Datos personales

Hablar pocas veces de la profesión militar es una de las pruebas de gran desidia e ineptitud para la carrera de las armas. (Del art. 14 de las RR.OO de las FAs)

27 agosto 2023

¿VUELTA AL SERVICIO MILITAR?

Siendo capitán en la UFPAC (Unidad de Formación Paracaidista) arresté a un aspirante a CLP, unos días antes de su Jura de Bandera, a 14 días de arresto -qué fácil era entonces aplicar el Régimen Disciplinario-. No recuerdo el motivo, pero sería algo gordo para meterle tantos días.

El día de la Jura de Bandera se solía tener condescendencia con los alumnos y se "levantaban" los arrestos por faltas menores; a fin de cuentas estaban en su formación militar y se cometían fallos muy frecuentemente sin ningún tipo de dolo. Cuando era un arresto de 14 días no se solía "indultar" al alumno pues solía ser por un motivo algo más gordo que un simple fusil sucio o llegar tarde a formación. 


El caso es que, en la paella que se ofrecía tras la Jura a las familias de los jurandos, yo tenía la costumbre de pasarme por todas las mesas para saludar a las familias. Un padre, al que se veía feliz y orgulloso, se me acercó y me preguntó, iniciándose una pequeña conversación:

- Buenos días. ¿Es usted el capitán de Fulanito de Copas?
- Sí, soy yo. ¿Es su hijo? Felicidades por su Jura de Bandera.
- Quería darle las gracias por el trabajo que han hecho con mi hijo. Por fin le han enderezado.
- Perdone, pero no sé si le ha dicho que está arrestado y no podrá irse con ustedes este fin de semana.
- Sí, me lo ha dicho. No se preocupe, lo entiendo y me parece perfecto. Si ha hecho algo mal, que pague. Jamás le había visto tan responsable y tan disciplinado como desde que empezó su vida militar. Está claro que necesitaba mano dura.
- Bueno, ya sabe como es la juventud y la sociedad de ahora...
- Desde luego. Una buena mili les hacía falta a todos. Si se vuelve a desmadrar tiene mi permiso para educarlo como sea; incluso si tiene que soltarle un guantazo, le vendrá bien -hizo el ademán de empezar a contarme su mili, pero le corté rápidamente-.
- Verá usted, mi trabajo es hacer un paracaidista de su hijo, formándole táctica, técnica y moralmente para prepararle para el combate; puede que en unos meses esté desplegado en Afganistán pegando o recibiendo tiros. Lo que no me corresponde es conseguir en unos meses lo que debería haber hecho usted los dieciocho años anteriores. Cuando meta la pata militarmente, le corregiré, pero su educación es cosa suya...

Esta anécdota es un resumen de mi postura frente a la de los que creen que debería volver el Servicio Militar.

El Servicio Militar, la Mili, tuvo su razón de ser durante siglos. No era algo únicamente español; todos los ejércitos del mundo, con un sistema u otro, necesitaban que el pueblo, sus jóvenes, participaran en la defensa militar de su país. Así ha sido en otras épocas en las que el ejército de masas era la base de la operatividad de los ejércitos y en las que la mentalidad social no le era hostil en su mayoría.

En España este concepto de ejército de masas empezó a dejar de ser efectivo, al menos desde un punto de vista político, a partir de la promulgación de la Ley Orgánica de Criterios Básicos de Defensa Nacional de 1984. Se empezaba a hablar de la integración en estructuras multinacionales, en mejorar los niveles de operatividad a través de una mayor preparación del personal y del empleo de tecnologías más avanzadas. Paralelamente a esta ley, se fue fraguando el Plan META (Modernización del Ejército de Tierra), que llevó a cabo una serie de medidas para adaptar la organización del ET a la nueva situación. La antigua estructura territorial dio paso a una estructura operativa (Cuartel General, Fuerza y Apoyo a la Fuerza). El Plan META supuso la disminución del número de capitanías generales de 10 a 6, la desaparición de 116 unidades y la reducción de aproximadamente el 50 % de los efectivos. Este fue el principio del fin del Servicio Militar, que tardaría aún casi 20 años en suspenderse; años en los que, más que nunca, fue germinándose un espíritu anti militarista materializado en los objetores de conciencia y en los insumisos. La Mili no estaba de moda...

En resumen, la suspensión de la Mili no fue algo inmediato producto de una promesa electoral durante una legislatura; llevaba tiempo en el horno.

No voy a entrar a valorar cómo se llevó a cabo el suspensión de la Mili en España, ni lo que supuso, de golpe, la reducción de Tropa en las unidades, en muchas de las cuales hubo que cerrar literalmente compañías. La forma de ir hacia la plena profesionalización costó mucho...

No cabe duda de que la Mili ha hecho un gran servicio a España y tampoco cabe duda de que hizo un gran papel docente en unas épocas en las que llegaban a filas analfabetos o quintos que jamás habían salido de su pueblo. Tampoco hay que olvidar que la Mili era la mejor campaña de publicidad de las FAs; salvo casos particulares que no la realizaban, todo el mundo tenía un conocimiento de la Milicia más o menos aceptable. 


Era la época en la que la mayoría de los jóvenes procedía de familias en las que se practicaba la educación, el respeto o el esfuerzo. En el Ejército se les hablaba de otras cosas: de disciplina, de honor, de amor a la Patria, de espíritu de servicio o de compañerismo. 

Hay quien pide que hagan un Servicio Militar de aunque sea solo tres meses para "enseñarles lo que es bueno". A ver, señores, el Ejército no es un campamento de verano. Los militares somos padres de nuestros hijos y solo a ellos educamos. Que cada padre asuma sus responsabilidades -o como dicen por mi tierra, que cada perrico se lama su pijico-. Y si nadie les habla de España, igual es que el problema es de los padres en casa y del Ministerio de Educación en los colegios. 

En fin, que es de agradecer el alto concepto que del Ejército tienen muchos creyéndolo capaz de enderezar a los jóvenes (que lo es), pero ya no estamos para eso, estamos para otras cosas.

Ya no somos educadores de jóvenes, somos conductores de hombres. 

20 agosto 2023

ARCOS DE SABLES

Poco hace falta decir para poner en situación al lector sobre qué es un arco de sables en la boda de un militar, pues creo que todos los hemos visto y, en muchos caso, hemos participado en ellos.

Es esta una ceremonia que se realiza en España desde no sé exactamente cuándo (no encuentro datos anteriores a la boda de los príncipes Juan Carlos y Sofía en 1961), pero que tiene asentada la costumbre en los ejércitos de otros países como, por ejemplo, el británico o el estadounidense desde principios del siglo XX, como mínimo.

 

Sea cuando fuera que se importara en España esta bonita costumbre, ha tomado en los últimos años un cariz que merece, desde luego, algunas reflexiones.

Empecemos por saber qué es un sable; pero no me refiero a su definición, sino a qué es (o debería ser) el sable para un militar. 

Según la Orden Ministerial DEF/1756/2016, de 28 de octubre, por la que se aprueban las normas de uniformidad de las Fuerzas Armadas, en su Norma 94.ª se clasifican las divisas militares en divisas de empleo y divisas de categoría. Las divisas de empleo están claras, espero...

Sin embargo, me temo que no queda tan claro para todos qué son las divisas de categoría. Según la Orden Ministerial citada, las divisas de categoría "son aquellos símbolos o prendas que sin representar el empleo del militar sí representan su categoría complementando a las divisas de empleo. Lo constituyen atributos varios como las palmas y ramas para galletas y viseras de las prendas de cabeza; bastones de mando, fajines y SABLES; entorchados, serretas, galones y sutases en mangas de uniforme, laterales y frontal de los gorrillos". (Otro día escribiré algo sobre el error de llamar fajín a la faja)

Es decir, el sable es una divisa que determina a qué categoría pertenece quien lo porta. Esa categoría, en las Fuerzas Armadas Españolas, es la de General, la de Oficial o la de Suboficial, que son las categorías cuyos componentes tienen asignado sable. El sable, por tanto, tiene la misma clasificación que la faja roja de los generales o el bastón de mando de los coroneles de los regimientos. 

Además del aspecto normativo, el sable siempre ha tenido un valor sentimental para el oficial o el suboficial. Cada uno siempre ha tenido "su" sable, incluso con nombre y apellidos o número de filiación grabados. El sable siempre ha sido algo muy personal, como las cosas de montar, que jamás debían prestarse (la pistola, el caballo y... los más veteranos lo entenderán). De hecho, en las academias se hace, de forma más o menos solemne, el acto de entrega de sables, pero no se hace un acto de entrega de trinchas, de mochilas o de fusil, porque no tienen el valor sentimental que tiene el sable.

Yo, con hermano y primos militares, me considero un grandísimo afortunado al ser el heredero y custodio de los sables de mi abuelo y de mi padre.

Por cierto, en época del Servicio Militar existía en cada furrielería un par de sables para los alféreces de IMEC que llegaran destinados a esa compañía para su uso durante su tiempo en filas, ya que a ellos no se les daba sable por ser eventuales y por el alto precio que tenían. 

Pero volviendo al asunto de los arcos con sable en las bodas, nos encontramos, cada vez más, a montones de militares que, sin ser de categoría a la que le corresponde sable, forman parte de los arcos de compañeros. Yo comprendo que a muchos les puede gustar el arco el día de su boda, pero ¿no molaría más si, además del sable, se pusieran también todos faja de general? ¿No sería lo mismo que si un colega de otra unidad pidiera a un legionario el chapiri para una boda porque mola más?

Sobre lo que no voy a hablar, al menos hoy, es sobre esa relativamente nueva y chabacana costumbre de golpear con el sable el sable del de delante y de dar un palo a la novia en el culo con el sable del último de la fila o sobre los que elevan al máximo concepto el espíritu de compañerismo llevando uno el sable y otro la vaina... Sobre lo que sí escribiré otro día es sobre la gran abundancia de faltas de uniformidad que se ven en las bodas, tanto en el novio como en los invitados, en las que muchos se ponen o se quitan lo que les da la gana del uniforme.

La siguiente es una curiosa foto en la que en la boda de un oficial, del que no localizo su país, le forman el arco sus marineros con sus lepantos (o como se llame esa prenda de cabeza en ese sitio) ya que no tienen sable y, en aquella época, ni de coña un oficial o un suboficial iba a prestar a nadie su sable para una boda:

Y lo gordo del asunto es que se han contagiado otros estamentos en los que, sin existir el sable para ellos, lo usan en las bodas:


Ya solo falta por ver a civiles haciendo arcos de sables; sables prestados por oficiales y suboficiales, por supuesto...

N. del A.: Siento ser tan directo y espero no haber molestado a nadie, pero creo que esto se ha ido de madre y hace perder el verdadero significado de las cosas.



13 agosto 2023

FRIKILEG

¿Qué es un FRIKILEG? Hace unos años inventé este extraño palabro para definir a unos personajes que, sin ser militares en activo, gustan de vestirse con prendas militares en las que, por supuesto, cuelgan el mayor número posible de medallas e insignias y que se asocian, hermanan o arrejuntan con otros de similares complejos y, sin ningún sentido del ridículo, se lanzan a la calle a desfilar (preferentemente en Semana Santa), asistir a actos y ceremonias militares o a cualquier tipo de sarao patriótico-festivo en el que puedan vestirse de esa guisa y salir a que sus paisanos les hagan fotos y vídeos con los que tendrán una buena excusa para reunirse en algún bar a hablar de su mili. ¿Dices tú de mili...?

El palabro se compone de FRIKI, por razones obvias descritas en el párrafo anterior, y de LEG, por ser el sufijo que caracteriza a las unidades legionarias, ya que el uniforme más deseado y el que más frikis quieren ponerse es el de legionario, aunque en todos lados cuecen habas y hay frikilegs de muchas unidades y ejércitos. Los primeros puestos en el friki-ránking los ocupan los que se visten de legionarios, seguidos muy de cerca por paracaidistas y, a muy poca distancia, los guerrilleros.


No es éste un asunto baladí, ni mucho menos; de hecho, este Furriel tiene en su móvil una carpeta denominada FRIKILEG con más de 2 Gb de fotos y vídeos descargados de redes sociales en las que aparecen personajes de este pelo en los más diversos actos y con las más rocambolescas pintas.



Llevo años estudiando a estos personajes y lo primero que se me ocurre siempre es lo mismo: ¿qué tipo de gente es un Frikileg? El principal rasgo y más común a todos ellos es que son personas acomplejadas, que jamás llegaron a ser nada en el mundo de la Milicia y que pasados los años, aunque hubieran rajado de la Mili en sus años mozos, ahora quieren aparentar que fueron los más extraordinarios y mejores soldados de la Patria. Luego, hay otras características diferenciadoras de según qué personajes porque, aunque parezca mentira, hay asociaciones y hermandades que se nutren de personas que jamás fueron militares y que no vistieron un uniforme ni para hacer la Primera Comunión.


Muchos de ellos cumplieron el Servicio Militar de mala gana, incluso los hay que fueron objetores de conciencia. Los hay que ni siquiera fueron militares, como, por ejemplo, mujeres que por su edad es imposible que lo hubieran sido, pero que en algunas asociaciones y hermandades las integran y les permiten usar un uniforme. 


También los hay que fueron militares de reemplazo o profesionales que estuvieron unos años de servicio y luego se fueron a la calle o cumplieron la edad y que siempre tuvieron un gran orgullo de pertenencia a determinada unidad. Esta circunstancia, que en principio es más que suficiente para asociarse y querer rememorar sus años en activo, se emborrona cuando todos ellos, casi sin excepción, resulta que fueron condecorados, hicieron todos los cursos operativos del mundo mundial (los de paracaidista y Operaciones Especiales no pueden faltar) y se cuelgan hasta las chapas de cerveza en sus uniformes.




El problema de todo esto no es que estos personajes se vistan con unos uniformes que no les corresponde y se junten en una casa a beber leche de pantera, el problema es que salen a la calle, se ofrecen a cofradías y juntas de vecinos para participar en procesiones o fiestas de pueblos e intentan aparentar que son militares de verdad. Para un militar es fácil darse cuenta de que son militares de atrezzo, pero mucha gente, incluso medios de comunicación, creen que son militares de verdad. Y claro, teniendo en cuenta el aspecto de algunos y la extraña marcialidad de otros, flaco favor hacen a la imagen de las Fuerzas Armadas.



Lo peor de todo es que hay ocasiones, demasiadas, en las que los FRIKILEG han sido arropados por mandos y jefes de unidades que les han permitido asistir a sus unidades con esas pintas a practicar el turismo patriótico (el que consiste en asistir a todos los actos militares que hay a 300 km a la redonda de su pueblo hayan sido o no invitados).

Como dije antes, la unidad más imitada es La Legión. Por eso repetidamente los generales jefes de la BRILEG han escrito más de una vez a la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios pidiéndoles que se abstengan del uso de prendas no reglamentadas para los Antiguos Caballeros Legionarios (camisa legionaria con pantalón gris y americana azul marino, con chapiri). Se ha conseguido que no asistan de esa guisa a los cuarteles legionarios, pero no hay provincia en que no sigan aún jugando a soldaditos.


Y así, de modestia llenos,

a los más viejos verás 

tratando de ser lo más 

y de aparentar lo menos.



06 agosto 2023

LA REVISTA DE COMISARIO

Ahora que ha empezado agosto me ha venido a la cabeza el recuerdo de las revistas de comisario que se pasaban antiguamente, irremediablemente, del 1 al 5 de cada mes en todas las unidades y era el acto por el que se comprobaba la existencia del personal integrante de cada unidad para justificar la nómina y el pago de los haberes. El personal podía estar en las situaciones de PRESENTE, COMO PRESENTE o AUSENTE, en función de que se encontrara, respectivamente, presente en la unidad, fuera de la unidad por motivo justificado o en paradero desconocido. La Revista de Comisario quedaba documentada, hasta hace muy poco tiempo, en la Lista de Revista. 

La Revista de Comisario tiene sus orígenes en tiempos de los Reyes Católicos, cuando se pasaban revistas periódicamente a las tropas del Rey con la finalidad de inspeccionar y pagar a los soldados, así como contabilizar el ganado, pertrechos y armamento. Con la creación del Cuerpo de Comisarios de Guerra en época de Felipe V la ejecución de este acto administrativo recayó en los Comisarios de Guerra. De ellos viene el nombre que ha perdurado hasta nuestros días de Revista de Comisario, que pasó a realizarse mensualmente. Posteriormente, las funciones de los antiguos Comisarios de Guerra y, entre ellas, la de pasar la Revista de Comisario, las comenzaron a desempeñar los miembros del Cuerpo Militar de Intervención. 

En las unidades era la S-1 de las PLMM,s la que, en base a las novedades de las compañías, elaboraba directamente la Lista de Revista en esos primeros cinco días del mes y era firmada por el Jefe de Unidad, para luego ser visada por el Interventor correspondiente. Las revistas de comisario estuvieron vigentes hasta 2014. Actualmente, con los sistemas informáticos, hay otros mecanismos para el control del personal (SIPERDEF) y del material, ganado y armamento (SIGLE), han dejado de ser necesarias las listas de revista, aunque muchas unidades siguen haciéndolas sin que ya las vaya a visar ningún interventor. 


¿Pero qué pasaba con el personal que no se encontraba presente en la unidad? Pues si estaba presente, se reflejaba en la columna P (presente). Si estaba "desaparecido", es decir, era falta a lista, abandono de destino o desertor, se reflejaba en la columna A (ausente y éste no cobraba ese mes). Y si estaba fuera de la unidad autorizado (comisión de servicio, permisos, etc) se reflejaba en la columna CP (como presente, es decir, no está presente, pero como si lo estuviera).


Pero claro, en una época en la que no había móvil, ni correo electrónico y, en algunos pueblos, ni teléfono, era necesario saber si el que figuraba en CP estaba realmente vivo y se encontraba donde debía encontrarse. Por ello, cuando un militar estaba fuera de su lugar de destino, al inicio de cada mes debía presentarse ante las autoridades pertinentes para demostrar su existencia. La autoridad en quien recaía la responsabilidad de la Revista de Comisario era el Gobernador Militar de la provincia y, por delegación suya, en los alcaldes y puestos de la Guardia Civil de los municipios de esa provincia, para los militares que no se encontraran en la capital. Como se puede ver en la siguiente foto, debían remitir al Gobierno Militar, no más tarde del 6 de cada mes, la lista de los militares que allí se hubieran presentado; a continuación el Gobierno Militar informaba a cada unidad de la situación del personal transeúnte.

                      

Y aquí es donde empieza mi recuerdo de la Revista de Comisario: durante mis permisos (ahora llamados vacaciones) académicos. Te ibas de permiso de la academia, debidamente autorizado y, si no debías quedarte algunos días arrestado en corrección, por supuesto, pasabas a ser un CP (como presente), pero en algún sitio debían certificar que, realmente, estabas donde en la academia habías dicho que ibas a estar. Para eso en uno de esos primeros días del mes, te ponías el uniforme, te presentabas en el Gobierno Militar y firmabas como que habías pasado allí la Revista de Comisario. Esto ocurría durante el permiso de verano (principio de julio y de agosto) y durante el de Navidad (principio de enero). En ambos casos servía para quedar con los compañeros de academia de tu ciudad y, después de pasar la revista, darte una vuelta por los bares de moda a tomar un aperitivo vacilando de uniforme. Bares en los que, por cierto, coincidías con los guardiamarinas, con los cadetes gaviotos y con los cadetes de la AGM (la Armada y el EA no tenían aún academias básicas de suboficiales en esos años de mi juventud académica) que también habían ido a pasar la multisecular Revista de Comisario.

Aunque la Lista de Revista estuvo vigente hasta hace muy poco, fue ya a finales de los 80 del Siglo XX cuando quedó en desuso ir a pasar la Revista de Comisario al Gobierno Militar correspondiente al principio de cada mes.


30 julio 2023

LA ALAMBRADA ¿CONCERTINA?

 En esta España que nos ha tocado vivir, en la que se ha impuesto el desconocimiento del porqué de las cosas como algo normal por culpa de la falta de interés por el estudio de todo lo referente a los aspectos que nos afectan, se admiten como buenas denominaciones o expresiones totalmente erróneas. Esta situación se agrava cuando quienes usan dicho vocabulario son profesionales en la materia. Este es el caso, por ejemplo, de la mal denominada ALAMBRADA CONCERTINA.

No es que el conocimiento de la alambrada concertina sea tan importante como para servir de tema para una tesis doctoral, pero precisamente por la sencillez de la materia, creo que sería interesante que la gente, con un simple minuto de atención, aprendiera qué es y cuál es el uso de este tipo de obstáculo y así pudiera dejar de hablar de forma indebida, sobre todo los militares.

La históricamente conocida como alambrada concertina, cuyo nombre técnico es alambrada rápida por la rapidez en su instalación (al contrario que la alambrada ordinaria), es un tipo de alambrada usado desde hace más de un siglo y que puede estar constituido su alambre tanto por pinchos como por cuchillas. El obstáculo en sí reviste el mismo valor físico con un tipo de complemento que con el otro (pincho o cuchilla), pues su finalidad es disuadir, detener o retrasar el avance enemigo. Incluso para el que pretenda «saltarse» esta disuasión e intente sobrepasarla sufrirá los mismos efectos teniendo pinchos que cuchillas.




Sin embargo, en el mundo de la información hay mucha desinformación con los asuntos de temática militar. Todos habremos oído alguna vez aquello de han caído no sé cuántos obuses sobre Ucrania, cuando un obús no es un proyectil de Artillería, sino el arma que dispara esos proyectiles; vamos, similar a un cañón. Hasta ahora no he oído a ningún militar hablar de obuses como munición (toco madera…) pero sí, desgraciadamente, he oído a militares seguir las doctrinas periodísticas (y políticas) de llamar concertina a la alambrada rápida únicamente formada por cuchillas.

La alambrada no recibe el nombre de concertina por tener cuchillas, como deduciría cualquier mortal si su conocimiento se redujera a lo aprendido en telediarios o redes sociales cuando los políticos de turno hablan sobre las alambradas en Ceuta o en Melilla; a la alambrada rápida (tanto de pincho como de cuchilla) se le llama coloquialmente concertina porque el rollo que forma este alambre durante su almacenamiento, al estirarse se asimila a un instrumento musical denominado la concertina.


El mayor potencial de este tipo de obstáculo lo adquiere cuando quien pretende superarlo corta dicho alambre, pues la tensión que posee al estirarlo para su instalación hace que, al cortarlo, suelte un latigazo que será mayor cuanto mayor sea el estiramiento con el que se ha instalado. En ese momento da igual que lleve pinchos o cuchillas, su daño físico depende de la tensión del alambre. Sin embargo, el efecto disuasorio es mucho mayor con cuchillas que con pinchos, pues parece que hace más daño el corte que el pinchazo.

Resumiendo:
        Alambrada rápida de pinchos = alambrada concertina de pinchos.
        Alambrada rápida de cuchillas = alambrada concertina de cuchillas.



(Foto de dos zapadores de la Brigada Paracaidista tirándose cuerpo a tierra sobre alambrada rápida de cuchillas. El resto del pelotón pasará a la carrera el obstáculo pisando sobre sus cuerpos. Con esa tensión que tiene la alambrada, como se puede ver en la foto, no reviste prácticamente poder de detención por sí sola y sólo sirve para retrasar el avance si el obstáculo, como debe ser, está batido por el fuego).



23 julio 2023

LA GUERRA NO ES MISERIA

 Esta mañana, como cualquier otra, he procedido al ritual de mi aseo. Una parte esencial de ese ritual es el afeitado; y es un ritual, al menos, para los que nos afeitamos a diario.

En mi época de paraca tenía yo un capitán que cuando por las mañanas nos veía afeitándonos de cualquier manera en el campo estando de maniobras, siempre decía con voz firme "venga, que la guerra no es miseria".

Creo que todas y cada una de las mañanas desde aquella época, al afeitarme, he recordado a mi antiguo capitán diciendo esa frase que tanto fondo tiene.

Los que hemos estado destinados en la Brigada Paracaidista, donde había que afeitarse a diario, incluso, estando de maniobras, lo tenemos más o menos claro, pero... ¿es realmente así para todo el mundo o salir al campo supone dejarse totalmente?


Yo siempre he pensado que eso que decía mi capitán era totalmente cierto. Ir a la guerra, entrar en combate, en fin, liarte a palos con el enemigo, no tiene por qué ser motivo para ir sucio y desaliñado.

Dentro de las posibilidades que te da la vida en campaña, y más con la velocidad de la guerra actual, el militar debe ir vestido y aseado lo máximo posible. Un cacillo de cantimplora y un poco de agua y unas toallitas húmedas (el gran invento del hombre) son más que suficientes para asearse de una forma más que decente.

No, no se trata de vestirse de gala, tampoco es eso; se trata de que, además de serlo hay que parecerlo. Unas veces podrá uno afeitarse y otras no, pero la actitud debe ser de ir adecuadamente vestido dentro de las posibilidades. ¿Puede haber algo que denigre más a tu enemigo que le hagas prisionero yendo tú bien afeitado y bien aseado? Bien afeitado y bien aseado dentro de las posibilidades que te da la vida en campaña, está claro.

La guerra es muy larga y las maniobras también, por eso hay tiempo para todo. Hay momentos en los que el fragor del combate nos impide hasta parar a comer, pero hay otros momentos en los que se está parado. Estos momentos, en los que se está parado, son momentos para descansar y para asearse.

Pues eso, que la guerra no es miseria...

16 julio 2023

EL ORDEN CERRADO

 Soy un convencido de que el Orden Cerrado es una disciplina tan necesaria como la formación táctica, la formación física o la formación técnica, pues es la actividad conjunta que infunde y materializa algunos valores que no se pueden adquirir y alimentar sólo con el resto de actividades de la instrucción del militar y del adiestramiento de las unidades. El Orden Cerrado, sin duda, sirve para fomentar la disciplina, el compañerismo y el espíritu de equipo.

Para crear La Legión, el Teniente Coronel Millán-Astray tuvo una gran influencia del maestro de samuráis Miyamoto Musashi, quien en su libro Los Cinco Anillos consideraba que “se vuelve más fácil hacer cualquier cosa cuando llegas a no tener nada en tu mente”; este es el concepto que le da a la repetitiva instrucción de Orden Cerrado la valía como método para conseguir el automatismo en el cumplimiento de las órdenes.

Siendo conscientes de que la instrucción de Orden Cerrado se vuelve en muchos casos tediosa y muy poco atractiva, debemos ser conscientes, también, de que sin ella es imposible alcanzar un nivel satisfactorio de desfile en una unidad. Es imposible desfilar bien si no se hace casi nunca instrucción de Orden Cerrado y, claro, luego se ve lo que se ve por ahí…

Cuando se ve a una unidad militar, sea del ejército que sea, desfilar mal, es difícil creer en su prestigio como una unidad preparada y puntera; más bien, al contrario, acaba uno pensando en la desidia del personal que la compone y en las pocas ganas de hacer bien las cosas. Sin embargo, cuando se ve una unidad que rebosa marcialidad y hace bien las cosas, es muy fácil creer en ella como una buena unidad; nadie pone en duda su prestigio. Y el prestigio de una unidad es muy importante, ante los españoles y… ante el enemigo.

Una unidad militar en parada o desfile debe rebosar marcialidad, arrogancia, ciega y feroz acometividad o, dicho de forma más coloquial, chulería; que se vea claramente que esa unidad va a comerse el mundo. Es imposible creer que se va a comer nada una unidad en la que sus componentes se mueven, están cabizbajos, con el pecho caído, no bracean con energía o se salen de formación porque “están muy malitos”
Pues bien, todo esto se consigue con instrucción, instrucción y más instrucción. No vale ensayar uno o dos días antes de una ceremonia militar; hay que ser metódico para que el esfuerzo durante el desarrollo de las sesiones de Orden Cerrado dé sus frutos.

También es fundamental tener en cuenta que la efectividad del Orden Cerrado no se conseguirá jamás, y sólo se perderá el tiempo, si los cuadros de mando no conocen perfectamente las publicaciones doctrinales y reglamentos sobre esta materia. Se ven unidades que piensas que mandándoseles como se les manda es imposible que lo hagan bien.

Tampoco olvidemos que el Orden Cerrado es la formal carta de presentación de una unidad militar ante quienes no ve al soldado en su trabajo diario. Nadie ve al militar cuando está de maniobras, de misión en el extranjero, pasando calor o frío en el campo o trabajando toda la noche en la preparación de un tema táctico. Es ahí, en los desfiles y paradas, cuando damos la oportunidad al español de demostrar el orgullo que siente por sus ejércitos; sería injusto despreciarles no dándoles, con toda la brillantez, lo que quieren ver.

En definitiva, que no vale eso de que “nosotros nos preparamos para la guerra”. Eso lo pueden decir los mediocres que son incapaces de ser buenos en todo y que se conforman con querer ser buenos sólo en una parte de sus cometidos. Para ser el mejor soldado de la Patria, hay que querer ser bueno en todo, incluido en el Orden Cerrado.



09 julio 2023

EL SARGA

El uniforme legionario, el que actualmente se denomina tradicional o de trabajo, es conocido por "el sarga". Bien, es una forma familiar de referirse a él totalmente aceptable. El problema es que se tiene un concepto equivocado del porqué de ese nombre.

¿Qué es el sarga? Pues según dice la RAE, es una tela de lana o estambre cuyo tejido forma unas líneas diagonales. Es decir, es un tipo de tejido, no un color.


Todo esto viene a cuento de la cantidad de legionarios que creen que el sarga es un tono del color verde.

Cuántas veces habremos oído o leído verde sarga, como si fuera un verde de tono sarga. Pues no, no está bien dicho; no se puede decir verde sarga como si estuviéramos diciendo verde claro o verde oscuro. Lo correcto es decir uniforme de sarga verde.

¿Si el tejido fuera pana diríamos uniforme verde pana? No, diríamos uniforme de pana verde.

Tanto se creen algunos que sarga quiere decir verde Legión, que hasta para denominar el uniforme de diario del legionario, se llega a decir el uniforme sarga de diario.

¿No sería más bonito que se difundiera la costumbre de llamar a ese color verde Legión?

Pues eso...

08 julio 2023

Nace El Furriel

Este blog, El Furriel, nace con la intención de expresar, de forma totalmente personal, los pensamientos de un viejo soldado sobre cualquier tema referente a la Milicia.

En una compañía, el Furriel es el encargado de almacenar y controlar un gran número de materiales, de la más diversa índole, totalmente necesarios para la vida de la unidad tanto en guarnición como en campaña. Este blog tratará de diversos asuntos referentes a la vida militar en los ejércitos de España tanto en guarnición como en campaña; asuntos que, unos más relevantes que otros, rigen el día a día de una unidad militar.

Este Furriel no pretende «rajar», quejarse o criticar a superiores, a compañeros o a subordinados; solamente quiere explicar cosas que, por su dilatada experiencia en la furrielería, sabe que muchos desconocen actualmente. Y es que el Ejército se ha convertido en algo tan complejo que se han ido olvidando pequeños y cotidianos detalles de la vida militar.

Desde este momento se abre la furrielería. ¡Cuartelero, da la voz!