran duda, porque con casi 40 años de servicio, principalmente alternando la boina negra y el chapiri, no estaba yo muy seguro de que pudiera servir para un puesto tan tranquilo —creo que nunca había pensado que me iba llegando la hora de esa ley de vida  que es acabar siendo un pureta. Como gran aficionado a la historia militar de España mi cabeza se sentía muy atraída por esa idea, pero mi corazón no quería colgar el fusil y quitarse la mochila de la espalda. Al final, y cercana mi fecha de ascenso a Teniente Coronel en la que sí o sí tendría que abandonar mi feliz destino en La Legión, decidí solicitar la vacante con la suerte de ser designado para ocupar ese puesto. 



Instituto de Historia y Cultura Militar... ¡Uf!, no sabía demasiado sobre el IHCM, salvo lo que más o menos sabemos todos los militares: que es el órgano que asesora a la SEGENEME sobre la idoneidad o no de los escudos de armas de las unidades, el órgano que custodia los historiales de las unidades disueltas o el órgano que de vez en cuando organiza cursos de heráldica, de uniformología o de música militar y que edita la Revista de Historia Militar, poco más. Pero como los militares españoles somos los más polivalentes del mundo que aprendemos los cometidos de cada puesto por ciencia infusa y que un mismo militar español lo mismo vale para estar poniendo minas y manejando explosivo, coordinando la logística de una unidad, gestionando los créditos y gastos en una habilitación, dirigiendo el protocolo de una brigada o tratando la gestión medioambiental o de riesgos laborales, pensé ¿Quién dijo miedo? Y ahí estoy desde hace un par de años, aprendiendo un montón de cosas desconocidas para mí. A estas alturas...

El caso es que en este tiempo me he dado cuenta de que el IHCM es uno de los grandes desconocidos de nuestro Ejército y por eso El Furriel, que como buen español sabe de todo —y lo que no sabe se lo inventa— intentará hoy dar a conocer un poco esta órgano tan interesante y tan importante para el Ejército de Tierra, al igual que lo son el Instituto de Historia y Cultura Naval para la Armada o el Instituto de Historia y Cultura Aeronáutica para el Ejército del Aire (y del Espacio).

El IHCM tiene su  primer antecedente en el Depósito de la Guerra, creado en 1810 como dependencia del Cuerpo de Estado Mayor con las misiones de recopilar y conservar la documentación histórica y topográfica precisa para asesorar al mando en las intervenciones militares, a partir de las experiencias de campañas anteriores y del conocimiento de los teatros de operaciones. En 1847, se establecen en el Depósito dos secciones, una geográfica y otra histórica, y en 1873 se configuró el Archivo Histórico del Depósito de la Guerra, a cargo de la Sección de Historia y Estadística Militar. El Depósito de la Guerra fue suprimido en junio de 1931, supongo que debido a que el gobierno de la II República no consideraba necesario tener un órgano dedicado a mantener viva la historia militar de España... En 1939 se constituye el Servicio Histórico Militar, que se convertirá en IHCM en 1997.



El IHCM, al mando de un General de División depende directamente del JEME y funcionalmente de la Subdirección General de Publicaciones y Patrimonio Cultural del Ministerio de Defensa.

Orgánicamente, el IHCM se organiza de forma muy heterogénea, pero con unos órganos básicos más interrelacionados de lo que puede parecer a primera vista, con tres ramales fundamentales: archivos, bibliotecas y museos.


Las dos sundirecciones, al mando de sendos genersles de Brigada dirigen cada una de las áreas y, por su interés general, el Museo del Ejército (dirigido por otro Gerneral de Brigada), la Biblioteca Central Militar y los cuatro archivos generales militares (Madrid, Segovia, Ávila y Guadalajara) dependen directamente del General Director. También dependen de él los cuatro consorcios (Figueras, Jaca, Mallorca y Menorca) debido a su singular constitución como órganos cívico-militares gestión compartida de sus espacios con estamentos de la administración civil. Cada uno de estos órganos está al mando de un Coronel.

Territorialmente tenemos los Centros de Historia y Cultura Militar, que, al mando de un Coronel, realizan actividades del Sistema de Acción Cultural en las Comunidades o Ciudades Autónomas que tienen asignadas. Su organización incluye una Jefatura, un Archivo Intermedio Militar, una Biblioteca Histórico Militar, uno o dos Museos Histórico Militares, y en su caso un Área de Historia Militar. Estos centros son:  



Para empezar a entender a qué nos dedicamos en el IHCM, lo mejor es conocer cuál es su misión: 

“El Instituto de Historia y Cultura Militares el órgano responsable, en el ámbito del Ejército de Tierra, de la protección, conservación, catalogación, investigación y divulgación del patrimonio histórico, cultural, documental y bibliográfico del Ejército de Tierra”.

Bueno, esto de entender la misión o el propósito del jefe es algo que siempre parece sencillo a simple vista, pero que luego te pones a hacerte el bocatatún y casi siempre te sobra miga o te falta atún. Menos mal que de la misión salen los cometidos y con ellos ya podemos concretar un poco más y la cantidad de atún se aproxima más al tamaño del chusco. 

Los cometidos asignados al IHCM son, quitando los habituales de cualquier unidad, centro u organismo militar: 

- Asesorar al JEME. en cuanto a las actividades y cometidos de carácter general del Sistema de Acción Cultural (SIACU), redactando los informes técnicos y propuestas que se soliciten o a propia iniciativa.
- Garantizar la conservación y custodia de los bienes del Patrimonio Histórico Militar.
- Coordinar la elaboración y actualización de las guías, registros, censos, inventarios, catálogos e índices de los fondos del Patrimonio Histórico del Ejército, así como su informatización.
- Promover el enriquecimiento del Patrimonio Histórico del Ejército y proteger dichos bienes frente al expolio.
- Difundir el conocimiento de los bienes integrantes del Patrimonio Histórico del Ejército.
- Tutelar y garantizar el acceso de todos los ciudadanos a los bienes integrantes del Patrimonio Histórico Militar.
- Facilitar y promocionar el estudio, por parte de investigadores, de los bienes que constituyen el Patrimonio Histórico del Ejército.
- Realizar, respecto a estos bienes, el intercambio de información cultural, técnica o científica con otros organismos civiles o militares, públicos o privados.
- Inspeccionar el funcionamiento de los órganos de ejecución y servicios relacionados con el Patrimonio Histórico del Ejército, con el fin de estudiar su situación y estado.
- Asegurar el cumplimiento de los Reglamentos y Normas de aplicación en los Archivos, Bibliotecas y Museos del Ejército de Tierra.
- Gestionar el depósito en los Archivos, Bibliotecas y Museos Militares, de bienes de propiedad privada o de otras Administraciones Públicas, de acuerdo con las normas que se establezcan.
- Recabar la preceptiva Orden Ministerial para la salida temporal de los bienes custodiados en sus Archivos, Bibliotecas, Museos Militares y todos los demás establecimientos en los que se conservan fondos del Patrimonio Histórico Militar.
- Estudiar las solicitudes de acceso a los documentos excluidos de consulta pública y tramitarlas conforme al vigente Reglamento de Archivos Militares.
- Custodiar los Historiales de las UCO,s., que hayan sido disueltos y llevar al día el de las UCO,s., que existan en cada momento.
- Dictar y coordinar las instrucciones y normas técnicas de procedimiento específico de los asuntos de su responsabilidad, llevando a cabo las inspecciones o revistas técnicas a todos los órganos del SIACU.
- Archivar, inventariar, redactar y publicar documentos y temas históricos relacionados con la institución militar y la profesión de las Armas.
- Acoger y potenciar los trabajos individuales que versen sobre el pensamiento militar a lo largo de la Historia, instituciones, acontecimientos bélicos, personalidades militares destacadas, usos y costumbres del pasado, etc.
- Difundir la cultura histórico militar de nuestro Ejército, dentro y fuera de él.
- Proponer distintivos y nombres para Unidades.
- Auspiciar las relaciones con los Organismos Públicos y asociaciones civiles y militares relacionados con la Historia en general y con la Historia Militar en particular, así como con las Cátedras especializadas en la materia.
- Impulsar la formación continua del personal de los Archivos, Bibliotecas y Museos del Ejército de Tierra.

Además, el Director del IHCM es la autoridad de coordinación para todo el ET de los Premios Ejército y de la celebración de las efemérides que el JEME determina anualmente.

Todo esto se resume de forma tangible, como se dice ahora, en diferentes actividades acometidas por los órganos de dirección del IHCM, como son el fomento de la presencia de las actividades del IHCM en los medios de comunicación y redes sociales, el impulso del estudio de la Historia Militar como parte relevante de la formación y el perfeccionamiento del personal militar, la organización de cursos de carácter histórico-militar, las relaciones con las diferentes asociaciones relacionadas con el fomento de la Historia y la Cultura Militar, la firma de acuerdos y convenios de colaboración con universidades, organismos e instituciones, el fomento de la acción cultural, la implantación del uso de las nuevas tecnologías para mejorar las capacidades de los museos, archivos y bibliotecas, la mejora de infraestructuras y la dotación de materiales y la consolidación de las relaciones con organismos homólogos de países aliados y amigos.


Cursos impartidos por el IHCM


En cuanto a los órganos territoriales de ejecución, se traduce en la organización de múltiples conferencias, exposiciones temporales, presentaciones de libros, recreaciones históricas, conciertos, seminarios, cursos, visitas guiadas, colaboración con asociaciones históricas civiles de ámbito local o regional, trámite de archivo de documentación procedente de las unidades, control y gestión de fondos bibliográficos, etc. También recientemente, se ha asignado a los CHCM la supervisión de las salas históricas de las unidades y las inspecciones técnicas a los archivos de unidad ubicadas en el ámbito de responsabilidad de cada CHCM.

Como podrán ver los pocos pero selectos lectores que hayan leído todos los cometidos, en el IHCM hay mucha miga y para ponerle el atún el IHCM tiene una orgánica muy adecuada para el cumplimiento de la misión, aunque luego seamos cuatro gatos los que estamos para rellenar los bocatas.

Todo esto viene aliñado con un plus, que es que trabajamos con muchas asociaciones y entidades civiles que van a un ritmo distinto al que estamos acostumbrados los militares y eso a veces complica mucho poder cumplir las cosas en tiempo. 

En resumen, que no nos aburrimos. Y yo que creía que me iba a dedicar a pasar las horas leyendo interesantes documentos de los fondos expuestos en el museo...




11 agosto 2024

FAJAS Y BANDAS

El otro día, en un grupo de Whatsapp un compañero de promoción me hacía una pregunta sobre uniformidad referente a la Banda de la Victoria que se usó en los ejércitos de España tras la Guerra Civil. Me dio la idea, entonces, de hablar en El Furriel de esta banda, pero para ambientarnos bien en su origen hay que empezar por conocer el origen de las bandas y fajas usadas tradicional y secularmente en nuestros ejércitos. 

En España el uso de las bandas y de las fajas se remonta al siglo XVI como distintivo del Ejército Español. En aquella época, al no existir ninguna uniformidad, el método de distinción más utilizado era el uso de una banda que cruzaba el pecho desde el hombro al costado, una faja anudada en la cintura, un simple brazalete o unas plumas en los cascos o en los sombreros, todas ellas de un determinado color, que diferenciaría a un ejército del contrario. En España el color era el rojo carmesí, heredado de la tradición de los Reyes Católicos

"Rocroi, el último tercio" de Ferrer-Dalmau

En el cuadro del magnífico pintor de batallas, Augusto Ferrer-Dalmau refleja perfectamente el verdadero origen de la faja roja española. La faja no era en su origen, como se puede leer por ahí, una banda cruzada en el pecho que distinguía a los capitanes de los tercios y que, con el tiempo, se convirtió en una faja anudada en la cintura. En este cuadro se puede apreciar que la tela roja —aunque realmente era de tono carmesí— era distintivo de soldado español ya que son muchos los soldados que lo portan, unos en la cintura, otros en el pecho, otros en el brazo y otros en las plumas del sombrero y no necesariamente los que la llevan en banda son generales ni capitanes. En aquella época en la que la uniformidad no existía aún, el vestuario corría por cuenta del soldado y cada uno se vestía como podía y el distintivo carmesí que portaba sería fruto de su poder adquisitivo, por lo que no es de extrañar que fueran los capitanes, alféreces y sargentos los que usaran telas de mayor tamaño que los pobrecitos soldados que compartían tela y a duras penas les llegaba para un pequeño brazalete. Este hecho meramente comercial dio pie a que se identificara a los jefes por el distintivo de mayor tamaño: bandas o fajas. 

Fue ya a finales del siglo XVII cuando Carlos II regularizó un poco este distintivo por el que de capitán para arriba se portaría una faja roja carmesí anudada a la cintura. Desde ese momento y hasta la actualidad han sido muchas las modificaciones y cambios que han sufrido en su diseño y en su reglamentación las fajas. 

A finales del XVIII se reglamenta que sólo será usada por los generales y será de tafetán rojo —ya no se especifica que sea rojo carmesí— con las divisas del empleo bordadas en su parte anterior. Esta faja se usará incluso de paisano, como puede verse en la siguiente imagen de un cuadro del General Prim:

 
General Prim

La faja en esa época llevaba los entorchados dorados correspondientes al empleo y no tenía caída al lado terminando en unos flecos dorados que sobresalían por debajo de la faja, como se ve en el siguiente cuadro del General Castaños:

 
General Castaños

Llegamos al siglo XIX y Carlos IV regula que en la faja, hasta entonces sin caída al lado, caigan hacia el lado izquierdo los sobrantes del lazo y en ellos los entorchados dorados correspondientes al empleo; desaparecen los flecos y las caídas terminan en borlas o madroños de hilo de oro. 

Ya en el siglo XX, curiosa fue la Real Orden de 1909 en la que se disponía que los jefes de los cuerpos Jurídico, Administración y Sanidad Militar asimilados a generales de división y de brigada usaran con el uniforme respectivo una faja de seda color amarillo-grisáceo. En 1933 se derogó esa real orden pasando a usar la misma faja que le resto de generales.

Sin más modificaciones en su reglamentación, y sólo con variaciones particulares derivadas de eso tan español como es la peculiar forma de portar algunas prendas del uniforme según le dé la real gana a cada uno —aún pasa—, llegamos al reglamento de uniformidad de 1943, que establece que todos los generales ostenten faja de gala de las siguientes características:

"De tejido de hilo de seda color grana, de cinco centímetros y medio de ancha. Está montada en forma de cinturón y se sujeta por un broche de metal provisto de un cajetín, donde se coloca la caída, que consistirá en un lazo y dos colgantes confeccionados con el mismo tejido; los colgantes terminan cada uno en una borla de oro que tiene una longitud total de 28 centímetros, siendo los flecos mate y bordadas las piezas que componen el cuerpo de la borla. Toda la parte del galón, irá forrada de piel de color granate oscuro.

 A lo largo de cada colgante,. y sobre la borla, se llevarán en forma de pasador los entorchados que correspondan al grado que ostente el Oficial General; cuatro para el Capitán General, tres para el Teniente General, dos para el General de División y uno para el de Brigada".

Para Diario se fijaba una faja un poco distinta:

"De punto de seda, grana, de cinco y medio centímetros de ancha. De lazo pequeño, hecho y con broche; las cabecillas doradas, metálicas, y los flecos, encarnados, de tal longitud que los extremos de dichas borlas no rebasen el filo de la guerrera".

                               
Lazada postiza de gala

Faja de Diario

Es decir, la faja era, en principio, de una pieza de cuero forrada de seda roja sin colgante a la que se añadía la lazada postiza con sus colgantes, pero existía una sin cuero, sólo de tela, de cuatro metros de longitud que, con más o menos vueltas según el general estuviera más delgado o más gordo, se anudaba con el lazo en el lateral izquierdo. Para los oficiales de Estado Mayor se fijaba que la faja sería igual que la de Diario de los generales, pero de color azul y anudada a la derecha. Además, tanto para generales como para los diplomados en Estado Mayor, la de Gala era de hilo de raso de seda y la de Diario de punto de seda.

Posteriormente hubo algunas pequeñas reglamentaciones en cuanto a su uso: que si con el uniforme de Diario sí y posteriormente no, que si con el de Media Gala se usaba la faja de Diario o la de Gala, etc. El uniforme de Media Gala, que podría equivaler al actual para actos de especial relevancia, daría para escribir un artículo, porque a lo largo de los años 70 del siglo XX cambió cada media hora: unas veces guantes blancos y otras guantes avellana, medallas en una época y pasadores en otra, ceñidor de charol negro primero y ceñidor de tela caqui después; eso sí, en ninguna de las distintas variantes se llevaba la banda. Por ejemplo, como podemos observar en la siguiente foto de la Toma de Mando del Tte. Gral. Milans del Bosch como Capitán General de la 3ª Región Militar (1977) el personal usa uniforme de Media Gala con guantes avellana (hasta 1986 no fueron negros) y medallas (la corbata es caqui y la camisa es la color salmón, las usadas en esos años de Gala y Media Gala).

Uniforme de Media Gala en 1977

Gala con camisa color salmón y corbata caqui

Sin más modificaciones reseñables llegamos a 1986, cuando una orden ministerial da un vuelco a la uniformidad del Ejército de Tierra, pero no afecta ni a las fajas de general ni, sorprendentemente, a la Banda de la Victoria. La faja de general cambia posteriormente desapareciendo la de Diario y suprimiendo, en la de Gala, los flecos dorados dejándolos rojos, como era hasta entonces la faja de Diario. Sólo el Rey y el JEMAD, si es de Tierra, llevan los flecos dorados. En la guardia Civil, que siempre ha ido conforme a la normativa de uniformidad del ET, también llevan los flecos rojos. Sin embargo, en la Armada y en el Ejército del Aire (y del Viento) los flecos son dorados. ¿Y por qué en el ET son rojos los flecos actualmente? Pues vaya usted a saber... Pero lo mejor de este cacao son los Cuerpos Comunes, donde los generales llevan faja con flecos rojos y dorados indistintamente.

Faja actual de General de División del ET.


Flecos rojos y flecos dorados en los Cuerpos Comunes

A propósito de la faja y como recordarán mis pocos pero aún leales lectores, hace casi un año ya comenté en VOCABULARIO MILITAR (I) que la faja de general o de diplomado en Estado Mayor se llama así, faja, y no fajín, como tan errónea y frecuentemente se le llama. En ese artículo decía que la faja es la tira de tela (generalmente de seda) que usan nuestros generales y diplomados en Estado Mayor sobre la guerrera del uniforme con sus extremos de los que penden unas borlas. El fajín es el que usan los almirantes y generales de la Armada debajo de la chupa en los uniformes de etiqueta y gran etiqueta y que no lleva borlas. 


 Bueno, ¿y la banda? pues la Banda de la Victoria fue creada por el General Franco en 1940 "para perpetuar la Gloria de nuestra Cruzada". Consistía en una cinta de seda de color carmesí de 8 cm. de ancho y rematada con dos borlas y un pasador con la leyenda "1936-1939". Para los tenientes y alféreces, era un cordón rizado, también de seda del mismo color y con idéntico remate. 

Banda y cordón

Pasador

Decreto de creación de la Banda de la Victoria

La orden daba de plazo hasta el 31 de diciembre de 1941 para su implantación. Al tener que ser comprada particularmente en sastrerías y tiendas de efectos militares, los militares eran reticentes a su uso por su elevado precio, lo que motivó que en febrero de 1942, por una orden del Ministerio del Ejército, a todo el que no la tuviera en esa fecha le sería facilitada por el Establecimiento Central de Intendencia (actual PCAMI) y descontada del sueldo, por supuesto. 

Y finalmente, fue en 1989 cuando el Ministro de Defensa, Narciso Serra, suprimió definitivamente el uso de la Banda de la Victoria. Por cierto, no se suprimió mediante la ley 17/89 Reguladora del Régimen del Personal Militar Profesional —que tantas cosas trituró—, como he leído por algún lado; la ley es de julio y la orden ministerial 06/89 de Serra es de enero:

"De conformidad con lo dispuesto en el artículo único de la Ley 63/1978 y por haberlo así resuelto el Consejo de Ministros, queda derogado el Decreto de 18 de julio de 1940 que crea la banda y el cordón militar. Quedan derogadas, asimismo, la Orden Ministerial 1.647/1979, de 17 de mayo, por la que se establecen normas conjuntas de equiparación, numeración y designación de uniformes del Ejército de Tierra, de la Armada y del Ejército del Aire, y cuantas disposiciones de igual o inferior rango se opongan a lo dispuesto en la presente Orden Ministerial".

  

Julio de 1988. Capitán con banda y tenientes con cordón

04 agosto 2024

LA MUERTE NO ES EL FINAL

 No creo que haya nadie en España —español, claro— que no haya oído nunca La muerte no es el final, esa canción que se interpreta antes de cada acto de homenaje a los Caídos y durante la cual suele desplazarse la corona de laurel escoltada por los guiones y los banderines hasta el monolito. ¿Pero cuál es el origen de esta canción y cómo se asentó en el seno de las FAs?

Caballeros Cadetes de la AGM entonan "La muerte no es el final"

La canción, de origen religioso, la compuso el sacerdote Cesáreo Gabaráin a mediados de los setenta en homenaje a un joven organista de su parroquia que murió a los 17 años. Gabaráin fue una estrella de la música para misas y es el único sacerdote que cuenta con un disco de oro. Compuso más de quinientas canciones, muchas de ellas muy conocidas entre las que destacan Pescador de hombres, Vienen con alegríaJuntos como hermanos. Sus canciones se tradujeron a numerosas lenguas y tuvo bastante éxito internacional. Como curiosidad, era amigo personal de varios futbolistas del Real Madrid, fue capellán del equipo ciclista Fagor y capellán de la Vuelta Ciclista a España. Llegó a ser prelado personal del Papa San Juan Pablo II hasta su muerte con tan solo 54 años.

La letra de la canción original de Gabaráin era:

Tú nos dijiste que la muerte
no es el final del camino,
que aunque morimos no somos,
carne de un ciego destino.

Tú nos hiciste, tuyos somos,
nuestro destino es vivir,
siendo felices contigo,
sin padecer ni morir.
Siendo felices contigo,
sin padecer ni morir.

Cuando la pena nos alcanza
por un hermano perdido
cuando el adiós dolorido
busca en la Fe su esperanza.
En Tu palabra confiamos
con la certeza que Tú
ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz.
Ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz

Cuando, Señor, resucitaste,
todos vencimos contigo
nos regalaste la vida,
como en Betania al amigo.
Si caminamos a tu lado,
no va a faltarnos tu amor,
porque muriendo vivimos
vida más clara y mejor.
Porque muriendo vivimos
vida más clara y mejor.


En marzo de 1981 el General Sáenz de Tejada (Jefe del Estado Mayor de la 1ª Región Militar), la escucha en Pamplona en el transcurso del funeral de su cuñado, el Teniente Coronel José Prieto García, acribillado a tiros por los asesinos de ETA, e imagina cómo podría realzar esta canción el traslado de la tradicional corona de laurel hasta el monolito en los actos militares de homenaje a los Caídos.

En septiembre de este mismo año, asciende a General de División y es nombrado Jefe de la División de Montaña "Navarra" nº 6 (nº 5 a partir del Plan META  de 1985). No pasó mucho tiempo en su nuevo destino hasta que encargó al Comandante Tomás Asiaín Magaña, Director de la Unidad de Música de la División, la adaptación del canto de Gabaraín al paso lento de nuestro Ejército. El Cte. Asiaín aceptó muy ilusionado el encargo de Sáenz de Tejada. El resultado, como había previsto el General, fue espectacular. La presentación con carácter interno se llevó a cabo a comienzos de 1982 en el cuartel del Regimiento de Infantería de "América" nº 66 y constituyó un éxito rotundo. El recorrido de la corona hasta la Cruz se había ceñido a la duración de la música, seleccionándose una sola estrofa del texto de Gabaraín para facilitar su memorización a los soldados, que es la que todos conocemos:

“Cuando la pena nos alcanza 
por un hermano perdido,
cuando el adiós dolorido 
busca en la Fe su esperanza;
En Tu palabra confiamos, 
con la certeza que Tú
ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz.
Ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz”.

El Gral. Sáenz de Tejada ordenó que se cantara en el resto de la División y pronto fue imitada por otras muchas unidades, sobre todo del norte de España. La primera vez que se entonó con repercusión nacional fue durante el VI Festival de Música Militar, celebrado en Pamplona en mayo de 1983 con motivo del Día de las Fuerzas Armadas

El Rey Juan Carlos I lo oyó en 1985 durante la Entrega de Despachos a la IX Promoción de la Academia General Básica de Suboficiales e hizo grandes elogios de la canción, interesándose por su origen, por lo que el Ministro de Defensa, Narciso Serra, decidió incorporarlo a las ceremonias oficiales de homenaje a los caídos de los tres ejércitos. Posteriormente la Guardia Civil y la Policía Nacional adoptaron la misma canción. La primera vez que se interpretó con rango oficial fue el 3 de octubre de 1986 sin letra, sólo música, con ocasión de la visita a España del Presidente de la República de Guatemala ante el viejo monumento de la Plaza de la Lealtad de Madrid en la ceremonia de homenaje a los que dieron su vida por la Patria. 

Siempre ha habido, y lo sigue habiendo, un poco de lío en cuanto a si se canta "por un hermano perdido" o "por un compañero perdido", pero la Instrucción General 01/17 CEREMONIAS Y ACTOS MILITARES DEL EJÉRCITO DE TIERRA deja bien claro que debe cantarse "del compañero perdido".

La Brigada Paracaidista adoptó una versión muy particular en la que se cambiaba parte de la letra y el orden de algunas estrofas, pero que, sin duda, su canto tenía muchísimo más impacto que la versión normal. El entonces Comandante Capellán D. Manuel Vicente Linares —nuestro queridísimo Páter Linares, una institución en la BRIPAC del que algún día habrá que hablar aquí—, que en torno a 1985 era el capellán de la Bandera "Ortiz de Zárate" III de Paracaidistas, quiso dar a sus paracas una versión un poco más "militar", pero sin salirse mucho del significado y de la línea de la canción, por lo que adaptó la letra incluyendo lo que el Papa Juan XXIII dijo a los paracaidistas en los años 50: "No quisiera, muchachos, que a fuerza de bajar del cielo olvidarais la forma de subir a él". 

Cuando la pena nos alcanza
por un paraca perdido
cuando el adiós dolorido
busca en la Fe su esperanza.

En Tu palabra confiamos
con la certeza que Tú
ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz.

Tú nos dijiste que la muerte
no es el final del camino,
que aunque morimos no somos,
carne de un ciego destino.

Yo no quisiera que un paraca
cuando descienda del cielo,
este soldado olvidara,
la forma de ir a él.
Este soldado olvidara,
la forma de ir a él. 

Palabras de Juan XXIII a los paracaidistas

El Páter Linares

Esta versión se cantó en todas las unidades paracaidistas hasta el año dos mil y pico —de estas aciagas fechas no suelo acordarme— cuando se ordenó que se cantara la versión normal; eso, sí, cantando "paraca" en vez de "compañero". Menos mal que, al menos, se ha mantenido esta versión para las procesiones de Semana Santa, como se puede ver en este vídeo del malagueño Traslado del Cristo de Ánimas de Ciegos, protector de los paracaidistas:


Esta pérdida es otra de esas cosas que han dejado de existir por inexplicables razones que son contrarias a la variedad de tradiciones en las diferentes unidades militares españolas. Tradiciones que, por cierto, algunas no tienen más de media hora de existencia, pero esas unidades han sabido vender el producto; habrá que hablar de estas tradiciones otro día, porque me da a mí que el concepto de tradición es un poco particular a veces.