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Hablar pocas veces de la profesión militar es una de las pruebas de gran desidia e ineptitud para la carrera de las armas. (Del art. 14 de las RR.OO de las FAs)

02 junio 2024

A ESPAÑA SERVIR HASTA MORIR


 El 31 de mayo de 1974 el Ministro del Ejército, Teniente General Coloma Gallegos, firmaba la orden de creación de la Academia General Básica de Suboficiales. Este año celebramos el quincuagésimo aniversario de la Básica, que supuso un gran avance cualitativo en la formación de los Suboficiales y que, a pesar de que en principio no lo valoraban como adecuado, terminaron copiando los otros dos ejércitos españoles.

Estos días se está hablando mucho en conferencias y actos en unidades, centros y organismos del Ejército de Tierra para conmemorar esta relevante efeméride —sí, el singular de las efemérides es la efeméride—, lo que forma parte del lado institucional de esta celebración, pero la Básica es, desde mi punto de vista, una gran desconocida para los que no han tenido la inmensa fortuna de portar las cadeteras blancas. La Básica es mucho más...


Aunque tengo suficientes pruebas y argumentos para demostrar que los insulsos planes de estudios actuales nada tienen que ver con esa academia de la que voy a tratar hoy, hablaré de lo que nadie cuenta en este conmemorativo año.

Pertenezco a la XIV Promoción, en la que ingresé después de opositar para el ingreso en la AGM sin buenos resultados. En la prepa (academia preparatoria, en mi caso el Grupo Premilitar San Fernando de Madrid) tenía compañeros que tampoco ingresaron y decidieron estudiar una carrera universitaria de paisano, dejándose el pelo largo si les venía en gana o asistiendo a clase sólo si les apetecía. Supongo que ellos solo querían ser tenientes, yo quería ser militar. Tenía claro que la AGBS iba a ser mi casa y, como tantísimos otros en las mismas circunstancias, pasaba a formar parte de los llamados rebotados de la General, apelativo del que se hablaba bastante las primeras semanas, pero que pasado poco tiempo ya nadie hablaba de ello, porque nada importaba si procedías de civil o de militar, si eras de la Escala de Mando o de la Escala de Especialistas o si eras cabeza o cola de promoción. Pasadas las primeras semanas y superada la caraja inicial, el compañerismo y la camaradería habían adquirido tal envergadura que el sentido de pertenencia a algo importante era tremendo. 

24 de octubre de 1987

Como bien dice mi buen amigo y compañero de pelotón en primero, el Suboficial Mayor Alejandro Ponlla, la cohesión de una unidad no se consigue con cenas o saliendo de copas todos juntos, la cohesión llega pasándolo mal juntos y eso es, precisamente, lo que cohesionaba a las promociones en Talarn. Es que la Básica era dura, muy dura.

Hago un inciso para contar que yo llegué a Tremp en octubre de 1974 cuando mi padre, destinado hasta entonces en el CIR nº 6 de Viator (Almería), pidió vacante voluntario a la recién creada AGBS, donde estuvo destinado de profesor durante las cinco primeras promociones. Siendo teniente en 1958 fue el primer militar en llegar a Talarn para explanar la carretera que subiría desde el pueblo hasta el futuro Campamento "General Martín Alonso" al mando de su sección del Regimiento de Zapadores nº 4 de la División de Montaña Urgel, por lo que en cuanto se creó la Academia no dudó que quería volver a aquella tierra. Una tierra, por cierto, en la que había payeses que no hablaban prácticamente castellano y sólo hablaban catalán, a pesar de que ahora dicen que el catalán estaba perseguido en esos años...

TCol. Terry con la V Promoción. 1979

Cuando digo que la Básica era dura lo digo porque esa era la filosofía de su creación y así lo tenían claro los profesores en aquella época fundacional, como así me contaba mi padre: era el estilo de la Básica, había que hacer la vida imposible al alumno porque era la mejor forma de conseguir sargentos con un muy fortalecido carácter para ser auténticos conductores de hombres, líderes. Las condiciones de vida eran duras por el remotísimo lugar donde estaba la Academia, por el clima, por la machacante actividad física diaria y por la constante presión de los profesores.

Diana sonaba a las 0630. A las 0650 debías estar ya sentado en tu mesa en el aula de tu sección para el estudio obligatorio con el estómago vacío y con el riesgo de entregar la primera nota del día si subías las escaleras en el momento que empezaba a sonar la primera nota del toque de Llamada. En esos veinte minutos tenías que haberte vestido, aseado, afeitado —en aquellos tiempo el alumno no podía llevar barba—, hecho la cama y llegado al edificio de aulas. A las 0755 se formaba para izar Bandera y a desayunar. A desayunar deprisa, porque a las 0830 tenías que estar ya en ropa de deporte o con equipo de combate dependiendo de si según el mes la gimnasia era a primera o última hora de la mañana. Tercien y paso ligero hasta la explanada de Gurp, siempre subiendo monte, claro está.  Hasta final de la mañana instrucción de combate (individual primero, por escuadras, por pelotones y por secciones progresivamente).

A las 1330 alto y a comer tras haberte limpiado la pintura de la cara rápidamente. A las 1530 un par de horas de clase hasta las 1730 y descanso hasta las 1830, hora en que todo el mundo debía estar de nuevo en el aula para el estudio obligatorio de las tardes hasta las 2030. De ahí a cenar, retreta y a las 2230 silencio, salvo el día de instrucción o marcha nocturna que era uno por semana. 

Los viernes todo igual, salvo que en lugar de instrucción de combate se hacía orden cerrado. Los sábados y domingos zafarrancho, entrenamientos deportivos, patrullas de tiro, etc, revista y quien tuviera un duro y no estuviera arrestado, de paseo desde las 1200 hasta la retreta de las 2230. Los arrestados a estudio de arrestados prácticamente todo el fin de semana.

¿Y maniobras? Pues las maniobras, a las que allí llamábamos vivacs, teníamos una por mes: el vivac de iniciación, dos o tres vivacs topográficos, el de supervivencia, el de guerrillas, el de montaña, el de casos particulares del combate y algunos más que ya no recuerdo, pero que serían, seguro, altamente instructivos.

Y en tercer curso, siendo ya CASEP (Caballero Alumno Sargento Eventual en Prácticas, luego cambiado por, simplemente, Caballero Sargento Alumno), volvíamos a Talarn de enero a julio salvo un par de meses de prácticas en las unidades.

Sé que su estilo ha cambiado y la Básica ya no es lo que era, por eso dije que iba a hablar de lo que ya nadie habla por miedo a molestar a los ofendiditos. 

En primer lugar porque actualmente los alumnos ya sólo pasan en Talarn tres meses y pico del primer curso, pues luego tienen que irse rápido a las academias especiales a estudiar muchas asignaturas civiles con el nudo de la corbata bien hecho. Esto, irremediablemente, va contra la pura esencia de la creación de la AGBS, es decir, la formación integrada de todas las armas y cuerpos en un primer curso común que ha derivado en unos pocos meses. Cuando el Caballero Alumno llegaba a la academia tenía mucho que aprender, mucho a lo que acostumbrarse y muchos compañeros con los que convivir durante todo un largo año, pero actualmente el Caballero Alumno sabe que su etapa en el pirenaica academia es un corto trámite de cara a su verdadera formación en su respectiva academia del arma.

En segundo lugar porque creo que el actual sistema de designación del profesorado no es, tampoco, el adecuado. Hoy en día la plantilla de la Academia es muy reducida con pocos cuadros de mando que tienen, principalmente, los cometidos de Plana Mayor y de Jefatura de Estudios, teniendo que designar en comisión de servicio a oficiales y suboficiales de las distintas unidades del ET para ejercer como protos y mandos orgánicos de las compañías de alumnos. Hay que comprender que la actual situación derivada del vigente plan de estudios de la Escala de Suboficiales obliga a tener demasiados meses la academia en baja intensidad, por lo que se rellena su contenido con cortas fases presenciales de cursos de ascenso a Suboficial Mayor, a Brigada o a Cabo Mayor e, incluso, con cursos de idiomas, pero esto redunda muy negativamente en el mantenimiento de un verdadero espíritu de unidad. En resumen, para asegurar su supervivencia se ha tenido que convertir la Básica en un cajón de sastre, lo que es, desde luego, muy de agradecer corriendo los tiempos que corren, pero podemos decir más que nunca y sin ninguna duda que la Básica ya no es lo que era...

Un primer curso entero potenciando el espíritu de equipo y la camaradería con el 80% de nuestras clases dedicadas a la instrucción en el campo, conviviendo codo con codo con tus compañeros y en el que la parte teórica era sólo un complemento, eran muy distintos a dedicar el 80 % del tiempo a superar unos exámenes de forma individual. 

Pero ojo, que hayamos llegado a esto no es responsabilidad ni del personal destinado en la Academia ni de los que como alumnos pasan por ella en esta nueva etapa de planes de estudios militarmente insustanciales, sino de los que parieron un sistema que... vaya tela. ¿Se imaginan ustedes que los cadetes de la AGM estuvieran en Zaragoza sólo hasta Navidad de primero y se formaran el resto de sus cinco cursos en las academias especiales?

Con estos mimbres es difícil mantener alto el Espíritu de la Básica que se nos inculcó y que fue fraguando en nuestra joven alma militar cuando cada mañana leíamos nuestro lema A ESPAÑA SERVIR HASTA MORIR, cuando cada promoción subía a pintar esas letras a final de curso y cuando salíamos de uniforme de paseo con nuestras cadeteras blancas por las catalanas localidades de Talarn, Tremp o Pobla de Segur, orgullosos de nuestra vocación.








3 comentarios:

Anónimo dijo...

Poco o nada que añadir...me alegra de haber sido parte de esa época en la que se propugnaba calidad de la formación para desempeñar bien la profesión, (mejor denominada "carrera militar") que adecuación a la opinión. El Ejército será siempre la lanza de la Nación y como tal se preparará para la guerra, le guste a quien le guste y lo crea quien lo crea, eso obliga a dureza y formación... llevar a cabo una formación tendente a adecuar las mentes, almas y espíritus a un mundo de flojera y de pusilanimidad (sic) solo nos traerá fracaso. Y el fracaso no es necesario contemplarlo por veracidad temporal, como los cálculos matemáticos, se puede predecir si se parte de fundamentos erróneos. Que viva por siembre la Básica para lo que se concibió.LSH.

Anónimo dijo...

¡Enhorabuena!, a este artículo habría que ponerle arriba la palabra “Informe” y ponerlo encima de la mesa de quien decide la formación actual,…claro que si hace falta hacer eso es que no hay interés por hacerlo. Un abrazo.

Gunner dijo...

Orgullo y honor de pertenecer a la mejor promoción, donde los amigos dejaron de ser amigos para pasar a ser hermanos.

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